Margarita Cruz, integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, dio su testimonio en la audiencia del juicio realizada ayer.
A lo largo de una extendida y minuciosa declaración, Margarita relató lo que fueron sus dos secuestros. Ante los genocidas que estaban en la audiencia, ahondó en los días de su detención clandestina en lo que después supo era la Escuelita de Famaillá.
Pero no solo quedó ahí. Contó cómo fue su inicio en la militancia, allá cuando en el año 1971 conformó junto a otros compañeros el Grupo Evolución Tucumán (GET) y comenzó su militancia estudiantil en la Facultad de Medicina. Allí cursaba y desde su comienzo en primer año fue delegada del curso.
Su relató recorrió lo que fue reconstruir su vida luego, de las huellas invisibles que dejaron los días de detención, las torturas y las vejaciones de la que fue objeto, su viaje escapando del horror a Buenos Aires, pero sobretodo cuan fundamental fue para rearmarse como persona ir conociendo otros compañeros que fueron brindándole su solidaridad, sus compañeros de la Asociación de Ex Presos como Adriana Calvo y Cachito Fuckman, entre otros tantos.
Contó como esa batalla contra el olvido y la impunidad la llevaron allá por el año 2005 a impulsar la conformación del Grupo de Genocidio de Tucumán (GIGET) con el objetivo de recabar en Famailla todas las historias no contadas, como una forma de ayudar a aquellos que aun callan sus experiencias traumáticas durante el Operativo Independencia y la dictadura.
El testimonio como batalla contra la impunidad
Silencio en la sala, Margarita con dolor pero total firmeza en su voz contó los detalles de sus días de detención clandestina en la Escuelita de Famaillá, “todas las cosas que pasaban podían ser peor, todo el tiempo peor”. Las condiciones de deshumanización, la soledad, el silencio, las torturas, el mutismo, despersonalización eran la constante en el centro clandestino. Sin embargo a diario la batalla contra eso era una constante, “repetía mi nombre Margarita Faáima Cruz, DNI…, Margarita Fátima Cruz DNI…, sentía que eso me daba identidad que me hacía persona” y esa resistencia, esa entereza estuvo hoy ahí presente en esa sala.
Sus últimas palabras: “Espere años para estar sentada acá, no vengo a victimizarme, vengo a recordarles a ellos los que hicieron. Me siento tranquila de que lo que tenía que hacer, hacer valer el valor del testimonio. Aunque sea doloroso hay que escuchar no solo lo que me pasó a mí, lo que nos pasó a todos. No con afán de venganza, sino de decir que éramos diferentes, que los 30 mil éramos diferentes, que teníamos otra perspectiva del mundo”. Concluyó su testimonio en memoria de los 30 mil y de Jorge Julio López, a poco de cumplirse diez años de su segunda desaparición en democracia, porque la batalla contra la impunidad continúa.
Tras decirlo todo, muchos con los ojos enrojecidos, descargaron en aplausos, hoy Margarita dio una gran lucha contra el olvido, gracias por esa batalla, quienes estuvimos presentes no nos fuimos iguales, la batalla contra la impunidad sigue.
Constanza Cattaneo
Arqueóloga- Investigadora LIGIAAT
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