domingo, 5 de agosto de 2007

RECORRIDA HOSPITALARIA.


Prensa de Frente

Con esta nota, iniciamos un recorrido nocturno por las salas de guardias de los hospitales públicos. En este caso el Rivadavia y el Ramos Mejía de la Ciudad de Buenos Aires. Consecuencias no ocultas de las políticas neoliberales aplicadas en el país aun hoy: las salas de espera de los tres hospitales porteños, en pleno estado de abondono estatal, se pueblan noche a noche de personas que duermen allí para cobijarse del frio. Mientras, la crisis habitacional avanza.

Ubicados en puntos clave de la ciudad, el Rivadavia en Recoleta, y el Ramos Mejía en el barrio de Once brindan a la geografía nocturna una imagen que se repite en buena parte de los hospitales publicos, entregados a un improvisado rol: el de ser refugió publico.

Algunos concurren a los hospitales porque directamente no tienen ningún ingreso, más que el que reúnen pidiendo limosnas, pero hay quienes aún trabajando, en negro, no llegan a cubrir los costos para alquilar una pensión (no hablemos de un departamento). Carlos Rojas, de 52 años, contó su experiencia a Prensa de Frente: "Me ves acá, pero yo trabajé de camionero casi 20 años. En el 2002 me dejaron sin empleo y busqué y busqué, pero por mi edad nadie me da trabajo, no tengo hijos, soy separado. Hago changas, pero la verdad que alquilar algo es imposible, si hasta una pensión cuesta como 500 pesos y a mi apenas me alcanza para comer, por eso a la noche venimos con otras personas a refugiarnos acá". Los asientos para esperar ser atendidos cambian se transforman en camas y allí descansan personas viejas, jóvenes e incluso chicos mal abrigados.

La reducción de los servicios aplicados por las políticas vaciadoras, hicieron que las guardias sean insuficientes para atender a los pacientes, quienes deben armarse de muchísima paciencia para ser revisados. Los trabajadores de la salud hacen todo lo posible por cumplir con su deber, pero aunque pongan toda su voluntad, no hay insumos para las curaciones básicas, no ya de casos complejos. Los tres edificios tienen la mayoría de los baños sin funcionar. La excepción: el Rivadavia, por las noches no tiene sanitarios habilitados.

El frio que afuera hace doler las manos, aquí dentro al menos se soporta, a pesar de la falta de vidrios en ventanas y puertas. Las personas sin hogar se abrigan como pueden se amontonan unas con otras. Los pacientes aún con sus dolencias ceden sus asientos para que algún recién llegado con sus bolsas a cuestas puedan descansar. "A pesar de que me duele muchísimo la espalda desde muy temprano, no me molesta darles el asiento a estas personas que la sufren todos los días, si hasta me da pudor estar quejándome de lo mío. Esto me resulta nuevo, si bien siempre ha habido pobreza, no a este nivel. Lo que los políticos han hecho, el nivel de destrucción de lo social es increíble" remata Mónica López, una señora de alrededor de 60 años, quién efectivamente cedió su asiento a un viejito recién llegado al refugio médico.

Prensa De Frente entrevistó a la médica que esa noche se encontraba de guardia en el Hospital Rivadavia, quien accedió sin dar su nombre real, "por las dudas", aclaró: "realmente estamos ante una realidad que nos supera increíblemente. Acá no contamos con lo mínimo indispensable para atender a los pacientes como debe ser, no hay guantes, remedios, camillas, ni siquiera funcionan los baños y esto sucede en todos los hospitales de la ciudad y también en provincia. La cantidad de gente que hay acá cada día crece más. Al principio eran unos pocos pero luego llegaron mas y mas y con este frio tremendo que hace, como no van a venir? La sociedad está en crisis, a nadie le importa lo que está sucediendo, sabes lo que va a ser esto cuándo asuma el próximo gobierno de (Mauricio) Macri?".

Con el correr de la noche, la sala de guardia del Ramos Mejía también siguió llenándose y, como era de esperar, los "refugiados" superaron en cantidad a los pacientes.

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