El viernes inauguró el Hospital Escuela Veterinario de Choele Choel y no tuvo mejor idea que comparar la guerra de Roca a los indígenas con su gestión. Un aluvión de críticas a la ideología detrás de un comentario aparentemente liviano.
Con la “delicadeza” que define la vieja metáfora del elefante en el bazar, el ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich no tuvo mejor idea que comparar el genocidio de los pueblos indígenas con los avances en materia educativa. En un acto realizado el viernes en Choele Choel, donde quedó inaugurado el Hospital Escuela Veterinario de la Universidad Nacional de Río Negro, el funcionario nacional dijo sin anestesia: “Esta es la nueva campaña del desierto, pero no con la espada, sino con la educación”. La frase despertó “el malestar general de los presentes”, según señaló en su edición de ayer el diario Río Negro. Los repudios enviados a Página/12 por entidades académicas, educadores, intelectuales y artistas como Víctor Heredia y Liliana Herrero, entre otros, suman una lista interminable que le demanda a Bullrich una rectificación de sus palabras o directamente la renuncia por reivindicar “crímenes de lesa humanidad que siguen impunes”.
El Centro Universitario de Idiomas, con sede en la misma casa de estudios de Choele Choel donde habló Bullrich, expresó su rechazo a esas expresiones mediante las cuales “compara el avance de nuestra universidad en términos de una ‘nueva campaña del desierto, pero no con la espada, sino con la educación’”. A través de su programa de Lenguas Originarias, afirmó en un comunicado que “el Centro se ve obligado a expresar el asombro y la preocupación que causan las expresiones” del ministro Bullrich.
“La apelación a la figura del ‘desierto’, una vez más, para referirse a los pueblos de la Patagonia nos trae a la memoria el aparato discursivo e ideológico que sostuvo y sostiene, y justifica sin más, la ocupación violenta de sus territorios, la matanza indiscriminada y la disgregación y el aislamiento cultural y social a la que fueron sometidos los pueblos originarios (...) en el nombre de una supuesta civilización a la que otra vez se vuelve a aludir”, afirma la declaración.
Más adelante sostiene que “en los últimos meses hemos asistido a una suerte de escalada mediática expresada en editoriales, opiniones y declaraciones de conocidos conductores y periodistas televisivos y radiales, formadores de opinión, referida a los pueblos originarios”. En todos los casos “primaron los conceptos de ‘civilización, desierto, barbarie, incapacidad’ propios del Siglo XIX , y hasta llegó a dudarse de su ciudadanía y su derechos civiles”.
El texto recuerda que Argentina “fue construida y poblada sobre un territorio en el que habitaban sociedades de pueblos originarios cada uno con su historia y su cultura y todas ellas fueron parte activa de la historia de nuestro país”. Agrega que “sus hombres y mujeres pusieron su compromiso y su sangre para construir nuestra Nación y mantener viva a la vez sus tradiciones y cosmovisiones”. Recalca que “los hombres de Mayo lo tuvieron muy claro al incluirlos como ciudadanos desde los comienzos de nuestra historia como territorio independiente y soberano”.
El comunicado precisa que “hoy existen 40 pueblos y cerca de dos mil comunidades originarias en todo el territorio de la Argentina y basta solo querer ver para reconocer su herencia e influencia en los rostros de millones y en las expresiones culturales, artística e idiomáticas que forman parte indisoluble de la identidad de los argentinos”. En ese mismo sentido “el Programa de Lenguas Originarias del CUI cumple en octubre 10 años y en todo este tiempo se propuso sostener un espacio de aprendizaje y visibilización del panorama completo del patrimonio cultural argentino en su diversidad y complejidad histórica”.
Por todo lo expuesto, señala el CUI que “la figura del desierto que sólo puede ser conquistado, a la vez que una ofensa a la memoria de los pueblos originarios, víctimas de una masacre, es insistir en una concepción histórica cristalizada en el tiempo que solo contribuye a mantener la invisibilización y la ignorancia sobre la Argentina originaria, sobre su pasado y su presente y su importancia en la conformación de la identidad y la cultura de la Argentina de hoy”.
La declaración lleva la firma de Roberto Villarruel, director general; Mónica Thompson, coordinadora del Programa de Lenguas Originarias; Carmelo Sardinas Ullpu , profesor e investigador del Idioma quechua; Ignacio Báez, profesor e investigador del idioma guaraní; Verónica Gómez, profesora de idioma guaraní; Daniel Huircapan, profesor de idiomas mapuche y tehuelche; Víctor González, profesor de idiomas toba y qom; Roberto Díaz, profesor del idioma wichi.
