domingo, 19 de enero de 2020
Nisman, 5 años
Se cumplen cinco años de la muerte de Natalio Alberto Nisman, fiscal en ese momento a cargo de la UFI Amia (Unidad Fiscal de Investigación para el atentado a la Amia). La pregunta sobre la cual se divide a la opinión pública 5 años después es la del comienzo: ¿Nisman se suicidó, lo mataron, lo indujeron al suicidio? La respuesta está cada vez más lejana. Lejos de avanzarse en la investigación se lanzan sobre la misma cada vez mayores elementos que la entorpecen, lo último es la aparición de una conexión uruguaya y una guerra de espías “descubierta” años después por análisis de llamadas.
Nisman murió unos días después de haber presentado en la justicia una denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner y su canciller, Héctor Timerman, entre otros, acusándolos de encubrimiento de los responsables del atentado a la Amia, producido en 1994 que dejó 85 muertos. El encubrimiento partiría de haber propuesto el Memorándum de entendimiento con Irán que fue votado en el Congreso. Nisman tenía planteado llevar la denuncia al Congreso de la Nación en una reunión convocada por la comisión que dirigía la entonces diputada Patricia Bullrich. Un día antes aparece muerto.
A partir de estos hechos la muerte de Nisman estuvo asociada al desarrollo de la propia crisis del gobierno de CFK, a quien la oposición le atribuye una responsabilidad en la muerte y a su vez una ligazón con el gobierno iraní. La oposición busca congraciarse con la derecha yanqui que venía cuestionando los acuerdos de Obama con Irán y obtener el apoyo para un desplazamiento del kirchnerismo en las elecciones de ese año.
El Memorándum por el cual Nisman quería llevar a juicio a CFK ya estaba liquidado, el propio parlamento iraní no lo ratificó, además había sido declarado inconstitucional.
Nisman de entrada no cuestionó el Memorándum, sino que incluso declaró a Gustavo Silvestre el 29 de mayo de 2013 que “cualquier diligencia que permita avanzar en esta investigación y que para el Juez considere válida y que sea como una indagatoria, voy a estar ahí desde la primera hora, voy a colaborar”.
En 2004 Néstor Kirchner fundó la “Unidad Amia”, una suerte de unidad judicial ad hoc, para investigar el atentado y colocó de entrada allí a Nisman y le puso como “colaborador” al espía Jaime Stiuso considerado una pieza fundamental de la Side de reconocida conexión con la CIA, y también con el Mossad.
Nisman cambia su posición con respecto al memorándum cuando Stiuso (que respondía a los halcones yanquis) comienza a operar contra la política llevada por CFK de acercamiento a Irán.
Nisman quedó atrapado en el medio de esa pelea y sin respaldo luego que Stiuso es eyectado de la Side, apenas un mes antes.
Estados Unidos e Israel dirigen
Todas las investigaciones tanto de los atentados contra la embajada de Israel en el 92, como contra la Amia en el 94 estuvieron dominadas por el interés del imperialismo yanqui. La intervención de los servicios de EE. UU. y de Israel estuvieron destinados a sostener la llamada pista “iraní”. Argentina entraba como un peón en la defensa del interés norteamericano en Medio Oriente y en la política israelí para exterminar la resistencia Palestina.
Horas después de la explosión el embajador argentino en Israel en ese momento, José María Otegui, mandó un cable (CA EISRA 010365/1994 EISRA Atentado contra Amia y Daia) con carácter de urgente donde informaba que ya estaba en viaje a Buenos Aires un alto funcionario del gobierno de Israel para “coordinar con el nuestro una versión coincidente del atentado”. Esa versión unificada atribuía el atentado a Hezbollah a instancias de Irán.
La rapidez de definir quién era el responsable y elegir a Irán para ello fue una coartada para no investigar la conexión local ni el papel de la derecha sionista y del Mossad y la CIA en el propio atentado.
Los gobiernos posteriores no cambiaron esta orientación. Néstor Kirchner la sostuvo en 2004 a 10 años de la voladura de la Amia con la misma intención de dirigir la investigación de la pista iraní. Cristina Kirchner envió al parlamento el famoso Memorándum de Entendimiento con Irán en el marco del giro político del entonces presidente Obama que buscaba (y firmó) un acuerdo nuclear con Irán.
