domingo, 25 de febrero de 2018

El 21F y Hugo Moyano: ubaldinismo senil



La multitudinaria marcha del 21 de febrero colocó a Hugo Moyano como el principal referente de la oposición política y social al gobierno de Mauricio Macri. El líder camionero se transforma, hoy por hoy, en la figura de unidad del peronismo opositor y de un posible frente antimacrista, tal como se ilusiona el kirchnerismo.

La multitudinaria marcha del 21 de febrero colocó a Hugo Moyano como el principal referente de la oposición política y social al gobierno de Mauricio Macri. El líder camionero se transforma, hoy por hoy, en la figura de unidad del peronismo opositor y de un posible frente antimacrista, tal como se ilusiona el kirchnerismo.
El palco se pudo apreciar un variopinto sindical donde confluyen la tropa propia del moyanismo dentro de la CGT, el kirchnerismo sindical de la Corriente Federal encabezada por el bancario Sergio Palazzo y la CTA de Hugo Yasky. También se encontraba la CTA de Pablo Micheli y los movimientos sociales como Barrios de Pie o la CTEP. Esta última, junto a figuras como Gustavo Vera, se alinean con la política clerical y se referencian con el papa Francisco. En el llano los referentes del kirchnerismo, Máximo Kirchner a la cabeza y del PJ bonaerense, como Gustavo Menéndez y los intendentes del conurbano, se mostraron acompañando la marcha de los trabajadores.
Muchos analistas coinciden en señalar que Moyano parece querer reeditar el MTA (Movimiento de los Trabajadores Argentinos) que surgiera en el año 1994 como una oposición interna a la CGT adicta al menemismo e integrada en ese entonces por Camioneros, la UTA del fallecido Juan Manuel Palacios y los aeronavegantes de Alicia Castro. El MTA surge como respuesta, al interior del movimiento obrero, de una serie de levantamientos provinciales cuyo hito más importante fue el santiagueñazo de diciembre de 1993. Su primer gran movilización será la Marcha Federal de julio de 1994, que protagonizara junto a la CTA entonces unificada bajo el mando de Víctor De Gennaro y la por la CCC de Carlos el Perro Santillán que en aquellos tiempos aparecía como la referencia indiscutida de los levantamientos del NOA. El objetivo de la Marcha Federal fue el de poner un dique de contención a las revueltas provinciales y poner la fuerza social desplegada por los trabajadores contra el gobierno de Carlos Menem, al servicio de una oposición que era encabezada por Carlos "Chacho" Álvarez y el FrePaSo.
Sin embargo, el papel del moyanismo como fuerza aglutinadora que le hacía el aguante a un peronismo en desbandada será cumplido años más tarde, a partir de 1999, cuando la Alianza compuesta por la UCR y el FrePaSo se hace del poder coronando a Fernando De la Rúa. En esos tiempos el papel del moyanismo adquirirá mayores dimensiones, llegando a copar el mando de la CGT y denunciando la ley Banelco de flexibilización laboral. Paralelamente, el moyanismo actuaba como dique de contención frente a los levantamientos piqueteros de Mosconi y Tartagal que jaqueaban al gobierno de la Alianza y como ariete de las fuerzas patronales que bregaban por la devaluación y querían poner fin a la convertibilidad de Domingo Cavallo.
El antecedente al papel del sindicalismo burocrático aguantándole los trapos a la crisis del peronismo hay que buscarlo en los años ’80 en la CGT encabezada por Saúl Ubaldini. Frente a la derrota del PJ ante Raúl Alfonsín en octubre de 1983, el ubaldinismo actuó primero en defensa de los intereses corporativos de la burocracia sindical amenazada por la Ley Mucci y luego como fuerza de desgaste del gobierno de Raúl Alfonsín, que se proclamaba progresista pero aplicaba a rajatabla los planes económicos que le dictaba el FMI. Bajo el paraguas de "Saúl querido", el peronismo fue dirimiendo sus diferencias internas entre la renovación cafierista que pactaba con el alfonsinismo y el peronismo del interior que se fue unificando bajo la figura de Carlos Menem, quien en 1989 lograra la victoria definitiva sobre un gobierno radical en bancarrota completa. La estrella del ubaldinismo, al cual perteneció Hugo Moyano, se terminó de apagar en las luchas de los estatales contra las privatizaciones y los despidos del menemismo en el año ’90. El dirigente cervecero, frente al reclamo de las bases de un paro general se negó a convocarlo y manifestó que lo haría "en el momento oportuno", el cual nunca llegó, siendo uno de los factores que permitió la derrota de los estatales y del propio ubaldinismo como dirección del movimiento obrero, el cual se irá extinguiendo sin pena ni gloria. El moyanismo es estructuralmente incapaz de extraer alguna conclusión de aquel antecedente histórico.
El papel actual del moyanismo engloba de manera senil elementos del ubaldinismo y el MTA, ser el defensor de los intereses particulares de la burocracia sindical, el paraguas que agrupe a un peronismo en desbandada y una fuerza de contención que impidan nuevas manifestaciones independientes de la clase trabajadora como las movilizaciones contra la reforma previsional del 14 y 18 de diciembre del 2017, en donde la burocracia sindical jugó un papel conservador y cobarde siendo ampliamente desbordada.
La unidad de los trabajadores tiene que estar puesta al servicio de un plan de lucha y el paro general, tal como señaló el Encuentro de los luchadores del Hospital Posadas y la columna independiente que allí se votó. Para derrotar el ajuste de la derecha argentina, es necesario conquistar la independencia política de los trabajadores que es la perspectiva que levanta el Frente de Izquierda.

Facundo Aguirre

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