domingo, 28 de mayo de 2017
Cinco falacias económicas de Cristina Fernández de Kirchner
“Cómo estábamos antes y cómo estamos ahora” es la fórmula económica del “mal menor”. Así la expresidente se mete en la contienda electoral. Los falsos relatos y la realidad de millones de familias obreras.
“El Gobierno no confronta conmigo, confronta con la realidad”, señaló la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en su retorno mediático del pasado 25 de mayo, por el canal C5N.
Allí comparó los resultados económicos de la gestión del gobierno de Macri con la de los gobiernos kirchneristas e intentó captar la atención del votante desencantado frente al ajuste de Cambiemos. “Debemos preguntarnos cómo estábamos antes y cómo estamos ahora”, sentenció.
Pero los cinco puntos más importantes de su argumentación también se desvanecen en el aire cuando entran en contacto con la realidad de la clase trabajadora.
1- “Dejé el gobierno con 5,9 % de desocupación”
Cristina Fernández mencionó que el índice de desocupación fue del 5,9 % cuando terminó su gobierno. Con el macrismo llegó a trepar al 9,3 % (ahora, según el INDEC, alcanza el 7,6 %).
Pero la expresidenta omite decir que el indice de desocupación, así como la tasa de pobreza o el índice de precios al consumidor (todas elaboraciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos -INDEC- que informan cómo vive la población) fueron gravemente manipulados por su gestión.
Hay que recordar que en 2007 una patota ingresó en el organismo para intervenir la generación de estadísticas, atacando a los trabajadores del Indec y manipulando groseramente la información.
Eso constituyó un fuerte ataque a la clase obrera en su conjunto, extirpándole herramientas para discutir paritarias o reclamar con datos en la mano ante el deterioro de sus condiciones de vida.
La “herencia social” que calla el kirchnerismo no sólo trata de niveles de desocupación más elevados que aquél dudoso 5,9 %, sino de niveles de precarización que alcanzan al 50 % de los asalariados, empleos en negro que afectan a un tercio de los trabajadores, sobreocupación, subocupación y tercerizaciones que son a su vez las consecuencias de las leyes de flexibilización impuestas por el menemismo hace más de veinte años.
Cristina dice que no quiere que los jóvenes “se vayan de caño” porque no tienen oportunidades. Pero los jóvenes son quienes más soportaron y soportan las situaciones de vulnerabilidad y exclusión, quienes soportan los trabajos más precarios y los salarios de miseria. Lo que para Cristina es una novedad, para la juventud precarizada es la realidad que se vive desde hace muchos años.
A su vez la expresidenta bate los proyectos de reforma previsional regresiva y privatista que trama el macrismo (que en realidad recaerán sobre los actuales trabajadores pasivos). Pero omite señalar que ella vetó la ley que le reconocía el 82 % móvil a los jubilados y las contribuciones patronales continuaron bajo su gobierno a los niveles del menemismo, ¡al que ella misma critica por haberlas reducido!
Los recursos para mejorar los haberes de los jubilados existen si se elevaran las contribuciones a los niveles previos al menemismo. Como Cristina misma reconoce, bajar las contribuciones no genera empleo, sino más ganancias a los capitalistas.
2- "El impuesto a las ganancias recae sobre altos ingresos"
La exmandataria insiste con que el impuesto a las ganancias lo pagan los asalariados con ingresos altos y que en su gobierno también fue así ya que con eso el Estado “repartía a los que menos tienen”.
Sin embargo, el 30 % de pobreza no se conquistó de la noche a la mañana, ni sólo puede atribuirse a la ferocidad del ajuste macrista, que gracias a la relación de fuerzas que impusieron los sectores populares debió ir más moderadamente de lo que pretendía.
La solución a la pobreza no es cuestión de reparto entre asalariados “privilegiados” que obtuvieron salarios apenas por encima de la canasta familiar y trabajadores precarizados y marginados, sino una desigualdad que proviene de las raíces del modelo.
Bajo el kirchnerismo los sectores asalariados (la mayoría de la población) ni siquiera llegaron a obtener el 40 % del total de la riqueza generada, que en su gran mayoría quedó en manos de una parte minoritaria de la sociedad, concentrada en la industria extranjera, las finanzas, los bancos, el agronegocio y la minería. Cristina jamás quiso reconocer que el salario no es ganancia.
Y si de cuestionamiento al sistema impositivo de conjunto se trata, vale decir que Cristina defendió la imposición del IVA a los sectores populares con el argumento de que su eliminación no disminuiría los precios. ¿No se trata de un impuesto regresivo?
Por el contrario, la inflación no se soluciona con “precios cuidados”, sino con observar directamente qué pasa con los “formadores de precios”: los empresarios.
