jueves, 15 de septiembre de 2016
Dalmiro Sáenz, el gran provocador
El autor de “Setenta veces siete” y “Las boludas” falleció el domingo, a los 90 años.
-Sáenz: En la colección privada del Vaticano hay una virgen, que se llama la Virgen del Divino Trasero, que es una virgen con un culo precioso. Un cuadro muy lindo.
-Sofovich: Una virgen con un culo precioso. ¿No es irreverente eso?
-Sáenz: Dudo que se mantenga virgen mucho tiempo con ese culo.
Transcurría 1988 y Dalmiro Sáenz se despachaba con esas declaraciones en el programa de Gerardo Sofovich del sábado a la noche. Las repercusiones no se harían esperar. Cartas públicas del Cardenal Aramburu y levantamiento temporal del programa. Hasta los candidatos presidenciales que competían en la interna del PJ para las elecciones de 1989 repudiaron las declaraciones e incluso Raúl Alfonsín condenó públicamente la blasfemia del escritor. Dalmiro había provocado como nunca. Pero no era la primera vez.
Nacido en el seno de una familia acomodada, de padre contralmirante y madre escritora, Dalmiro Sáenz buscó siempre su propio camino. De esa manera llegó a la Patagonia, con poco más de 20 años, en busca de la aventuras. Crió ovejas, navegó en barcos mercantes y viajó por todo el país probando suerte como boxeador, hasta establecerse finalmente en Caleta Olivia.
Fue en ese lugar donde escribió lo que sería su primer material: “Setenta veces siete”. "Setenta veces siete" es la respuesta dada por Jesús a Pedro cuando éste le preguntó cuántas veces debería perdonar a quienes lo ofendieron o pecaron contra él. La visión crítica y de la religión, el clero, y un lenguaje sexual explícito y provocador para la época, serían el sello distintivo de toda su obra.
En 1962, con la dirección de Leopoldo Torre Nilsson, “Setenta veces siete” fue estrenada en la cine con el protagónico de Isabel Sarli. El relato unía dos cuentos del libro homónimo y sería el primer eslabón de un vínculo muy fuerte entre Sáenz y el cine: una decena de películas basadas en sus libros y unas cuantas apariciones en diversos films, ya sea como actor o narrador.
Durante la década del 60´publicó las que serían sus obras fundamentales. A razón de un libro por año, se fueron sucediendo “No”, “Treinta Treinta”, “El pecado necesario” (que sería llevada al cine con el título “Nadie oyó gritar a Cecilio Fuentes”), “Yo también fui un espermatozoide” y “Carta abierta a mi futura ex mujer”, entre otros.
Dalmiro se había convertido a esa altura en un personaje de la bohemia porteña, que no dudaba agarrarse a piñas para defender su honor o el de alguna de sus provocaciones políticas o filosóficas. David Viñas solía contar detalladamente cómo en una oportunidad, cuando los tres (el tercero era Osvaldo Soriano) se encontraron en un bar de Berlín (por entonces Berlín occidental) e ingresó un grupo de neonazis, Dalmiro se arremangó para desafiarlos a puño limpio.
En la década del 70´ se vinculó con Montoneros. En una entrevista con el diario Página/12, hace ocho años, rememoró esta época con una mezcla de “orgullo y pudor”. En esos años formó parte de algunas operaciones armadas del grupo, entre ellas el ataque a la prefectura de Zárate el 1° de enero de 1972. En los años posteriores fue detenido en la Escuela de Mecánica de la Armada. Luego de esa detención se exilió en el Uruguay hasta la retirada de la dictadura en 1983. Esos años, comprendidos entre 1972 y 1983, son los más escasos de su producción literaria.
A partir de su regreso al país reanudó su actividad. Sus obras más destacadas de esos tiempos fueron “El día que mataron a Alfonsín”, “La patria equivocada” (una novela histórica señalada por muchos como una de sus mejores piezas) y “Las boludas”. Su incursión en el teatro, por medio de la adaptación de sus textos, sería una constante en las décadas siguientes.
La fusión literaria con diferentes personajes a la hora de escribir y encarar proyectos lo llevaría a asociarse con Alberto Cormillot, a fines de los 80´, para escribir “Cristo de pie”. Es una versión libre y novelesca de la historia de Jesucristo, basada en evangelios “apócrifos” -como los definía la iglesia-, encontrados en Jerusalén por esos años. Para aquellos que hayan leído este libro y “El Evangelio según Jesucristo” de José Saramago, será imposible no encontrar similitudes.
Bon vivant, dandy, transgresor, maestro de varias generaciones y prolífico escritor. Hombre de teatro, cine y TV. Crítico del orden establecido y férreo defensor de la juventud.
Con el fallecimiento de Dalmiro Sáenz, nuestra literatura ha perdido el último ejemplar de una generación única de escritores.
Mambrú
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