martes, 12 de febrero de 2008
¿COMO NACIÓ UNA LUCHA QUE LLEVA MÁS DE 4 AÑOS?
La trinchera de Arroyo Verde
La nueva expresión del sistema capitalista se encuentra hoy en una etapa de avance y saqueo de los bienes naturales pertenecientes a los llamados “países del tercer mundo”. Mientras la Unión Europea crea leyes para proteger el medio ambiente, prohibiendo a las pasteras de celulosa la utilización de dióxido de cloro, las potencias arriban a la región con sus “industrias basuras”, en los países ‘periféricos’, con la complicidad de los gobernantes locales.
América Latina constituye el primer centro de atención para la devastadora continuidad de las economías de las potencias. Rica en agua, minerales, gas, petróleo, biodiversidad y tierras fértiles aptas para cualquier tipo de cultivo. En 1992, el vicepresidente del Banco Mundial, Laurence Summers, aconsejó en un discurso:“Entre nosotros, ¿no debería el Banco Mundial alentar una mayor transferencia de industrias sucias al Tercer Mundo? Numerosos países se encuentran muy limpios, por lo que sería lógico que recibieran industrias sucias y residuos industriales ya que tienen una mayor capacidad de absorción de contaminación sin que produzcan grandes costos. Los costos de esta contaminación están ligados al aumento del retroceso de la mortalidad. Desde este enfoque, una cierta cantidad de contaminación perniciosa debiera ser realizada en países con costos más bajos, con menores salarios, por lo que las indemnizaciones a pagar por los daños serán también más bajas que en los países desarrollados. Creo que la lógica económica que existe en la exportación de una carga de basura tóxica a un país con salarios más bajos, es impecable y debemos tenerla en cuenta. Las sustancias cancerígenas tardan muchos años en producir sus efectos, por lo que esto sería mucho menos llamativo en los países con una expectativa de vida baja, es decir en los países pobres, donde la gente se muere antes de que el cáncer tenga tiempo de aparecer.”
En la zona de la cuenca del Río Uruguay la instalación de industrias sucias que producen pasta de celulosa ya ha arrancado su carrera, y van por más. A unos doce kilómetros del Puente Internacional San Martín que une a la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, con la ciudad uruguaya de Fray Bentos, se encuentra ‘la trinchera de Arroyo Verde’. Allí permanece ya por más de un año y dos meses el corte de ruta más largo de nuestra historia, que impide el paso a las tierras uruguayas, a causa de la instalación de la pastera de capital Finlandés, Botnia.
“En el 2002, un grupo uruguayo que se llama Guayubira, dio la voz de alerta a los entrerrianos, se enteraron de lo que iba a pasar, que venía ENCE primero (pastera de capital español), y ellos alertaron a los ecologistas de acá, de Gualeguaychú, que en ese momento eran pocos.” Cuenta Alejandra, una de las asambleístas de Gualeguaychú. A partir, de ahí arranca la historia, este grupo de ecologistas comienza a difundir el tema por radios, diarios y volantes . “Pero es como que no había mucha organización y decisión.” Reconoció en dialogo con Prensa De Frente Alejandra. “Hacia octubre del 2003 se hizo la primera marcha, fue una abrazo simbólico con el Uruguay, entre uruguayos y argentinos, creo que fueron 500 personas esa vez.”
Se siguió avanzando con el tema y se conforma el grupo de vecinos autoconvocados y se empieza a constituir la asamblea. Hasta que para el 2005 se hizo un gran trabajo de concietización hacia el pueblo de Gualeguaychú. Se difundía lo que significaba la instalación de las pasteras en la cuenca del Río Uruguay a través de material audiovisual que les acercaba el grupo Guayubira de Montevideo. Así se llegó a pasar el material y dar charlas, escuela por escuela. “En una de esas escuelas estaba trabajando yo, y ahí me enteré" dijo Alejandra y agregó "Fueron repartieron unos folletos con la información básica. A los chicos les llegaron mucho las imágenes de este video, y a nosotros también. Realmente no estábamos enterados”.
