La medida habilita una fuga de divisas que puede colocar en crisis la renegociación de la deuda.
Mediante una comunicación del Banco Central, el gobierno dispuso una flexibilización del cepo cambiario para que las empresas puedan fugar sus ganancias del país a precio preferencial. La medida consiste en que aquellas que traigan dólares al país para operar o invertir podrán, un mes después, comprar a precio oficial y girar al exterior hasta un tercio de las divisas ingresadas, es decir sin pagar el 30% “solidario”.
Esta disposición es presentada como una carta para fomentar las inversiones de empresas extranjeras, de manera de atraer dólares al país. Pero la apuesta tiene sus riesgos. Es que el gobierno está jugando con una frazada corta, porque la promoción de esta suerte de desdoblamiento cambiario a medida de los pulpos extranjeros habilita una vía de fuga de divisas que puede complicar el objetivo primordial que se trazó la gestión de Alberto Fernández: el repago de la deuda. Ese es justamente el motivo por el cual fue impuesto el cepo, buscando frenar el vaciamiento de las reservas internacionales del Banco Central.
No arranca
El operativo de seducción al capital internacional es una respuesta a la parálisis completa de la inversión, lo cual se da de patadas con toda perspectiva de una reactivación productiva que tanto pregonan Fernández y su ministro Matías Kulfas. A un mes de haber desembarcado en la Casa Rosada, el gobierno tiene conflictos abiertos con todos los sectores “generadores de divisas”.
Ayer mismo, el gobierno recibió a ejecutivos de todas las grandes firmas petroleras que operan en el país, en medio de una verdadera huelga de inversiones en el sector tras el congelamiento del precio de los combustibles. El parate está generando una verdadera sangría de puestos de trabajo, como ejemplifican los 2.000 despidos anunciados en Vaca Muerta. La propia YPF acaba de comunicar al gobernador chubutense Mariano Arcioni que recortará el 25% de sus inversiones en la provincia, como parte de su plan de ajuste 2020 que también se verá en otros distritos, incluyendo Vaca Muerta. Fernández pidió a los empresarios que acerquen propuestas con esquemas para ejecutar una suba de las naftas sin que ello impacte en la inflación -que se avizora del 4% en enero-, aunque no está nada claro cómo esperan desde la presidencia lograr eso.
La única oferta real que hizo el gobierno nacional fue el compromiso de acelerar la finalización del proyecto de “ley Vaca Muerta” para que sea tratado por el Congreso en las sesiones extraordinarias de febrero. Si bien los funcionarios evitaron dar nuevas precisiones sobre la normativa, desde las petroleras afirman que la iniciativa incluiría “una garantía de acceso a los dólares, beneficios impositivos para la repatriación de dividendos, amortización acelerada del capital y la posibilidad de poder resguardar los fondos en un fideicomiso en el exterior”, además de estar blindadas ante nuevas leyes e impuestos (Infobae, 17/1). Como se ve, la generación de divisas vía el trato privilegiado a los pulpos petroleros se contradice con la retención de esos dólares en el país.
Otro frente complicado es el agrario, principal rubro de exportación de la Argentina. Fernández -que por el momento no hizo uso de la habilitación que le da la Ley de Emergencia para aumentar un 3% más las retenciones- prometió a las patronales del campo una baja gradual de esos impuestos a la exportación. Es una oferta que tendría un impacto considerable en la recaudación del Estado nacional, del orden de los u$s2.700 millones según las empresas del sector. Tal vez por ello la promesa refiere a abril, para cuando desde el gobierno esperan haber llegado a un acuerdo con el Fondo y los tenedores de deuda. Mientras tanto, caen los precios internacionales por el acuerdo EEUU-China. Así el panorama se complica, porque la cosecha se calcula que será un 7% menor que la campaña anterior, y la retracción sería aun mayor hacia adelante si la cuestión no mejora para mayo, fecha de la siembra de grano; una menor producción, desde ya, implica una menor recaudación por exportación.
La minería parece ser la rama donde las multinacionales tienen más allanado el camino para hacer negocios, completamente dirigidos a la exportación. En una reunión realizada ayer en la Rosada, directivos de la minera canadiense Lundin Gold comunicaron al presidente y al gobernador de San Juan, Sergio Uñac, que apuntan a comenzar este año la explotación de dos grandes yacimientos de cobre, oro y plata en la provincia cuyana. De todas formas no hay que perder de vista, en este terreno, que la rebelión mendocina -que hizo retroceder al gobernador Rodolfo Suárez y el pacto PJ-UCR que había habilitado la minería en la provincia- anticipa que los grandes proyectos mineros de Chubut puede despertar otro proceso de movilización popular (en un distrito ya sacudido por las luchas contra el ajuste).
En la cornisa del default
Siempre atentos al devenir de la política que efectivamente logre desenvolver el gobierno nacional, los “inversores” empezaron a priorizar los bonos de deuda bajo ley extranjera, los cuales en las últimas semanas duplicaron su diferencial con los emitidos bajo ley local (El Cronista, 17/1). Esta inclinación, cuando el tratamiento del ministro de Economía Martín Guzmán y compañía es el mismo para ambos, representa una tendencia a considerar cada vez como más factible un fracaso en la renegociación de la deuda, escenario que los especuladores prefieren resolver en los tribunales de Nueva York.
La contradicción que enfrenta el gobierno de Alberto Fernández rememora al perro que se muerde la cola: no llegan grandes inversiones porque las restricciones para comprar dólares repelen a los capitalistas foráneos, pero a su vez la eliminación del cepo o una mayor flexibilización dejaría a la Argentina expuesta a una nueva corrida que complicaría la negociación con el FMI y los bonistas, y decantaría con seguridad en un default.
La promesa de “pagar la deuda con crecimiento económico” se revela cada vez más como un engaño, porque el rescate que exige el capital financiero es un lastre para la economía nacional.
Iván Hirsch
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