lunes, 19 de febrero de 2018

“Moyanazo”

De acuerdo al gobierno y al multimedio Clarín, entre otros, la convocatoria de los Moyano, para el próximo miércoles, podría reunir a una 400 mil personas. Una de dos: o el macrismo busca neutralizar por anticipado el impacto de la movilización, desdeñando la importancia del número; o procura desmerecerla con posterioridad, en caso de que no alcance un éxito de tales proporciones. En cualquier caso la operación no pasa de la basura mediática.
Lo que importa para el movimiento obrero combativo es discernir los alcances políticos que puede tener una movilización contra el gobierno de la contra-reforma laboral y de la contra-reforma previsional de la cual se han bajado hasta los aliados más cercanos de los Moyano e incluso firmantes iniciales de la convocatoria. Las patronales, en su conjunto, no solamente apoyan las contra-reformas, las exigen; además, las están imponiendo en las mismas paritarias o en los llamados acuerdos sectoriales. Lo acaba de hacer el Smata de Pignanelli, que ha puesto todos los dedos en la contra-reforma laboral en la industria automotriz.
A la adhesión de la burocracia sindical y la clase capitalista al gobierno de los paraísos fiscales y de los fondos que especulan con la deuda argentina, en la disputa del jueves que viene, se agrega un dato que no puede dejarse de lado. Una parte del kirchnerismo se ha bajado de la marcha, como ocurre con el dueño de Página 12, Victor Santa María, interesado más en la unión del peronismo, con vistas a 2019, que en derrotar las contra-reformas anti-obreras. Las adhesiones ha corrido por parte de Palazzo, de Bancarios, y de la CTA, pero no se ha visto un pronunciamiento de CFK, que fogonea esa misma unidad del peronismo para las presidenciales próximas.
Los Moyano no han dicho todavía cómo piensan seguir después del jueves, en este cuadro de aislamiento dentro de la burocracia sindical y las corrientes patronales. Es probable que lleguen a la conclusión de que cayeron en uno de los pecados advertidos por Perón: el apresuramiento, y que plieguen la mochila y procuren llegar a un acuerdo con el macrismo en relación a los juicios con que son amenazados por Independiente o la Obra Social de Camioneros. Una movilización extraordinaria y hasta excepcional podría inducirlos a ese pacto con el gobierno, para evitar lo que más temen todas las burocracias - que es la irrupción incontenible de los trabajadores. El fraccionamiento de la burocracia sindical no debe ser confundido con una escisión, porque no es un enfrentamiento de estrategias ni de principios. Es una división funcional a la dispersión de las luchas obreras
El hilo conductor de la izquierda revolucionaria en esta confrontación resulta clarísimo: impulsar la mayor movilización de la clase obrera, para fortalecer la perspectiva de victoria contra las contra-reformas del capital y para dirimir la dirección ulterior de la lucha. Vamos con todo el 21 en la perspectiva de ganar la batalla de la dirección del movimiento, o sea en la perspectiva de producir una superación histórica de la crisis de dirección del movimiento obrero. Las palabras de orden son claras: Congreso de Bases de los sindicatos, regionales, de la CGT y centrales sindicales; paro activo nacional para apoyar las luchas; preparar la huelga general para derrotar las contra-reformas anti-obreras.
A los Moyano les quedaría la alternativa, si pretenden evitar un veloz agotamiento, incluso sindical, como consecuencia de toda esta crisis, ofrecer una alternativa política más general - por ejemplo, convocar a un partido de trabajadores. Han coqueteado con ella en forma esporádica. Es, sin embargo, una variante improbable. Fracasaron, en condiciones más propicias, Vandor, primero, y Ubaldini, después. La crisis social capitalista es más intensa que en el pasado y la politización independiente de una masa grande y creciente de activistas es mucho mayor. Una tentativa en esa dirección debería ser aprovechada, por la izquierda revolucionaria, de un solo modo - que es avanzar con más profundidad en la construcción de un partido auténticamente obrero, es decir que lucha por un gobierno de trabajadores.

Jorge Altamira

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