Aporte desde Cuba
Muchas son las acusaciones a Cuba en cuanto a la libertad de expresión, --traducido en libertad de prensa-- cartelito impuesto por esos grandes medios de la comunicación que se alaban ellos mismos de ser los garantes de emitir la información verdadera, diversificada, objetiva, sin prejuicios, representante de todos los ciudadanos, alejada del gobierno y no defensora de intereses presidenciales. La realidad es otras, los medios de comunicación funcionan hoy como una mercancía en este mundo globalizado sujeto a la oferta y la demanda. Ellos venden, no la noticia, sino al consumidor que a su vez se convierte en sujeto potencial listo para degustar los bienes y servicios ofertados en la sociedad. Sus efectos se hacen notar en la simplicidad; la espectacularidad; el maniqueísmo; la velocidad de decir antes de que se diga; la imposición de modelos foráneos por encima de los valores nacionales; la repetición en los mensajes de que cualquiera puede obtener millonarias sumas de dinero por el golpe de la suerte; el sueño individual de ser famoso, no por el conocimiento, sino por cualidades físicas estéticas que responden a un modelo de pensamiento determinado; la imposición del miedo y el terror ante los actos violentos o catastróficos; el silencio a los acontecimientos que demuestran la cara oculta del capital; la utilización del rumor y el chiste para desacreditar personas, empresas, países contrarios a su ideología. En fin es toda una cultura de poder que responde a los intereses más bajos del mundo capitalista en su lucha por el dominio hegemónico del mundo. Los monopolios de la información juegan hoy con la gran tecnología, porque la transmisión o fabricación de un hecho recorre el mundo en breves minutos con apoyo de imágenes, sonido, texto, fotografías que se transportan en celulares, computadoras portátiles, reproductores de música e imagen, sin descontar los medios tradicionales de prensa plana, radial y televisiva. La investigación de la veracidad de ese hecho puede demorar tanto tiempo que se pierde en la memoria histórica. Esto se ve claro cuando tomamos el ejemplo de Argentina donde dos empresas monopólicas (no rivales, sino aliadas) son dueños de casi todos los medios de comunicación, es el caso de Telefónica Argentina S.A y el Grupo Clarín. La primera posee Telefé, Radio Continental, FM Hit, ocho estaciones provinciales, revista “Gente”, “Para Ti”, “Billiken”, “La Chacra” y “Campo Argentino”. Además, cuenta con Canal 11 de Salta, Canal 8 de Córdoba y Canal 7 de Neuquén, la compañía de TV del Atlántico (a través del Canal 10 de Mar del Plata), Patagonik Film (30 %), y el 20% de Torneos y Competencias (eventos deportivos). Sprayette S.A., Katalyx Argentina S.A., Atento Argentina S.A. y Emergia Argentina S.A. Es dueña de Advance (proveedor de servicio de Internet), Telinver S.A. (empresa que publica las guías telefónicas), Altocity.com S.A. (shopping virtual), Telefónica Data Argentina (servicios Web para empresas), Telefónica Móviles S.A. (telefonía móvil, con su producto estrella: Unifón), Terra Networks S.A. (grupo global de Internet con presencia en 43 países). La segunda posee el diario “Clarín”, “Olé”, “La Razón” (Arte Gráfico Editorial Argentino S.A.), Radio Mitre S.A. (Cadena Mitre, Cadena 100, Cadena Top 40), revista “Elle”, Teledeportes, Multideportes, “Página/12” , diario que ha entrado, en algún momento en el paquete de Canal 9 con Hadad, Papel Prensa, agencia Dyn (23%), Multicanal (que controla a SuperCanal, el tercer cable del país), Canal 13, TN, Volver, Patagonik Film (que tiene una sociedad con Buena Vista, una empresa subsidiaria de Disney). Cuenta además, con el 60 por ciento de Trisa, una empresa que explota los derechos de transmisión de Torneos y Competencias y que, a su vez, controla el 6 por ciento de TyC Sports y el 75 por ciento de TyC Uruguay; y el 100 por ciento de Supreme Ticket. Tiene también el 50 por ciento de la televisión satelital codificada (en sociedad con TyC), y Prima (más conocida como Ciudad Digital). Por tal motivo vemos que en el capitalismo los medios de prensa responden a una política defensora de los intereses de clases de sus dueños presentes en los gobiernos de cada nación; su libertad está obstaculizada por el prisma editorial de a quien pertenece el capital y todo aquello que destruya ese modelo es condenado, atacado, despretigiado, desacreditado y falseado de la manera más burda, fue y es el caso de los países socialistas del este, China, Korea, Irán, Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y todo lo que se pinte diferente. En Cuba los medios de prensa son estatales, responden a los intereses de clase del pueblo cubano, se fomentan los valores educativos, solidarios, de responsabilidad material, de pertenencia a la nación, de masificar la cultura, de generalizar las actitudes positivas de los ciudadanos, de elevar la calidad de vida, de patrocinar las tradiciones y equilibrar los gustos hacia patrones no consumistas y derrochadores. El periodista no es un eslabón suelto, sino un ente que capta los sucesos de la realidad y traduce su mensaje en consonancia con lo antes expuesto y emitiendo, a su vez, su criterio individual. En una palabra, frase, oración o trabajo de género se ve presente la opinión del autor o los autores, y en ello se ve la libertad que tiene el profesional de emitir su juicio, valoración o convicción del tema en cuestión. Ante las condiciones de país subdesarrollado, bloqueado y amenazado por Estados Unidos, no queda otra alternativa que librar una lucha ideológica dentro y fuera del país para sostener el peso del modelo social que se quiere construir sin imposiciones, ni condiciones de los países desarrollados. En Cuba no se vende el sexo, ni la violencia, ni el consumismo. Nuestros medios no disfrutan de la gran tecnología porque no se cuenta con el acceso a los mercados pero con los recursos disponibles se busca educar a la población en los positivo de la esencia humana y con ello lograr un hombre participativo del proceso revolucionario que vive el país y constructor de un modelo económico diferente. Falta, (y no es sólo tarea única de los periodistas cubanos) crear un profesional abierto al lenguaje común, capaz de traducir el cambio, generador de ideas movilizadoras de multitudes, revolucionario en su entorno, libre pensador de la sociedad, mediador en los conflictos humanos, educador, justiciero e investigador de todo lo que acontece en su medio social y con sentido de la imaginación para inventar el periodismo de nuestro tiempo. Ello, quizás, es una quimera pero un sueño lindo de lograr.
Nuria Barbosa León-Periodista de Radio Progreso y Radio Habana
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