viernes, 5 de mayo de 2017
A 41 años de la ocupación militar del Hospital Posadas
Reproducimos la nota publicada el 28 de marzo del 2017 a raíz del favorecido del 2x1, Luis Muiña, y el rol que cumplió en el Hospital Posadas para derrrotar un proceso revolucionario obrero y popular.
La tradición de lucha de los trabajadores del Hospital Posadas
Hoy, mientras aún seguimos peleando por la condena a todos los genocidas como Milani y la apertura de todos los archivos de la dictadura, tenemos que reafirmar frente a un Gobierno que lo niega, que fueron 30.000 desparecidos y que no fue una “guerra” entre dos bandos sino un genocidio de la clase capitalista hacia los trabajadores y los estudiantes, que cuestionaban el orden estatuido.
Por eso al cumplirse 41 años de la ocupación militar del hospital, queremos refrescar aquella tradición de lucha que nos antecedió. Reproducimos un extracto de una nota publicada hace un tiempo en La Izquierda Diario: La tradición de los trabajadores del Hospital Posadas
Los trabajadores frente a la dictadura
Los trabajadores y trabajadoras del Hospital Posadas sufrieron las consecuencias de la última dictadura militar de la misma forma que los trabajadores de decenas de fábricas y establecimientos de la zona, o incluso peor, ya que en el predio del propio Hospital, donde hoy está la escuela de enfermería dependiente de la Universidad de Buenos Aires, funcionó un Centro Clandestino de Detención, conocido como “El Chalet”, y hubo decenas de trabajadores detenidos, muchos de ellos en su lugar de trabajo, de los cuales al menos 11 continúan desaparecidos. En el 2012 la sala IV de la Cámara Federal de Casación confirmó las condenas dictadas en contra de los imputados por estos crímenes de lesa humanidad Reynaldo Antonio Benito Bignone, Luis Muiña e Hipólito Rafael Mariani a las penas de 15, 13 y 8 años de prisión, respectivamente. Ellos mismos ocuparon el Hospital a sólo unos días del golpe, el 28 de marzo de 1976.
Sólo durante las primeras 24 horas luego de la ocupación del Hospital, hubo más de 30 detenciones, algunas en los lugares de trabajo, otras a partir de las clásicas listas negras, que confeccionaban los militares y que utilizaron para “filtrar” durante la entrada al Hospital a trabajadores, familiares y pacientes, que eran detenidos ahí mismo. A su vez un “grupo de choque” (conocido como SWAT) funcionaba permanentemente en el Hospital, con el objetivo de amedrentar, amenazar, insultar y generar temor entre los trabajadores y pacientes. Esos ataques también se extendieron a la Villa Carlos Gardel, ubicada atrás del Hospital. Ambos sectores, trabajadores del hospital y habitantes de la villa, habían sido los protagonistas de un enorme proceso de lucha unos años antes.
La toma del Hospital y la elección directa de las autoridades
La ocupación del Hospital Posadas por parte de la dictadura fue una respuesta a la lucha y organización de los trabajadores, y a la vez parte de un proceso más general en el movimiento obrero durante la llamada “primavera camporista”, por eso la toma del Hospital se va a dar en el marco de una ocupación más generalizada de gran parte de los hospitales públicos de Capital Federal.
Durante la dictadura de Lanusse, y casi en paralelo a la masacre de Trelew, en el ’72 desplazan a la Sra. Molina, quien había logrado un puesto de jerarquía en el Hospital entre el sector no médico, suprimiendo la relación asimétrica que se había instalado entre los trabajadores no médicos del Hospital respecto de los Jefes médicos de los Servicios. El hecho de que una mujer tuviera un cargo con tantas responsabilidades había generado resentimiento en un sector. Con el desplazamiento de Molina desaparece la sección administrativa que dirigía, y se empezó a generar un clima más autoritario entre los trabajadores del Hospital y los nuevos directivos, a la vez que los manejos de la administración se hacen más turbios y generan rechazo entre los trabajadores.
Como parte de un ascenso obrero generalizado, que había empezado ya en el ’69 con el Cordobazo, en esos años, se comenzó a generalizar la militancia en diferentes agrupaciones y partidos políticos en el Hospital. Y junto con ello, los reclamos de mejores condiciones de trabajo, aumento de salarios, y la organización dentro del hospital, se hacen cotidianos. A fines de 1972 se organiza la primera comisión directiva de ATE, con delegados de diferentes organizaciones, desde el peronismo, hasta el PC, el PRT y activistas independientes. La izquierda empieza a ganar influencia en el gremio, cuestión que preocupa a la burocracia.
A la vez, comienza a afianzarse la relación entre el Hospital, y sus trabajadores, con el Barrio Carlos Gardel: muchos habitantes del barrio comenzaron a trabajar en policlínico y a su vez muchos trabajadores del Hospital que vivían en el barrio comenzaron a discutir con sus compañeros la necesidad de abrir el Hospital a la comunidad y de ayudar a resolver los enormes problemas de infraestructura del barrio. Fue con esta relación desde abajo, que el Hospital, aún con pocos pacientes, y muy dedicado a la investigación, comenzó a abrir sus puertas.
