Franja y Ruta de la Seda
En el último Foro de Davos China asumió como propios la globalización y el libre comercio, lo ratifica ahora buscando liderar la inversión mundial en infraestructura. El Gobierno de Macri entre la lealtad al neoliberalismo de cuño anglosajón y la necesidad de vincularse al gigante asiático.
Mientras el Gobierno y los principales empresarios del país se preparan con entusiasmo para ser sede de la reunión de la Organización Mundial de Comercio a fines de este año y del G-20 el próximo, el presidente era invitado a asistir al foro “Una Franja Una Ruta para la Cooperación Internacional”, con la asistencia de 28 jefes de Estado, unas 50 organizaciones internacionales, numerosos ministros, académicos y empresarios de 110 países. EE.UU., Francia, Japón, Alemania y Reino Unido solo enviaron delegaciones.
Este Foro resultó ser antesala de la programada visita de Estado del presidente Macri para el “Tercer Diálogo China-Argentina para la Cooperación y Coordinación Económica”, donde el tema prioritario fue la búsqueda de financiamiento para obras públicas, luego mejorar el balance comercial –desfavorable para nuestro país- y finalmente inversiones productivas (ver recuadro).
Infraestructura al por mayor
Las inversiones estatales en infraestructura están resultando un sucedáneo -si se quiere un mercado de reemplazo- ante la debilidad o casi ausencia de inversiones privadas. Este es un fenómeno mundial, desparejo por regiones como es lógico, que se verifica también en nuestro país. China es la avanzada de este proceso, invierte anualmente el 12 por ciento de su PIB desde hace varios años y busca ahora internacionalizarlo. Bajo el atractivo lema de “cooperación” busca fortalecer su posicionamiento económico con el mayor proyecto de la historia.
Conviene recordar que en su encuentro de principios de abril los presidentes Donald Trump y Xi Jinping acordaron la participación china en el financiamiento del macroplan de infraestructura proyectado por la nueva Administración estadounidense para los próximos años.
El multilateralismo oriental
Hasta hace poco las relaciones comerciales y de inversión de China con Asia, África y América Latina eran bilaterales, de país a país. Desde la asunción de Xi Jinping esta concepción ha comenzado a cambiar.
Es que la segunda economía del mundo según su PIB, la primera exportadora y la principal fuente de acumulación de capitales, está creciendo a solo el 6,5 por ciento luego de hacerlo a tasas de dos dígitos durante varios años, para peor economías asociadas a su desarrollo también se contraen o bien toman medidas proteccionistas.
La conclusión que expuso el presidente XI al asumir en 2013 es que ya no alcanza con exportar –o que para continuar haciéndolo- es necesario promover el desarrollo de mercados internos compradores de sus productos. De ahí a un enfoque multilateral hay un solo paso. La decisión del presidente Donald Trump de sacar a EE.UU. de la Alianza Transpacífico (TPP) favorece las iniciativas de política exterior de China, más aún cuando esta asume el liderazgo de la globalización y el libre comercio.
La Franja y la Ruta de la Seda
Es en este contexto que cobra sentido la iniciativa de la Franja y la Ruta, que rememora el antiguo Camino de la Seda de 2000 años atrás. Una franja terrestre que atraviesa Asia Central y una ruta marítima que partiendo del Mar de la China Meridional atraviesa el Océano Indico y desemboca en el Mediterráneo. Sobre esa Franja y esa Ruta se proyecta extender un entramado de carreteras, puertos, ferrocarriles… que vinculará Asia con Europa, involucrando 60 países que albergan el 60 por ciento de la población mundial y aportan un 33 por ciento al PIB global.
China es hoy el principal financista mundial, su banco de desarrollo ya otorga más préstamos que el BM y ha impulsado el NBS, banco de desarrollo de los BRICS y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Ha constituido un fondo de 40.000 millones de dólares para la Franja y la Ruta, que se adicionan a los 50.000 ya comprometidos para la inversión en Asia Central. El proyecto final puede llegar a sumar 400.000 millones.
¿Qué gana China con semejante generosidad?: Ocupar espacios económicos y financieros, colocar sus enormes excedentes monetarios que le traen no pocos problemas internos, proveer conectividad a sus proveedores de materias primas y asegurarse así su abastecimiento y desarrollar esos mercados internos para colocar sus excedentes de producción. No en vano todos los grandes conglomerados industriales chinos tienen garantizado el flujo de mercancías con accesos directos a la franja y ruta.
Todo debe inscribirse en el Nuevo Orden Internacional que se está gestando por agotamiento del que surgió en la posguerra.
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___ Franja terrestre
------ Ruta marítima
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Recuadro
Obras públicas al por mayor
El saldo de este diálogo es la confirmación de un macro plan de obras públicas –cuyas líneas generales ya fueron trazadas en el gobierno de CFK en 2013- financiado por China, que en un primer tramo contará con el aporte de 17.000 millones de dólares -centrales nucleares (no hay estudios de impacto ambiental ni de costo final de la energía); rehabilitación de redes ferroviarias (prioritariamente líneas San Martín y Belgrano); una estación fotovoltaica (energía solar)- que contarían con participación de empresas locales hasta un 85 por ciento a cambio de adjudicaciones directas sin licitación. El resto hasta llegar a 32.000 millones son promesas que a la luz de anuncios anteriores no concretados (presidencias de NK y CFK) veremos si efectivamente se cumplen.
El hecho de que China resulte prácticamente el único prestamista de largo plazo de nuestro país implica una doble dependencia. A la tradicional subordinación con las grandes potencias occidentales y los organismos multilaterales de crédito se agrega ahora la de China y sus instituciones financieras. Con ellas tendrán que luchar quienes en el futuro intenten construir una nación independiente y soberana.
Eduardo Lucita. Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
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