El dirigente público de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) -hombre cercano al gobierno y al papa Francisco-, Juan Grabois, le concedió una entrevista al diario La Nación. Que La Nación y Grabois se encuentren en una entrevista amistosa abre un interrogante: ¿La Nación se kirchneriza o Grabois se derechiza? Lo más probable es que ambos se hayan encontrado en el camino del gobierno de Alberto y su programa fondomonetarista.
En la nota, Grabois expresa contundentemente que “En lo macro, Alberto está bien orientado, en términos de política exterior y política económica”. Con unas pocas palabras se despacha de tener que explicar el servilismo proimperialista de la política internacional del gobierno (Grupo de Lima, Venezuela, Hezbollah, etc.), en cabeza del responsable del asesinato de Kosteki y Santillan, Felipe Solá; y las medidas que en los últimos días han agravado las condiciones de vida de trabajadores, jubilados y desocupados, en el país.
Cuando es consultado respecto a la suspensión de la actualización de las jubilaciones, Grabois nos invita a esperar hasta marzo, dejando pasar esta nueva confiscación contra los jubilados. En sus palabras, ahonda en la hipótesis de la “equiparación” entre los jubilados, sin hacer mención alguna al saqueo al cual se ha sometido, y se somete, a los recursos de la Anses, ni mucho menos a la afectación de los intereses patronales para rescatar los haberes jubilatorios.
Como el tero
La polémica se disparó cuando Grabois manifestó ante un medio que “Tomar de boludos a los pobres no me cabe”. Fue en relación al programa Argentina contra el Hambre, impulsado desde la cartera de Desarrollo Social a cargo del ministro Daniel Arroyo. Lo de “boludos” venia al caso de las restricciones respecto al uso de las tarjetas. Pero la crítica es formal y tramposa.
“El sentido de la urgencia debería haber primado para tomar una decisión que se pudiera implementar en 48 horas como era hacerlo a través de la ANSES”, dice Grabois, pero se hace el “boludo” y aceptó la suspensión de la actualización de las Asignaciones Universales por Hijo, perjudicando a los sectores más pobres del país, de la mano de la eliminación de la movilidad jubilatoria. Tampoco abre la boca sobre la eliminación del IVA a los productos alimenticios, ni la reformulación de los precios cuidados luego de permitir aumentos de hasta el 85% en los últimos 4 meses.
Como el tero que pega el grito en un lado y pone el huevo en otro, Grabois se queja de las tarjetas para sostener la política del gobierno que las aplica.
Ajuste y contención
Grabois comete un sincericidio cuando admite su papel como bombero del ajuste “Tampoco veo en nuestra base social esa bronca y esas ganas de salir que veía meses atrás” (La Nación 16/1). Es decir que la gente quería salir a luchar y derrotar el ajuste, y que él y el Triunvirato pusieron paños fríos sobre la base de vender un futuro próspero con Alberto. Ahora ese futuro llegó y la prioridad no son los pobres ni los trabajadores, sino el FMI y la deuda externa.
Las críticas de Grabois son solo la tapadera de su respaldo a la política del gobierno. El reclamo puntual a Fernández busca implementar alguna política paliativa que sirva para contener los efectos de una crisis que se agudiza. Las expectativas trasmitidas por Triunvirato Cayetano a los trabajadores desocupados y sectores más pobres del país, avanzan camino a chocarse con la realidad.
Mientras Grabois respalda la integración del Triunvirato Cayetano al Estado, La Nación celebra cada paso que emprende el gobierno camino al acuerdo con el FMI: ajuste y contención son dos caras de una misma moneda.
La clase obrera ocupada y desocupada se tiene que reagrupar para intervenir de forma independiente e imponer así las reivindicaciones más urgentes (apertura irrestricta de los programas sociales con un ingreso equivalente al salario mínimo, salario igual a la canasta familiar, 82% móvil para los jubilados, paritarias libres, no al pago de la deuda externa, etc.) y un programa de salida a la crisis.
Marcelo Mache
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