Las primeras elecciones adelantadas han sido una expresión del derrumbe del macrismo, de un lado, y de los límites inocultables del kirchnerismo para canalizar esa declinación política. El domingo pasado, Cambiemos no llegó al 6% de los votos en Río Negro y salió tercero con el 14% en Chubut, ello, cuando en 2017 había peleado el primer lugar. La decisión del macrismo de “celebrar” la victoria de las listas de los gobernadores locales, o incluso de darles un guiño, como ocurrió antes en Neuquén, sólo vino después de verificar la caída en picada de sus propios candidatos. Por el lado del kirchnerismo, con las elecciones del domingo se suman ya tres derrotas provinciales, sumando la del neuquino Ramón Rioseco. Las presentaciones del FpV en estos distritos no sólo se han dado en el marco de la unidad pejotista. Desde el punto de vista del programa, le pelearon a las otras listas la representación de los lobbies capitalistas locales. El caso más claro es el de Rioseco, que se presentó como el más enérgico abanderado de las petroleras de Vaca Muerta.
La unidad pejotista
De las derrotas en estos distritos, sin embargo, la conclusión que ha sacado el kirchnerismo es la de reforzar su carácter de fuerza del régimen. En Córdoba y Misiones, los K han bajado sus listas, para contribuir a la “unidad peronista”. En Santa Fe, las Paso han servido para un armado pejota-kirchnerista que le colectará votos a Omar Perotti, un defensor del capital sojero que, después de haber recibido la bendición de Cristina… señaló que no apoyará a ningún candidato presidencial. En Tierra del Fuego, el kirchnerismo apoya a la ajustadora Rosana Bertone. Pero una expresión mayúscula de esta confluencia política son las tratativas en curso, entre massistas, el FpV y pejotistas federales, para presentar un único candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires, incluso en la variante de que concurrieran con candidatos presidenciales diferentes, con el propósito de derrotar a Vidal. Algunos han interpretado los desistimientos electorales de los K en varias provincias como una señal de que Cristina efectivamente se presenta, y que por eso no quiere cargar con el peso de derrotas distritales previas. Pero en cualquier caso, esos 'desistimientos' son en favor de los gobernadores del ajuste, lo cual retrata al carácter de la coalición política que, en el caso de ser candidata, Cristina encabezaría.
Las "fuerzas" provinciales
La victoria de los gobernadores locales ha llevado a que se derramen ríos de tinta en torno del supuesto “vigor de las alternativas provinciales”. Pero en las vísperas de una elección presidencial, y en medio de una manifiesta crisis de régimen, la fuerza de las “alternativas locales” es sólo una expresión negativa de la desintegración que recorre a los bloques que se candidatean para pilotear la bancarrota nacional. En las últimas horas, la Formosa de Gildo Insfrán se ha sumado al largo pelotón de elecciones anticipadas, lo que reduce a sólo cuatro distritos los que harán comicios simultáneos con los presidenciales.
Los ganadores provinciales -como el rionegrino Alberto Weretilneck y su gobernadora electa- han anunciado que se declararán prescindentes en la elección nacional. Los diarios le atribuyen una “sana administración” a los gobernadores ganadores. Por un lado, han sido protagonistas de ajustes drásticos del gasto salarial y social, particularmente en Chubut. Por el otro, han acumulado deudas y contradicciones explosivas a corto plazo. Es el caso de la deuda pública dolarizada de Chubut, así como de la deuda de sus cooperativas eléctricas con el mercado mayorista de energía (Cammesa), a causa de los tarifazos, y que el gobierno provincial deberá afrontar.
eretilneck, a su turno, carga con una hipoteca similar en la compañía de energía provincial, que lo obligará a “¡reducir el suministro!” (El Cronista, 10/4) desde la semana posterior a la elección. Los “sanos” administradores de provincias no escapan, de ningún modo, a la quiebra nacional, aunque hayan logrado demarcarse de esa quiebra frente a una parte del electorado.
Los comicios provinciales tampoco le han agregado vitalidad al emprendimiento de Roberto Lavagna, cuya pretensión de “gran armado frentista” no parece superar por ahora a los radicales disidentes del macrismo y al socialismo santafesino.
Al día siguiente de las elecciones en Río Negro y Chubut, volvió a subir el riesgo país -justamente, los especuladores juzgaron como “negativos” a los resultados electorales. Naturalmente, el pulgar para abajo del capital financiero -expresado también en un aumento colosal de los seguros contra defol- se relaciona con un escenario de conjunto, donde las metas de cumplimiento fiscal con el FMI se encuentran comprometidas, ahora, por la caída en picada de la recaudación de impuestos, en el cuadro de un derrumbe económico general. La ausencia de vitalidad de las “grandes” alternativas nacionales, del macrismo al kirchnerismo, expresa el compromiso de todos ellos con la salida fondomonetarista. El gobierno acaba de pedirle “perdón” al FMI por las metas incumplidas de su acuerdo. Pero los pretendidos opositores preparan un perdón similar para después de octubre. En el lenguaje del Fondo, ello implica convertir el actual acuerdo stand by en otro de “facilidades extendidas”, o sea, un reciclaje de la deuda a un plazo mayor, a cambio de concesiones sustanciales -la reforma jubilatoria es la primera de ellas. El hilo que une a Macri con Lavagna, pero también con Cristina-Kicillof, es este incierto “reciclaje” de la cuantiosa deuda externa.
El lugar del Frente de Izquierda
En estas condiciones políticas, y volviendo a las elecciones adelantadas, el Frente de Izquierda defendió su votación y sus posiciones parlamentarias en Neuquén. Con una implantación previa menor, obtuvimos el cuarto lugar en Río Negro y Chubut, donde superamos el piso proscriptivo de las Paso. Hacia adelante, importa separar a los trabajadores de los bloques políticos que han dominado las elecciones provinciales hasta aquí. Presentando un programa que haga eje en la ruptura con el FMI en el marco de una reorganización económica y social de los trabajadores. En suma, están dadas las condiciones para una enérgica campaña política de conjunto del Frente de Izquierda, que presente una salida obrera y socialista a la crisis nacional, y se sirva del prolongado proceso electoral como un formidable campo de agitación política, en conexión con la lucha del clasismo y del movimiento piquetero que ha rechazado la cooptación oficial. Es necesario que el FIT apure un acuerdo integral en todos los planos para poner en marcha esa tarea.
Marcelo Ramal
No hay comentarios:
Publicar un comentario