Cuando miles y miles de desocupados piqueteros acompañados por fuertes columnas de sindicatos clasistas nos acercamos desde tres columnas convergentes que partieron sincronizada mente desde el Obelisco, Constitución y la Plaza de Mayo al Ministerio de Desarrollo Social nos esperaban centenares de policías de la Ciudad de los batallones de Infantería armados hasta los dientes.
El operativo tenía la intención de desalojar el anunciado acampe del Polo Obrero, Barrios de Pie, CUBa MTR, MAR, Votamos Luchar, MTR 12 A COTEL, entre otros, mediante la represión como lo había hecho por la mañana con los compañeros del FPDS ,FOL ,MTD en la autopista25 de Mayo, valiéndose de la cobardía y complicidad de la burocracia sindical de la CGT y las CTAS, que organizaron ese día una jornada de regimentación de la clase obrera sin paro, con una débil movilización de aparato que disolvió rápidamente luego de ir de Once hasta la avenida 9 de Julio.
Valiéndose de esa regimentación, el gobierno creyó que podría desalojar por la fuerza la determinación de las organizaciones piqueteras de acampar en rechazo a la política social y económica ajustadora de Macri y el FMI y que levanta un programa elemental frente a la enorme pobreza que, a diciembre del 2018, alcanza 13 millones de pobres y tres millones de indigentes.
La derrota de la represión fue total. Una enorme multitud de más 20.000 trabajadores ocupados y desocupados no sólo no retrocedió un paso sino que rodeó a la infantería y la obligó a replegarse hasta cortar la totalidad de la 9 de Julio, incluyendo los “sagrados” carriles del Metrobús.
El intento represivo tuvo heridos de bala de goma y de gas pimienta, pero los altos mandos entendieron que no íbamos a retroceder y secuestraron a la compañera Lidia, de la CUBa MTR de La Matanza y organizadora de un comedor popular, que resistió el ataque dando muestras de un alto grado de militancia combativa, a pesar –o tal vez por eso mismo– de sus 60 años y una salud deteriorada. La multitud piquetera, con todas las direcciones a la cabeza, no se movió un milímetro hasta que fue arrancada de las garras represivas y festejó su liberación inmediata como lo que fue, un primer triunfo de la movilización popular.
Simultáneamente, hubo acampes y cortes en 20 provincias, entre ellas, Córdoba, Mar del Plata, San Juan, Chaco e interior de la provincia de Buenos Aires (Pergamino), mientras además acampamos y cortamos rutas y calles en Misiones, Salta, Corrientes, Rio Negro, Mendoza, Tucumán, Tierra del Fuego y San Nicolás.
La derrota propinada (la segunda en cuatro meses) por el movimiento piquetero heredero del Argentinazo a la intentona represiva del gobierno, tiene enorme significado para toda la clase obrera. Por un lado, rompió la regimentación de la jornada del 4 de la burocracia sindical, mostrando la fuerza de la movilización cuando esta está al servicio de las reivindicaciones obreras; por otro, fortalece objetivamente a la clase obrera y al movimiento popular, mostrando el camino para derrotar el ajuste y su complemento represivo indispensable.
Balance
La jornada del 4 dejó grandes enseñanzas para las masas oprimidas. Por un lado, por la obvia capitulación de la CGT y las CTAs frente al ajuste de Macri y los gobernadores, frente a las patronales que marcharon –en muy menor medida, claro–, que quieren que la crisis la paguen los trabajadores mediante despidos y reformas laborales que ataquen las conquistas obreras históricas. Por este motivo es que no llaman a parar y levantaron un programa patronal en su “paseo” por el Once.
Pero por otro lado, referenció, tal vez como nunca hasta hoy, en el vértice opuesto, al Plenario Sindical Combativo (PSC) que con el SUTNA, la UF Oeste, AGD-UBA, Ademys, CICOP, los SUTEBA Multicolores, delegados y directivos de Telefónicos, Subte, Gráficos, Estatales, INTI etcétera y una enorme columna piquetera del Polo Obrero, el MTR 12 de Abril, CUBa-MTR, Votamos Luchar y Teresa Vive, marchó a la plaza para impulsar el paro activo nacional de 36 horas y un plan de lucha para imponer un pliego de reivindicaciones obreras y derrotar el ajuste. El PSC planteó una perspectiva y un programa para toda la clase obrera.
Esta enorme movilización del sindicalismo combativo llenó la plaza del poder político y luego marchó uniendo a los piqueteros que íbamos a acampar a la 9 de Julio con los obreros clasistas, forjando un nuevo paso en la unidad de ocupados y desocupados. Esta fuerza y unidad estuvo también en los cálculos represivos que retrocedieron ante la multitud.
Consumada la victoria contra la represión, el gobierno sintió el golpe que le propinamos y comenzó una serie de llamadas para negociar. Habíamos ganado la primera batalla, íbamos por la segunda, con un método, y mostrando la voluntad inquebrantable de los piqueteros de luchar hasta ganar.
Entrada la noche y con el acampe a pleno llegaron rumores, luego confirmados por funcionarios, de una reunión de emergencia de la ministra Stanley y Macri. La envergadura de la crisis social y la tenacidad piquetera abrían una crisis política, mostrando por un lado que el ajuste no tiene límites si no lo paramos con la “lucha ahora” y, por otro lado, que es posible derrotar el ajuste luchando.
Los funcionarios que establecieron la negociación con las organizaciones señalaron con claridad que el impacto de la medida transmitida en cadena por los medios y que contó con una enorme solidaridad de numerosas organizaciones populares –con la lamentable excepción del PTS–,fue decisiva para que pusiera sobre la mesa una propuesta concreta que se materializara, según propusieron, en un aumento de los montos de los programas, mayor cantidad y calidad en los alimentos para los comedores populares y la apertura de los programas para el ingreso de los miles de compañeros que sufren la desocupación y están desamparados, que son arrojados a la indigencia, tres de los reclamos de las organizaciones que el gobierno rechazó el día anterior.
Las asambleas y reuniones de delegados que se realizaron allí mismo deliberaron sobre si aceptar la reunión del martes que viene, donde se materializará en números la propuesta gubernamental y levantando la medida de acampe por 24 horas sobre la principal avenida del país, lo que solo fue aprobado sobre la base del compromiso unánime de todas las organizaciones de que si el martes 9 no hay una propuesta aceptable, el 11 y 12 vuelve el acampe en todo el país.
Eduardo Belliboni
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