domingo, 28 de abril de 2019
A 40 años del primer paro nacional bajo la dictadura
La conferencia de prensa donde la Corriente Federal de Moyano y Palazzo y las CTA anunciaron la marcha a Plaza de Mayo que acompañará el paro parcial del 30 culminó con un homenaje “solemne” a los dirigentes que encabezaron el “primer paro nacional contra la dictadura”, del cual este 27 de abril se cumplen cuatro décadas.
¿Pero qué significó y cuál fue el alcance de aquel paro de 1979, decretado por la llamada “comisión de los 25”, donde revistaban, entre otros, Lorenzo Miguel (UOM), José Rodríguez (Smata), Roberto Digón (tabacaleros) y Saúl Ubaldini (cerveceros)?
Resistencia obrera
La única oposición al golpe del 24 de marzo de 1976 provino de la clase obrera (1), que lo enfrentó parando 200 fábricas, mientras la burocracia se borraba y la clase capitalista lo aplaudía. Esa resistencia heroica se prolongaría con huelgas y semi huelgas arrancadas desde la base en gremios como las de Luz y Fuerza, telefónicos y ferroviarios y algunos conflictos puntuales. La resistencia de los trabajadores se consolidaba, pero para abril de 1979 el movimiento aún no había madurado para un paro nacional. El activismo había sido desangrado por la represión y la organización fabril de base, desarticulada salvo honrosas excepciones. En esas condiciones, el paro convocado por “los 25” fue una medida aventurera, inconsulta y desorganizada. “El paro de una burocracia en descomposición” tituló Política Obrera el 1 de mayo de 1979, a modo de balance.
Desde el golpe, la dictadura había intervenido a la CGT y a otros 90 sindicatos. Tres años después, la burocracia sindical se encontraba dividida entre un ala ultracolaboracionista –denominada Comisión Nacional del Trabajo (CNT), encabezada por Jorge Triaca– y la ya mencionada “comisión de los 25”, integrada por la facción peronista de la “ortodoxia verticalista”, que era segregada por los militares. Esta última había tomado registro de las luchas parciales y hasta moleculares, pero cada vez más intensas, de los trabajadores que oponían resistencia a la dictadura genocida. El paro convocado por “los 25” aquel 27 de abril fue una tentativa de presionar a la dictadura para que esta le hiciera un lugar en las discusiones, especialmente, en las referidas a la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales, sancionada por Perón, que hasta el día de hoy garantiza el “unicato” burocrático y, al mismo tiempo, la injerencia del Estado en las organizaciones obreras. Aquella reforma impulsada por los militares planteaba, entre otras cosas, la disolución de la CGT y de los sindicatos nacionales, la usurpación de las obras sociales y una reconfiguración de las organizaciones sindicales, atomizadas, bajo la tutela de las fuerzas armadas, poniendo en riesgo las posiciones de la burocracia.
“Los 25” y la dictadura
La burocracia de “los 25” nunca dejó de subrayar su vocación de diálogo con los militares. El movimiento obrero incubaba la tendencia a la huelga general contra la dictadura, aun bajo las terribles condiciones impuestas por la dictadura videliana. Desde el golpe, los salarios se habían derrumbado, pero a comienzos del año 79, entre enero y marzo, el poder adquisitivo de los trabajadores había retrocedido casi el 20%. El paro de “los 25” tuvo la finalidad deliberada de abortar la tendencia a la huelga general, como lo expresaron con claridad en un comunicado:
“De continuar esta situación, muy pronto el país daría una actitud de protesta masiva. Es por ello que decimos que esta hora de responsabilidades golpea nuestras conciencias… El sindicalismo organizado, sus dirigentes responsables, no pueden estar ausentes, advirtiendo por medio de una PROTESTA NACIONAL que elimine la posibilidad de anarquía que ya se está manifestando y por ende la vigencia de ideas contrarias al ser nacional, no hay dudas, único camino que la subversión puede usar en nuestro país” (citado en Política Obrera #294, 1/5/79). La apropiación del lenguaje cuartelero delata el propósito reaccionario de esta burocracia, embellecida cuatro décadas más tarde por el moyanismo y los nac&pop de distinto pelaje.
“Los 25” no hicieron nada por garantizar el paro. Sin embargo, se cumplió en las fábricas automotrices del Gran Buenos Aires, en los ferrocarriles Roca, Mitre y Sarmiento, en algunas metalúrgicas y algunos gremios chicos. En muchos casos, el paro se llevó a cabo bajo el impulso de una vanguardia que ya venía desarrollando procesos de lucha, como en el caso de Mercedes Benz. En cambio, en el vidrio y textiles, por ejemplo, no paró nadie. Tampoco en Córdoba, cuna del ascenso histórico más importante del proletariado industrial. Por supuesto, la CNT, el sector más obsecuente de la burocracia, simplemente carnereó la medida.
El paro fue anunciado el 21 de abril. Inmediatamente, la dictadura intimó a los dirigentes a comparecer ante la Dirección Nacional de Relaciones Laborales. Se presentaron todos, conscientes de que serían detenidos, como efectivamente ocurrió, librando el cumplimiento de la medida a su surte en cada gremio.
Nuestra política
Nuestra organización, todavía denominada Política Obrera en aquel entonces, denunció a la burocracia y sus propósitos y planteó llamar a asambleas de fábrica para discutir concretamente, caso por caso, el cumplimiento del paro y su modalidad, evitando cualquier aventura o provocación que pudiera descabezar al activismo, y llamar al frente único de todas las corrientes obreras para impulsar la organización sindical en las fábricas. El programa que levantábamos planteaba el aumento salarial de emergencia del 100%, fuera los interventores de los sindicatos y de la CGT, pleno funcionamiento de las comisiones internas y cuerpos de delegados, libertad de los activistas presos y secuestrados, paritarias libres.
Con todo, el paro parcial e improvisado del 27 anticiparía la crisis política de la dictadura, que a partir del año 79 sería patente. Las tendencias a la huelga general seguirían consolidándose hasta desembocar en el “porteñazo” del 30 de marzo de 1982, cuando 50 mil trabajadores convocados por la CGT chocaron durante horas con la policía en las calles de la ciudad de Buenos Aires.
Cuarenta años más tarde, no en vano la burocracia sindical reivindica la movida de “los 25”. Se apresta, nuevamente, a convocar a un paro parcial e inconsulto, que no tiene por perspectiva canalizar la bronca obrera y popular frente al derrumbe del macrismo sino dosificar la protesta, llevando agua al molino de un relevo encabezado por una facción del pejotismo.
La vanguardia obrera y juvenil debe unir los hilos de la historia para sacar conclusiones revolucionarias.
Jacyn
(1) Ver “La lucha de la clase obrera contra la dictadura”, de Matías Villar, en Prensa Obrera #936, 9/3/06.
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