El genocida argentino Adolfo Scilingo, fue condenado por la Audiencia Nacional en abril de 2005, en la Sección Tercera de lo Penal, este marino fue juzgado por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1977 y, tras haberse probado su responsabilidad en la muerte de treinta personas y una detención ilegal seguida de torturas, condenado a 640 años de prisión. En Julio de 2007, al comprobarse su complicidad en otras 255 detenciones ilegales, el Tribunal Supremo español elevó la condena a 1.084 años.
A pesar de su milenaria condena, el límite máximo de cumplimiento en prisión para Scilingo se fijó en 25 años por lo que debería de cumplir su pena hasta el 20 de abril de 2026
Como se desprende del listado de actuaciones judiciales, con la participación de gran variedad y cantidad de actores implicados, jueces, abogados, fiscales, sobrevivientes, documentación escrita y fílmica, testimonios ampliatorios… no se sostiene la declaración de inocencia a la que Scilingo recurre con la pretensión de cuestionar y desconocer la competencia de la justicia española, determinada esta por la aplicación de la justicia universal, y otros argumentos a los acude de forma recurrente y esperpéntica.
Los hechos, el procedimiento ajustado a derecho, han demostrado que Scilingo participó en crímenes aberrantes, parte del plan genocida instaurado en Argentina de 1976 a 1983. Ninguna de las personas que Scilingo eliminó, tuvieron ni una sola garantía judicial de la que sí gozó ampliamente el ex militar.
Asimismo consta en informes públicos realizados por psicólogos dela prisión de Alcalá-Meco que consideran que el exmilitar argentino sufre una tendencia psicopática. El psicólogo penitenciario refleja que Scilingo muestra frialdad hacia los hechos por los que fue condenado y subraya su ausencia de empatía con las víctimas, y el hecho de no mostrarse arrepentido. Además, concluye que el riesgo de que vuelva a reincidir es medio-alto, a pesar de que sea más que improbable que se repitan las circunstancias en las que el preso cometió sus crímenes.
Este militar nunca estuvo retractado de nada, buscó protagonismo y retribución de testigo protegido.
Este despreciable que en virtud de sus ansias exhibicionistas, no midió una sola de las palabras que utilizaba en detalles siniestros con displicencia y desentendido totalmente de los sufrimientos que provocaba a los familiares de las víctimas, a sus compañerxs y amigxs.
Es inaudito con una condena a 1084 años irrevocable, por la naturaleza aberrante de los delitos cometidos, secuestro, detención clandestina e ilegal, tormentos físicos y psíquicos, y 30 asesinatos cometidos desde los vuelos de la muerte y complicidad en 255 asesinatos, este verdugo ya esté libre caminando como cualquier ciudadanx decente.
El régimen en el que se encuentra el genocida Scilingo es el tercer grado penitenciario, y para mayor obscenidad aún, este genocida goza de la aplicación más laxa, no tiene que volver a dormir a la cárcel de Soto del Real, se le autoriza a dormir en un Centro de Inserción Social. Este procedimiento lo acerca a la petición de libertad condicional. Y encaminándose hacia ella se ha presentado en el Consulado argentino en Madrid, solicitando un certificado de antecedentes penales, (que carece en Argentina) para sumar elementos para que le sea anulada la causa por la que fuera juzgado y condenado en el Estado español ¡¡!!
Pero completando la aberración: este oficial de la Armada está cumpliendo tareas en un centro católico, relacionado con la santa iglesia católica, cuyo jefe máximo, Bergoglio, que durante la dictadura denunciara a sacerdotes afines a la teología de la liberación, ahora tiene preparados souvenirs para genocidas presos.
Organizaciones de derechos humanos, sociales, políticas, y personas a título individual, tanto del Estado español como de Argentina, solicitaron en el año 2018 al Ayuntamiento del Soto de Real, la declaración de persona non grata al represor Scilingo, pero dicha entidad optó también por el silencio encubridor.
La exigencia de la apertura de los archivos no ha dejado de resonar en las voces de lxs militantes de los derechos humanos, y hoy es ya impostergable. Es ignominioso que aún perdure la impunidad que extendieron los diferentes gobiernos post dictatoriales con los secretos militares.
El genocidio es el crimen sin nombre. En la Argentina deparó 30.000 detenidxs desaparecidxs; casi 400 menores que fueron apropiados y aún no recuperados. No permitamos que sea intrascendente la vergüenza de no actuar con la dignidad que se merecen todxs y cada unx de ellxs.
El único lugar de los genocidas, es la cárcel común y efectiva.
Ni olvido, ni perdón ni reconciliación.
Andrea Benites Dumont
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