La única forma efectiva de controlar los precios es observando los libros de contabilidad de todas las empresas que aducen que “necesitan” ajustar sus precios. Y eso puede hacerse conformando comités de trabajadores y usuarios en los lugares de producción, distribución y venta.
3- "Hay que revisar la deuda externa"
“Hay que revisar la deuda. En un año y medio se contrajo U$S 97 mil millones de deuda, más del doble de la deuda durante toda la dictadura” y “hemos vuelto al peor de los mundos”, dijo Cristina.
Casualidad u omisión, la expresidenta quiere borrar con el codo lo que escribió con la mano: la estrategia de volver a los mercados internacionales fue originaria de los gobiernos kirchneristas. El acuerdo con el FMI y el Club de París, el pago al Ciadi, el reconocimiento de los tribunales extranjeros renunciando a la soberanía y los canjes de 2005 y 2010 sólo tuvieron ese objetivo.
Macri completó esa tarea y, gobierno de CEO mediante, llevó adelante la mayor entrega al capital financiero, negociando el escandaloso pago a los buitres. Y eso no fue magia: el apoyo del Frente para la Victoria en senadores lo hizo.
Y Cristina agregó con conocimiento de causa: “Yo sé que siempre las deudas las paga el pueblo”. No hay ni qué decirlo. Es claro que el pago de más de U$S 225 mil millones ejecutado por los gobiernos kirchneristas fue posible a costa de las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Pero además, la idea de Cristina de que “habría que revisar la deuda” contraida por el macrismo choca de bruces con su propio argumento justificador cuando era presidenta, cuando decía que era imposible revisar la deuda de la dictadura y de los años 80 y 90 porque el Estado “debía hacerse cargo” de las deudas que contrajo.
¿Entonces la deuda de la dictadura es más legítima que la bicicleta financiera del macrismo?
4- "Un proceso de reindustrialización" (que tiene cara de soja)
Cristina explicó que el agotamiento del modelo kirchnerista tuvo que ver con un proceso típico de estrangulamiento de la balanza de pagos de la época del “stop and go”, debido a que el crecimiento industrial fue exigiendo mayores cantidades de divisas para importar bienes de capital.
Sin embargo es sabido que las divisas no sólo salen del país por importaciones (que fueron crecientes por los déficits energéticos e industriales) sino principalmente por fuga de capitales privados y por el propio pago de deuda externa que realizó el Estado nacional.
Y esto tiene una explicación. La matriz atrasada y dependiente del país no se revirtió en lo más mínimo. Como afirman los especialistas Wainer y Schorr, se trató de un modelo de concentración y extranjerización de la economía.
En los 90, en promedio, la participación de la industria representaba aproximadamente un 19 % del Producto Bruto Interno (PBI). Durante el modelo “reindustrializador” de los Kirchner, ese porcentaje se movió entre 17 % y 19 %. Si algo no le sobró al modelo fue industria. Por el contrario, lo que primó fue el extractivismo sojero, minero y financiero.
5- Gobierno para los ricos
Si no caben dudas de que el de Macri es un gobierno para los ricos, no puede sostenerse, por el contrario, que el kirchnerismo fue un gobierno favorable al pueblo trabajador.
El crecimiento del PBI a “tasas chinas” durante los doce años de gestión de Néstor y Cristina Kirchner se alcanzó no sólo por el “viento de cola” de la situación internacional, sino principalmente por un profundo y brutal ataque a la clase obrera con la megadevaluación de Duhalde de 2002 que deprimió el salario real, favoreciendo la rentabilidad capitalista.
De allí en adelante la recomposición de la actividad que vio generar millones de puestos de trabajo asalariados lo hizo sobre la base de condiciones de precariedad aberrantes, recargando sus peores garras sobre los jóvenes y las mujeres.
Así, en una situación extraordinaria de crecimiento del producto en Argentina lo máximo que tuvo para ofrecer el capitalismo a la clase obrera fue: el consumo, y en cuotas. Como si fuese un bien “de prestado”, tener un celular nuevo o salir a comer afuera un fin de semana, parecería ser lo único a lo que les correspondería aspirar a los trabajadores. “¿Le podés comprar a los pibes? ¿podés ir a comer afuera? Una descripción de cómo vivíamos y cómo estamos viviendo”, compara Cristina.
Ni gobierno ni oposición peronista son una solución real para la clase trabajadora. Frente al ajuste de Macri y de los gobernadores, el peronismo vuelve a postularse como el “mal menor” negando su participación directa en la situación actual y estructural de degradación de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población.
Asi también, se presenta como una fuerza de contención para que "no se desmadre" la situación económica y política ¿Será que el fantasma de la “amenaza comunista” tiene preocupados a más de un político y analista burgués?
Lucía Ruiz
Economista
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