Así, con la noticia de la construcción de la pastera comezaron a organizar la convocatoria de más gente a la lucha. Durante los fines de semana se recorrían las calles de Gualeguaychú con un auto que llevaba dos parlantes y una batería, desde donde se transmitía con música e información lo que estaba pasando y de esta manera, se convocaba a la gente para participar en las asambleas.
El 30 de abril del 2005 el puente internacional se llenó de gente, fue la primera marcha masiva donde se encontraron más de 40 mil personas, argentinos y uruguayos, unidos en otro abrazo simbólico contra la instalación de Botnia y ENCE. “Ese día estaba todo el mundo, nadie pensaba que iban a estar todos. Era todo Gualeguaychú, mirábamos a los costados y teníamos a los vecinos, a los amigos, los compañeros de trabajo, los alumnos, y no paraba de llegar gente.” Recuerda Alejandra, admirada por la reacción que tuvo el pueblo, que se fue reproduciendo durante cada año.
La asamblea de a poco se iba conformando. A partir de ese 30 de abril el tema comenzó a internarse en la conciencia del pueblo. La asamblea se fue abriendo, invitando a vecinos, conocidos, amigos y familiares. “Empezamos a organizarnos con las volanteadas, mandar comunicados a los medios, armar los textos, coordinar a qué hora se volanteaba, quién iba, quién no iba. Entonces ahí comenzó la comisión de acciones. O sea, la asamblea decidía una acción, y la comisión de acción la ejecutaba, o veía como se hacía, después participaba todo el mundo”.
Las medidas de lucha que se habían tomado, parecían no ser suficientes. Por un lado se socializó la información hacia la población; por el otro se siguieron las medidas legales, pero no había respuestas por parte del Gobierno de la Nación, ni de la cancillería, fue así como, “pensamos en pasar a medidas un poco más fuertes”, aseguró Alejandra.
Llegó el corte de ruta. La estrategia era visibilizar el conflicto a nivel nacional e internacional, entorpecer el paso de mercaderías, en particular los camiones que llevaban materiales para Botnia. Masificar lo que estaba sucediendo. “Nadie había cortado una ruta, le buscamos todas las vueltas, pero llegado el momento decidimos hacerlo. Había que ir y cortar y no quedaba más remedio. Nuestros primeros cortes fueron de pocas horas, de dos y tres horas. No sabíamos como hacer un corte, no teníamos experiencia, se fue aprendiendo todo acá, a costa de equivocarse. Había veces que anunciábamos a una hora el corte y nos encontrábamos que los turistas pasaban dos horas antes, porque estaba anunciado y por allá se quedaban un par en el camino, que esos sí se ponían pesados. Entonces muchas veces se armaba un grupito de duros, que iba a armar antes el corte de la hora anunciada y después íbamos nosotros.”
Antes de llegar a Arroyo Verde, una trinchera natural, donde la ruta está atravesada por un arroyo, y sólo se obstaculiza el paso con un acoplado y una barrera que tiene un candado, se cortaba esporádicamente en el cruce de la ruta 136 y la ruta 20. Allí, cuenta Alejandra, “primero parábamos los camiones, que suponíamos que podían pasar materiales para Botnia, eso fue a comienzos del 2006. Nos tirábamos delante de los camiones para que pararan y nos mostraran la hoja de ruta, para ver a dónde iban, qué llevaban. Obviamente no teníamos autoridad para hacerlo y la gendarmería como control, tampoco lo hacía por nosotros.”