De acuerdo con el Memorándum se procedería a interrogar a los implicados iraníes en su propio país. Lo que significaba seguir sosteniendo la “pista iraní”. Es decir, CFK acompañó un viraje de la política del imperialismo sosteniendo la subordinación argentina a esa política sin abandonar la orientación que el imperialismo había fijado de entrada. Por eso nunca se abrieron los archivos secretos, entre otras cosas.
Alberto Fernández y de nuevo Irán
Macri se alineó rápidamente a la política de Trump que se retiró del acuerdo nuclear, firmado por Obama con Irán, incluso cuestionado por los otros países firmantes, incluidos Francia y Gran Bretaña, socios de EE.UU. en la OTAN. A partir de allí puso en marcha sanciones y represalias comerciales, diplomáticas y militares contra Irán que han ido creciendo en virulencia e intensidad hasta llegar al asesinato del general Soleimani. Trump busca recuperar una hegemonía en la región para reforzar su rol de gendarme y remontar el fracaso y empantanamiento de las ocupaciones llevadas adelante en territorio iraquí y en Afganistán.
Como muestra de este alineamiento Macri firma el decreto que declara a Hezbollah como organización terrorista, reforzando el señalamiento de ese partido político libanés como responsable del atentado a la AMIA. “Esto implica, por un lado, un alineamiento político en favor de la ofensiva económica y bélica de Trump contra Irán –a quien está ligado Hezbollah-, y por el otro opera como el pretexto para la articulación militar argentino-brasileña en la Triple Frontera, como pactaron Macri y Bolsonaro semanas atrás a cuenta de la política de Trump, que impulsa una convergencia político-militar de Argentina con Brasil -cuyas Fuerzas Armadas tuvieron un rol protagónico en el golpe contra Dilma Rousseff y el posterior ascenso del facho carioca” (ver nota "25 años del atentado a la Amia: la impunidad, una política de Estado").
Las declaraciones de Alberto Fernández señalando que para él la muerte de Nisman no era un asesinato, cuando años atrás había señalado lo contrario (que no era un suicidio) y a la par que, junto a su ministra de Seguridad, Sabina Frederic, cuestionaron las pericias de Gendarmería (que son la base para sostener la tesis del asesinato) fueron consideradas como un cambio respecto de la política que venía llevando el gobierno anterior. Sin embargo, estas declaraciones parecen más destinadas a sacar a Cristina Kirchner del centro de las acusaciones porque el resto de la conducta del gobierno es una ratificación del alineamiento con Trump.
Hay una ratificación del rumbo de Macri. En principio sostuvo a Hezbollah en la lista de organizaciones terroristas. Cuando Frederic planteó que debía ser sacada de allí fue “puesta en caja” por Solá (y Fernández). Decidió no condenar a Trump por el asesinato de Soleimani (ni siquiera nombrarlo a pesar de que el presidente yanqui se había hecho cargo de este).
La política de alineamiento tiene más evidencias como la de mantenerse en el grupo de Lima (contra Venezuela) e incluso en su posición de crítica a Maduro por el impedimento de funcionamiento de la asamblea legislativa (en un comunicado que fue celebrado por Guaidó y por Trump). Ahora Fernández comienza su primera gira exterior como presidente yendo a Israel a reunirse con Netanyahu.
Todo lo cual desmiente el propósito de presentar la política exterior del gobierno como una “tercera posición”. Es funcional al imperialismo yanqui, sin que el kirchnerismo puro haya abierto la boca, y está concebida en la orientación de “no hacer nada que cause problemas con EE.UU.” en el marco de la renegociación de la deuda. La política central del gobierno se ha colocado en alcanzar un acuerdo por la deuda e impedir un default, este objetivo va de sobresalto en sobresalto, lo que indica que el rumbo de sometimiento se va a profundizar, por eso el imperialismo exige una alineación total con el grupo de Lima, frente a Maduro. En concreto los intereses de los bonistas, del FMI y de los fondos buitre dominan la política del gobierno “nacional y popular”.
En este cuadro no habrá justicia para las víctimas de la Amia ni se esclarecerá la trama detrás de la muerte Alberto Nisman, el aniversario de cuyo deceso está siendo usado para dirimir una lucha de intereses y de aparatos profundamente antagónicos con los intereses de los trabajadores argentinos y de los familiares de las víctimas de los atentados.
Eduardo Salas
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