La proscripción de Evo Morales, que se inscribió como candidato a senador para las elecciones del 3 de mayo próximo por el departamento de Cochabamba, por parte del Tribunal Electoral de Bolivia, no ha merecido el menor pronunciamiento del gobierno de los Fernández – tampoco del Grupo de Lima, de la OEA y de toda la tribuna democrática de América Latina y Estados Unidos. Salvo mejor información, tampoco abrieron el pico los pre-candidatos del partido Demócrata norteamericano, incluido quien pilotea cómodo las encuestas, el socialista Bernie Sanders. A la proscripción de Morales se suma la del candidato del MAS a Potosí, Diego Pary (que encabeza las encuestas en el Departamento), numerosas detenciones de militantes y dirigentes y casi una decena que se vio obligada a pedir asilo en embajadas.
Al ex presidente de Bolivia se le imputa no haber presentado el original de su fe de nacimiento y no haber residido en Bolivia en forma permanente, en referencia a su exilio. La hipocresía de los tribunos no le ha movido una ceja a los editores de La Nación, acostumbrados a encontrar el pelo en la leche cuando se trata de arbitrariedades populistas. Las huestes de Guaidó guardan naturalmente un religioso silencio. Evo ha debido pedir asilo en la embajada de México como consecuencia de un golpe militar – lejos de haber perdido la residencia, ella debiera computarse doble por su exilio forzado. Este tribunal de inquisición ha inhabilitado el 35% de las postulaciones.
La proscripción de Morales debe abordarse desde este ángulo internacional en primer lugar, porque se trata de una operación política de alcance continental. Evo no se equivoca en atribuir su exclusión a Trump. En un cuadro de rebeliones populares que no cesan y del ahondamiento de las crisis de los regímenes políticos en presencia, sería fatal para el imperialismo un fracaso del golpe fascistoide en Bolivia. Por eso tampoco debe darse por definitiva la legalización del candidato del MAS a la Presidencia, Luis Arce, que aún podría ser objeto de impugnaciones arbitrarias de cualquier tipo o el reconocimiento de un eventual triunfo electoral. A Evo Morales, que abandonó el poder sin resistencia, le ha salido mal el intento de una ‘operación Cristina’, como sería volver al gobierno desde, en su caso, la cámara de senadores.
Evo y el MAS ya han anunciado por distintas vías que no tienen el propósito de combatir la proscripción, salvo que se entienda como tal el recurso que Zaffaroni, Ferreyra y el español Garzón prometen presentar en un comité de derechos humanos. El tribunal electoral abusador fue electo con los votos de los parlamentarios del MAS, que han perfeccionado de este modo su legalidad (tiene mayoría excepcional en ambas cámaras). El tribunal precedente había sido impugnado por haber deslegitimado el referendo que, en 2016, había rechazado la posibilidad de una nueva reelección de Morales, y más tarde por haber certificado una victoria en primera vuelta del MAS en las elecciones pasadas del 20 de octubre, que, sin pruebas concluyentes, se dice que no habría sido tal. .
De acuerdo a las encuestas, Luis Arce encabeza la intención de voto, relativamente lejos de sus seguidores - Carlos Mesa y la presidenta de facto, Áñez. No lograría ganar, hipotéticamente, un ballotage. El fascista Fernando Camacho y el oligarca Jorge Quiroga han retirado sus postulaciones. El MAS acaricia la expectativa de que si Áñez pasa a segunda vuelta, en lugar de Mesa, sería factible una victoria final de Arce. Todas estas especulaciones son instrumentales a la política de no combatir las proscripciones ni al fascismo, lo que supone, en última instancia, la intención de cogobernar con la derecha desde el Congreso Nacional. Es lo que vienen haciendo las bancadas de senadores y de diputados del MAS, desde la hora cero del golpe. Eva Copa, jefa de los senadores, enfrentada a Morales, es su vocera.
Estos pactos no anticipan, sin embargo, un lecho de rosas para Bolivia. La situación económica se ha dado vuelta; de acuerdo a algunas estimaciones el déficit fiscal orilla el 8% del PBI, luego de una década de superávits. Esto supone que ha crecido el endeudamiento. Bolivia tiene que renegociar en pocos meses las tarifas del gas que exporta a Brasil, ahora con Bolsonaro, que ya anunció la intención de meterles una poda. Las petroleras pretenden hacer lo mismo con los contratos vigentes, ni hablar de la pelea por el litio entre Trump, Merkel y Xi.
Desde el punto de vista de los intereses de la lucha de clases internacional es absolutamente necesario una movilización, en primer lugar, contra las proscripciones, y en segundo lugar, contra el fascismo cruceño y sus ramificaciones en el altiplano. La denuncia del silencio de los Fernández y su tolerancia pasiva con las proscripciones y con el fascismo, es de primera importancia. La pequeña burguesía pejotista está dispuesta a cualquier concesión internacional al imperialismo a cambio de un porcentaje de quita en la deuda que le permita disfrazar el compromiso de pagarla hasta el último centavo… de los jubilados y los trabajadores.
Una posición ‘izquierdista’ del tipo “Evo y el MAS capitulan, la vida continúa”, sería indudablemente criminal.
Jorge Altamira
23/02/2020
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