El 'verdadero' número de las reservas es de 34.000 millones de dólares
José Castillo (LA ARENA)
Ya debemos más que en el 2001. Sólo lo que se paga de intereses es superior a todos los sueldos del Estado. Se cae el discurso del 'desendeudamiento'. El viejo tema de la deuda externa vuelve a las primeras planas.
Seguramente nuestros lectores se habrán visto asombrados. Desde hace diez días todos los diarios de circulación nacional vienen dedicando profusas notas a señalar el crecimiento del endeudamiento de la Argentina. Y, a diferencia de otros temas, acá no caben dobles lecturas, vinculadas a la actual pelea entre el gobierno y ciertos multimedios. Todos, los que hoy aparecen como opositores y los que asumen el rol de oficialistas, coincidieron en destacar el tema. Es que el detonador fueron los datos oficiales emitidos por la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía de la Nación.
En el año 2007, el Estado nacional pagó sueldos por 18.615 millones de pesos. En el mismo lapso, los intereses de la deuda insumieron 16.422 millones, o sea el 88% del primer monto. Para este año, la perlita es que, por primera vez, esos intereses ocupan más lugar en el presupuesto que todo el rubro de remuneraciones del sector público. Y esto incluso teniendo en cuenta que la masa salarial crecerá un 10% desde junio y otro 9,5% en agosto, a partir de los incrementos pautados en las paritarias.
Así, en el 2008 se calcula pagar intereses por 6.100 millones de dólares (casi 20.000 millones de pesos). Pero lo peor es que la tendencia sigue en ascenso: para el 2009 están programados 6.900 millones y 7.500 millones para el 2010.
Continúa creciendo
Tanto el anterior gobierno de Néstor Kirchner como el actual de Cristina han destacado profusamente que el endeudamiento ya no sería un 'problema'. Hoy la falsedad de ese argumento se destaca en blanco sobre negro. Detrás de los discursos sobre 'la prioridad en la redistribución del ingreso' tenemos al hecho irrefutable que, desde el 2003 a esta parte, se convirtieron en los gobiernos que más pagaron en efectivo en concepto de pago de deuda (lo que, con la historia argentina que tenemos, ya es mucho decir). Para eso hicieron uso y abuso de todos los superávits obtenidos, que se han ufanado en mostrar como 'récord'. Para ser claros, este año se cancelan vencimientos usando los fondos de la Anses: dinero que debería ser utilizado para aplicarlo a mejorar las jubilaciones actuales, o en el peor de los casos las futuras, se está usando para pagarle a los acreedores internacionales. Así, en el 2007, se aplicaron a este fin, entre Anses, AFIP y Lotería Nacional 2.750 millones de pesos y, en lo que va del 2008, ya se hizo lo mismo por un equivalente a 2.306 millones a esos organismos. Para ubicarnos, estamos hablando de un monto que equivale al triple de los aumentos de jubilaciones de este año.
Seguimos atados
Otro de los ejes discursivos que se escuchó en los últimos años, sostenía que cancelando en efectivo y por adelantado toda la deuda que teníamos con el FMI recuperaríamos 'soberanía'. Esto también se ha rebelado sencillamente como falso. Regalamos 11.000 millones de dólares a comienzos del 2005, pero seguimos siendo miembros del FMI, que nos continúa auditando anualmente. Más aún, como nuestra deuda tiene varias 'partes', ahora una de las prioridades del gobierno es cancelar los 6.000 millones que se le deben al Club de París (se trata de la deuda de la Argentina con estados soberanos, fundamentalmente con países miembros del G7), y éstos exigen que, antes de cualquier negociación, tenemos que pasar por el Fondo. Mientras tanto, seguimos atados cada vez más a los otros organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el BID, con los cuales agrandamos nuestra exposición.