Ante esta presencia en las rutas de los asambleístas el gobierno se mantuvo en silencio, sin ordenar a las fuerzas de seguridad la disuasión del conflicto a través de la represión. “Dejaba hacer”. Optó por la estrategia del desgaste, pero se le fue de las manos. “Nos dejaba porque creía que nos íbamos a cansar, que iba a ser cosa de un tiempito, creo que nunca pensó que iba a crecer tanto el movimiento. En su momento pudo levantar el corte, no lo hizo, y después pasó a ser un costo político tan importante que nunca lo tomó. ”
Dentro del Estatuto del Río Uruguay, son varios los capítulos que se contradicen con la instalación de Botnia. En particular, el capítulo II, que refiere a ‘la navegación y a las obras a realizarse’; el capítulo VII, donde se describe ‘el aprovechamiento de las aguas’, el capítulo IX, acerca de la ‘conservación, utilización y explotación de otros recursos naturales’, y el capítulo X, que se titula ‘Contaminación’. Se encuentran totalmente incumplidos los artículos acordados entre ambos países, que procuran preservar las aguas del río y la biodiversidad que lo rodea. La Comisión Administradora del Río Uruguay (C.A.R.U) no se ha hecho responsable de informar y evaluar debidamente si la realización de las obras afectaría a una de las partes. Tampoco se hizo un referéndum del lado argentino para considerar la aceptación de la instalación de las pasteras.
Ante esta violación por parte del gobierno uruguayo, la asamblea de Gualeguaychú presionó desde un primer momento al gobierno nacional argentino para que apele a la Corte Internacional de la Haya, como lo establece el propio estatuto. Sin embargo, el gobierno de Néstor Kirchner accedió a esa instancia legal, cuando se sabía que al momento en que la corte diera el veredicto, la planta ya iba a estar funcionando. La Haya aún no se ha expedido, por lo que la asamblea intervino con una medida cautelar para que hasta que no esté la resolución, Botnia no continúe produciendo. Esta medida fue rechazada por la misma corte. Más allá del reclamo, no hay confianza en la corte internacional, se sabe que sus jueces son los representantes de los países que lideran la economía mundial.
“El veredicto de la Haya se espera para fines del 2008, nosotros no tenemos esperanzas de que falle a favor nuestro. El gobierno muchas veces ha dicho ‘fuimos a la Haya porque ustedes lo pidieron’; ‘hicimos lo que ustedes pidieron’. Lo pedimos porque lo decía el estatuto, lo tenía que hacer desde el primer momento en que se enteraron del incumplimiento.” Manifiesta Alejandra.
Existe un grupo técnico que es parte de la asamblea, y que trabaja en la parte de investigación científica sobre los elementos contaminantes que puede llegar a ocasionar la planta. No obstante, este grupo estuvo bastante discutido, ya que, refiere Alejandra, “cuando la asamblea se conformó se dijo que se iba a mantener en el plano de lo social, y que llegar a conformar grupos técnicos muy específicos, sobre el tema de la contaminación podría llegar a hacer que cayéramos en una trampa. Porque nosotros no estamos discutiendo si contamina un poquito más un poquito menos, estamos discutiendo que no queremos ahí a esa planta, o sea, no queremos ningún nivel de contaminación. Si entras en un argumento técnico, estás aceptando que va a estar la planta.”
Hoy la lucha de Gualeguaychú es una referencia para muchas otras luchas que se están dando hacia el interior del país. “Nos dimos cuenta que Botnia era solo la punta del cabello de un gigante que no sabíamos donde terminaba.” Compara Alejandra, al pensar en la dimensión que ha tomado el conflicto. La instalación de las minas a cielo abierto; el monocultivo de soja transgénica; la deforestación; el exterminio de los bosques nativos; la extranjerización de la tierra, el éxodo rural; la precariedad de la vida, son las distintas variables que responden a un mismo modelo económico impuesto, de saqueo, pobreza y vaciamiento de las riquezas naturales.
Es por esta razón que uno de los puntos claves de esta lucha es la articulación con las demás luchas territoriales para potencializar el conflicto. La Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), es un espacio nuevo, cuya creación responde a esta necesidad, donde el reclamo de la Asamblea de Gualeguaychú, Colón y Concordia contra la instalación de las pasteras se une junto a otras voces que, en todo el país, denuncian este sistema injusto y desigual.
Prensa de Frente
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