martes, 12 de febrero de 2008
DIALOGO CON UNA ASAMBLEÍSTA DE GUALEGUAYCHÚ
"La unidad con los uruguayos es esencial"
“Con esta lucha he crecido como ser humano”. Dice Isabel, teniendo en claro que la instalación de las pasteras ha modificado su vida, “cuando pensaba cerrar el circuito de mi vida, ya estaba grande, tenía todo, me iba a quedar pancha a descansar, sin ver que teníamos por delante, la lucha, que no era todo trabajar y criar los hijos.” Isabel como muchas de las mujeres de la asamblea de Gualeguaychú, permanece cada día en el corte de Arroyo Verde, poniendo el cuerpo a los autos desenfrenados, a los teatrales argumentos de las personas, a los problemas cotidianos que se desenvuelven en el km. 28 de la ruta nacional 136, que se ha transformado en el baluarte de la lucha.
Cada día, en especial durante las temporadas de vacaciones, son muchos los turistas que se acercan para poder ver la pastera. Algunos, sólo quieren curiosear; otros, comparten información de sus lugares y se llevan material para retrasmitir en sus círculos sociales. La barrera sólo se levanta para aquellos que trabajan de uno u otro lado de ambos países, para la gente de vialidad, o para los que sólo quieren llegar a ver Botnia. La barrera se levanta, y comienza el desolado camino hacia el puente internacional. La aduana del lado argentino permanece abandonada, sólo reluce la balanza que la asamblea pidió al gobierno para pesar la carga que iba a Botnia, y la instaló cuando la empresa ya había terminado sus obras de construcción.
El camino avanza circundado por el ordenamiento perfecto de los eucaliptus, se dice que su destino son el aserradero, pero es imposible no recordar que Uruguay para diciembre del 2006 ya tenía un millón de hectáreas forestadas con eucaliptus y pinos clonados, cuyo fin, bien se sabe, son las bocas de las pasteras. Imposible no recordar que Misiones ya perdió el 30 por ciento de sus bosques nativos, que a Botnia no le alcanza con la forestación de las tierras uruguayas, y el litoral argentino se está desvastando para poder abastecer a las pasteras instaladas sobre los ríos Paraná y Uruguay.
A medida que se llega al puente se puede ver como los humedales le dan paso al Río y el imponente puente se levanta uniendo a dos países. El criterio de la asamblea, es que los turistas lleguen hasta allí en compañía de alguien de la asamblea, y sólo hasta la mitad del camino, donde el auto debe girar, y estacionar mirando para el lado argentino.
Justo cerca de la mitad del puente y desde donde se alcanza a leer perfectamente el cartel de “residuos no”, también se encuentra una plaquita de bronce conmemorativa: “PUENTE INTERNACIONAL FRAY BENTOS- PUERTO UNZE- Esta obra fue inaugurada el 18 de octubre de 1976, por los excelentísimos señores presidentes de la República Argentina, Tte. Gral. D. Jorge Rafael Videla, y de la República Oriental del Uruguay, Dr. D. Aparicio Méndez”. Detrás de la placa de bronce, se reencuadra la inmensidad del Río Uruguay recortado por las siluetas de las chimeneas de Botnia.
“Cambian las relaciones entre las personas, la lucha acá te hace crecer en el día a día. Nosotros nunca nos íbamos a imaginar que se iba a llegar a esto.” Reconoce Isabel
En todo este tiempo, la lucha de Gualeguaychú ha parecido rivalizar a dos países, la operación mediática, los argumentos de los gobiernos y funcionarios hacen aparecer un enfrentamiento entre naciones, sin embargo, los pueblos no son los gobiernos, y la gente de la asamblea admite la necesidad y la importancia de la unión entre ambos. “La unidad con los uruguayos es esencial, necesitamos el pie allá porque estamos rengos”. Dice Isabel, desafiando a los que intentan permanentemente boicotear al pueblo uruguayo con una campaña de desinformación acerca de lo que significa la instalación de las pasteras.
Desde un primer momento la empresa finlandesa ha sabido hacerse propio todos los medios para poder imponer su razón, haciendo eco el gobierno uruguayo de sus dichos. ‘Botnia es progreso para Uruguay’; ‘Botnia es puestos de trabajos para los uruguayos’; se difundía en un principio por las tierras orientales. “No juzgo a los uruguayos, los comprendo”, agrega Isabel, entendiendo el proceso de dominación que se ha desplegado. Botnia tenía un programa de televisión, intervino en las escuelas, y en sus currículas escolares, tiene sus propios científicos que realizan las pruebas de contaminación; se involucró en la cultura, en el deporte y hasta en las campañas de medio ambiente. Por último, promueve la feliz integración entre los uruguayos de Fray Bentos y los finlandeses que ahora residen allí porque trabajan en Botnia. Una revista de excelente calidad, por supuesto, que corresponde a Botnia, titula: “Fray Bentos, una ciudad en movimiento”. Hoy de los 5000 obreros que trabajaron en la construcción de Botnia, sólo 300 continúan trabajando, de los cuales el 30 por ciento son ingenieros y técnicos europeos.
“La vivencia diaria te da mucha fortaleza.” Continúa Isabel, al referirse a aquellos que cruzan en busca de mercaderías argentinas, y los espera un remis del otro lado del corte. Estas pequeñas cosas hoy son partes de la lucha que se fueron construyendo en la misma práctica de permanecer y resistir en el corte de ruta.
Hoy existe una asamblea binacional con el Uruguay donde un grupo mandatado de la asamblea de Gualeguaychú participa. Las acciones e intervenciones que se desenvuelven en las tierras orientales son más complejas a la hora de su realización. Por supuesto hay una explícita oposición por parte del gobierno a toda expresión contraria a las pasteras, lo que implica una voluntad política represiva y disuasiva de cualquier tipo de manifestación. Sin embargo, esa minoría uruguaya conciente de las consecuencias directas que implica aceptar a las pasteras, persevera y crece.
Prensa de Frente
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