La apertura del Hospital tuvo que ver entonces con esta organización de los trabajadores y del barrio Carlos Gardel, y con la conciencia de que eran ellos mismos los que podían, a través de la puesta en marcha del Hospital, ayudar a resolver muchos de los problemas de los sectores más pobres que vivían en el barrio y no tenían acceso a la salud: una pequeña muestra de hegemonía obrera, impulsada por el sector más joven de los trabajadores y trabajadoras.
Al año siguiente, ante el conflicto con la Dirección del Hospital, que obstaculizaba la mayor apertura del mismo, los trabajadores médicos y no médicos deciden tomar el Hospital, con el objetivo de terminar el proceso de ponerlo realmente al servicio de la comunidad, con una idea de la salud, que excedía el mero bienestar físico e implicaba también su aspecto social y la relación con el ambiente. La politización y la militancia que existía, tanto en el Hospital como en el Barrio, hacen de este proceso un espacio de asamblea y discusión permanente.
El 14 de Junio de 1973 se realiza la asamblea más numerosa de la historia del Hospital durante esos años, de la que participan entre 350 y 500 personas, entre personal médico y no médico de todas las áreas. Se vota la exigencia de renuncia de la toda la Dirección, y enseguida se abre una enorme discusión: ¿cómo hacer para que siga funcionando el Hospital? ¿Cómo lograr su completa apertura a la comunidad? La creatividad y politización de los trabajadores da su mejor respuesta y votan ahí mismo un Consejo de Dirección transitorio, que tiene el mandato de llevar adelante la apertura del Hospital. Este Consejo es conocido como el “Comité de los 6” y compuesto por 3 médicos y 3 trabajadores no médicos, donde estaban representados los distintos partidos políticos que militaban en el Hospital y tenían representatividad entre los trabajadores.
Durante la semana que dura ese proceso, hubo en el Hospital un estado de asamblea permanente, se removieron a los jefes más autoritarios, muchos de ellos provenientes de la Marina o el Ejército, los trabajadores se organizaron en 20 grupos de trabajo, donde discutieron los objetivos del nuevo Hospital y los pasos a seguir. Además, la discusión llenaba los pasillos y salas del Hospital, no sólo sobre la salud pública, sino sobre cómo transformar la sociedad de conjunto.
El proceso tuvo algunas debilidades: en primer lugar los jefes removidos no eran dados de baja sino que se trasladaban a trabajar al Ministerio de Bienestar Social, por lo que cuando empieza la respuesta ofensiva del gobierno contra los trabajadores, estos jefes expulsados vuelven a sus funciones en el Posadas con la intervención militar. Por otro lado, producto de esta misma confianza en el Ministerio de Bienestar Social, que ya estaba conducido por López Rega (El Brujo), se pide su intervención para normalizar la elección de autoridades, y que éstas sean aceptadas a nivel nacional. El interventor que éste va a nombrar era justamente aliado del “Brujo” y va a ser el que negocie y concilie con los dos sectores del Hospital: los que querían mantener la toma y la apertura a la comunidad, y el ala derecha.
Aún así, una asamblea multitudinaria abierta a la comunidad decide elegir a mano alzada al Director del Hospital: votan mayoritariamente a Rodríguez Otero, quien va a ser uno de los primeros trabajadores detenidos del Posadas. Para imponer su designación legal, cientos de trabajadores se movilizan al Ministerio de Bienestar Social, obligando a López Rega a aceptar el nombramiento. La experiencia dura cerca de un año, hasta que en 1974, ya cuando también empieza a actuar la Triple A, un médico desplaza a Rodríguez Otero con una guardia armada y se hace cargo de la dirección. El tiempo que duró el control del Hospital por parte de sus trabajadores, soldó una alianza con los habitantes del Barrio Carlos Gardel, que fueron no sólo atendidos en el Hospital, sino recibidos por el director y por las asambleas, para discutir en común las necesidades de la comunidad y la relación del Hospital con ésta. Como primera medida en común se eliminó el cobro del Bono de Cooperadora a los habitantes del barrio. Otro paso para seguir fortaleciendo una unidad clave con los habitantes del barrio y también del asentamiento Mariano Pujadas (que llevaba su nombre en homenaje al joven montonero asesinado en Trelew).
Esta experiencia de lucha tuvo continuidad en la participación del Hospital en la Coordinadora Interfabril de Oeste, que jugó un rol clave durante las Jornadas de Junio y Julio de 1975 contra el Plan Rodrigo y agrupaba a trabajadores de la salud, docentes, metalúrgicos, ferroviarios y mecánicos entre otros. Los delegados del Hospital, que representaban a 1600 trabajadores, participaron con mandato de las asambleas de la coordinadora (con mandatos en muchos aspectos muy avanzados, por ejemplo el control obrero de la producción entre otras cosas) y fueron parte de las movilizaciones durante esos meses.
Florencia Sciutti y Letizia Valeiras
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