Juan Carlos Alderete viajó al Vaticano para entrevistarse con el Papa. Le llevó “saludos fraternales de Otto Vargas”, secretario general del PCR (Hoy, 17/8).
El viaje intenta ser parte del operativo papal-populista de poner en pie un frente político-social en la Argentina de colaboración de clases, constituido por sectores centroizquierdistas, chavistas, del kirchnerismo y el propio PCR. Un frente que pretendería, además, bloquear el desarrollo político del FIT y la izquierda revolucionaria.
Las entusiastas declaraciones de Alderete forman parte de un alineamiento politico. Colocan al Papa como un paladín en la lucha contra la pobreza, la droga, contra la trata de mujeres.
Hablar de un acuerdo con Bergoglio en la lucha contra la trata y no hablar de la pedofilia, de su oposición militante al derecho democrático al aborto y otras taras criminales que afectan a la Iglesia en la Argentina y a nivel mundial, es de un cinismo conciente, para saldar un acuerdo político con la Curia.
Lo mismo respecto a pasar una esponja por el pasado dictatorial de la Iglesia y del Papa. O a que el PCR tiene “coincidencias en lo que el Papa Francisco viene analizando y tomando posición con respecto a la situación internacional…”. ¿El Papa y la Iglesia Católica no forman parte del imperialismo mundial? ¿No han sido una pieza clave en el proceso de apoyo a las burocracias en la restauración capitalista de los Estado Obreros?
La Iglesia, oficialmente, siempre se ha colocado del lado de los explotadores y en este caso el papado actual no es una excepción, ni internacional, ni nacionalmente.
Para un partido marxista la religión es un asunto privado de cada hombre. Pero no la Iglesia, que tiene que ser abiertamente denunciada por su papel político-cultural que actúa para la subordinación de los trabajadores al capital.
Un frente político con la Curia Papal no es con las masas católicas, cuyos intereses históricos y concretos no coinciden con el apoyo al sistema de explotación capitalista. Por el contrario, un frente con la Iglesia frena la evolución política de las masas trabajadoras que creen en Dios e invisten de autoridad política progresista a lo que es nada más y nada menos que la reacción política y social. Por eso, cuando el PCR afirma “sabemos que sin una gran unidad y sin la participación masiva de los católicos” hacer una “revolución profunda” será “imposible” (Otto Vargas dixit), se coloca en un campo contrarrevolucionario.
El PCR marchó el 7 de agosto con este frente papal, pero no con el sindicalismo clasista el 9 de ese mismo mes. Cada cual elige su camino.
Rafael Santos
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