Las palabras de Bullrich fueron también cuestionadas por becarios, investigadores, docentes y personal del Instituto de Investigación en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de la Universidad Nacional de Río Negro y del Conicet. Los firmantes aseguran que las afirmaciones del funcionario anunciando “una nueva campaña del desierto” se produce cuando “la investigación científica ha establecido rigurosamente” que dicha “‘campaña del desierto’ fue un genocidio”.
En el comunicado señalan que “comparar un crimen de lesa humanidad con una política actual del Estado sólo puede explicarse por desconocer los hechos históricos, por pretender tergiversarlos o por buscar imponer una visión autoritaria y antidemocrática a los procesos educativos argentinos”. Por lo expuesto, como habitantes del territorio nacional rechazan “todas las formas de violencia, desde el sometimiento y exterminio de pueblos, pasando por la apropiación de sus tierras, hasta las formas de discriminación que caracterizaron al sistema educativo argentino durante tanto tiempo”.
Frente a lo dicho por el ministro Bullrich, exigen que “rectifique sus palabras que no hacen más que ahondar gravemente la división entre los argentinos”. Y concluyen: “Es nuestro derecho y nuestro deber reclamar que la educación no esté a cargo de alguien que reivindique un crimen de lesa humanidad, ni literal ni metafóricamente”. Entre muchos otros, firman el documento Alejandro Grimson, Maristela Svampa, Noé Jitrik, Elizabeth Jelin, Waldo Ansaldi, Dora Barrancos, Jorge Gelman, Luisa Valenzuela, Mabel Grimberg, Ezequiel Adamovsky, Nathalie Goldwaser, Raquel Gil Montero, Diego Escolar, Gastón Gordillo, Héctor Hugo Trinchero, Sergio Wischñevsky, Florencia Abbate, Carlos Gonella, Miguel Ángel Osorio y Mabel Thwaites Rey.
Con una declaración titulada “Señor ministro Esteban Bullrich: La Campaña del Desierto fue un Genocidio, también expresaron su rechazo a las declaraciones del funcionario docentes mapuches y no mapuches, “organizados en la construcción de una educación intercultural”. En el escrito expresan su “profundo repudio a las declaraciones” de Bullrich dado que su afirmación “no puede ser entendida como una frase inocente, ni tampoco como producto de la ignorancia”. Por el contrario en sus palabras “hay premeditación, hay intencionalidad de reivindicar a la clase que representa y a sus intereses”.
Luego recuerdan que “en Choele Choel fue donde, por primera vez, el Estado argentino, izó la bandera argentina un 25 de Mayo de 1879, al dar comienzo a la mal llamada Campaña del Desierto”, que fue “el genocidio fundante del Estado argentino”. Por tal motivo, “con sus declaraciones este funcionario no hace más que reivindicar un delito de lesa humanidad, el cual todavía goza de impunidad”.
Resaltan que “Bullrich representa los intereses de la misma clase, que allá por 1879 financió la campaña genocida: la de los campos de concentración en Valcheta, Chichinales, Martin García; la de las marchas de la muerte, la de los desmembramientos familiares”. Por todo eso, las expresiones “dan cuenta que la Campaña no terminó, continúa en la ideología y accionar de funcionarios que avalan la muerte, el sometimiento y la invisibilización de pueblos que seguimos resistiendo, y proyectando un nuevo devenir”.
Los firmantes afirman que “intentaron construir un desierto que nunca existió” porque “hubo y hay pueblos que continuamos luchando por defender los espacios territoriales robados, con la dignidad que nos da la lucha de nuestros antepasados para reconstruir otro modo de entender la vida y ser parte del mundo”. Se definen como “trabajadoras y trabajadores de la educación” que no pueden “permanecer indiferentes ante semejante hecho, ante la total falta de ética de este funcionario, que vulnera uno de los derechos básicos, de nuestros niños, niñas y adolescentes, el de la identidad” porque “una amplia mayoría” de ellos “se reconocen mapuches”.
Ellos exigen “la renuncia” de Bullrich porque sus dichos “atentan contra leyes nacionales, provinciales e internacionales que resguardan los derechos de los pueblos indígenas” preexistentes al Estado, entre ellas la Constitución Nacional en su artículo 75, inciso 17. También le reclaman a la ministra de Educación de Río Negro, Mónica Silva, que “se expida al respecto porque su silencio se entiende como cómplice de esta ideología genocida”.
Carlos Rodríguez
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