Hay otro eje falso en la argumentación: el de cuando se afirma que los vencimientos que no se pagan 'cash' y se refinancian no tienen consecuencias. Es la vieja discusión de la bola de nieve. Sólo se 'patean' vencimientos para adelante, acumulándole intereses. Y la realidad es que cada vez debemos más: después del supuestamente 'exitoso' canje del 2005, en el que se rebajaron 20.000 millones de dólares (que todavía está por verse si no lo terminamos pagando), la deuda volvió a crecer. En el último año nuestro endeudamiento se incrementó un 6% en dólares (o un 9% en pesos). Hoy debemos 144.728,6 millones de dólares, un 56% del PBI, que son números superiores a los que había al final del gobierno de De la Rua.
¿Situación explosiva?
Se ha generado un debate acerca de si estos valores preanuncian la posibilidad de un nuevo 'default' en el horizonte, como el que tumbó a la convertibilidad. Es obvio que la situación no es la misma. Tienen razón aquellos economistas que nos invitan a mirar otros datos para comparar la situación e invitan a 'tranquilizarnos'. No somos catastrofistas. Pero esos mismos números que dan una respuesta para el cortísimo plazo son los que nos muestran la fragilidad en el mediano.
Veamos: un argumento es el de las reservas del Banco Central de la República Argentina. Es cierto: ningún país va a la cesación de pagos con 50.000 millones de dólares en la caja. Pero caben dos advertencias: una parte importante de esas reservas se han adquirido en el mercado a costa del endeudamiento del propio Banco Central. El mecanismo es simple: este emite bonos -Lebacs y Nobacs- y así 'aspira' las divisas que ingresan como consecuencia del superávit de la balanza comercial. De esta forma cumple con el doble objetivo de incrementar el colchón de reservas y, a la vez, de mantener el dólar en una banda por arriba de los 3 pesos (de otra forma éste caería como consecuencia del exceso de oferta de divisas). Pero la realidad es que, entonces, parte de esas reservas están 'hipotecadas', porque tienen una contrapartida en el endeudamiento en esos bonos. Así, el 'verdadero' número de las reservas del Central -neto de endeudamiento- es de 34.000 millones de dólares. Un número alto, es cierto, pero no tanto como el de los siempre publicitados 50.000.
La otra relación que se nos invita a mirar es la del endeudamiento contra los montos récords de exportaciones. También es un número que nos dicen que nada es explosivo inmediatamente. Pero, si 'buceamos' un poquito en la composición de nuestro comercio exterior, observamos que los altos valores se sostienen casi exclusivamente en los conocidos precios récords de los bienes primarios que tanto se discuten en la actual coyuntura. Esto quiere decir que tenemos una fragilidad de origen: estamos a tiro de que un cambio en la actual coyuntura de precios internacionales nos modifique estructuralmente los números de nuestras exportaciones. Y, entonces, ya deje de resultar holgada la relación entre ellos y los vencimientos de deuda.
La vieja discusión
La conclusión es una sola: seguimos hipotecados, aunque no nos van a rematar la casa a fin de mes. Y, a este paso, no hay que ser un gran pronosticador para señalar que, en el mediano plazo, nos vamos a hundir de nuevo, como en el '89, o como en el 2001, porque correremos el riesgo de no poder pagar los vencimientos futuros. Iremos, una vez más, hacia el ajuste infinito. Es hora de volver a poner sobre la mesa entonces las discusiones tanta veces postergadas desde la vuelta de la democracia: la de la imperiosa necesidad de romper los lazos con una deuda externa (que hoy, por miles de vericuetos, ya ni siquiera podemos calificar claramente de 'externa') catalogada en miles de foros como ilegal, ilegítima e inmoral. Nuevamente, es hora de volver a alertar que no hay ni habrá políticas de desarrollo y distribución del ingreso viables sin asumir esto como prerrequisito. Se trata de la vieja discusión de quién se va a quedar con el excedente que producimos día a día todos los argentinos.
José Castillo es Economista. Profesor de Economía Política y Sociología Política en la UBA. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).
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