Despidos, cierres y una crisis que se profundiza.
Los gigantes de la comercialización de electrodomésticos y productos tecnológicos se encuentran atravesados por una profunda crisis marcada por altos niveles de endeudamiento, una caída generalizada de las ventas, problemas de financiamiento y un mercado saturado que ofrece otras alternativas menos costosas. En la mayoría de los casos se presentan cierres de sucursales y recortes de puestos de trabajo.
La que lidera el ranking de las más perdidosas es Garbarino, cuya situación se encuentra en un estado realmente dramático. Con 200 sucursales en todo el país, 4.800 empleados y una planta de fabricación propia en Tierra del Fuego donde producen televisores, acondicionadores de aire y celulares –la planta se encuentra trabajando a un 50% de su capacidad productiva-, Garbarino se impone entre las comercializadoras con un 22% de participación en el mercado y una facturación anual de más de $25.000 millones. En estos momentos se encuentra en la virtual bancarrota con una deuda que asciende a los $12.000 millones, de los cuales $5.000 millones son por financiamiento de los bancos –un 85% en manos de los bancos Santander y Galicia- y otros $7.000 con proveedores. El futuro de la empresa ahora depende del aval de sus acreedores quienes han convertido el pasivo de la empresa en acciones y ahora negocian su venta al solo precio de lo adeudado, o mucho menos. Mercado Libre, Frávega y Newsan rechazaron la oferta, y hasta ahora el único anotado es el fondo Inverlat: una compañía de exbanqueros que negocia una quita en la deuda del orden del 50% al 70% del total, tanto con los bancos como con los proveedores.
Ribeiro acumula deudas por $945,2 millones –según los últimos registros de noviembre-, acumula 89 cheques rechazados por poco más de $117 millones y desde septiembre que no se registran pagos de las contribuciones patronales por sus 1.700 empleados. La empresa viene realizando cierres de las sucursales menos rentables, recortes en el plantel de empleados y la inyección de fondos extraordinarios no han logrado de revertir la tendencia al colapso. Ahora busca desesperadamente reestructurar sus deudas para poder seguir a flote en medio de la tempestad.
Respecto a Musimundo su deuda bancaria asciende a poco más de $1.500 millones y tiene cheques rechazados por más de $26,5 millones (Ámbito, 10/10); dejó de pagar sus obligaciones negociables; durante todo el 2019 cerró más de 50 sucursales en todo el país; y adeuda salarios e indemnizaciones a sus empleados. Frávega cerró cinco sucursales en el último año, y acumula despidos de su personal. Y la cadena del interior Lucaioli cerró todas sus sucursales a principios del 2019 dejando 500 trabajadores en la calle.
Un derrumbe al ritmo de la crisis
Las causas de esta estrepitosa caída pueden resumirse en una acentuada caída del consumo, la volatilidad del tipo de cambio, que ha sido objeto de fuertes devaluaciones del peso en el último periodo, y la escalada de las tasas de interés. La consultora privada Gfk indicó que la venta de electrodomésticos cayó un 27% en octubre pasado, medido en forma interanual (Página12, 15/1).
El salto en la brecha del tipo de cambio que llevó al peso de un valor de $20 por dólar en abril del 2018 a más de $60 en la actualidad se trasladó directamente a los precios de los electrodomésticos con un alto componente de insumos importados. Si a esto le sumamos las exorbitantes tasas de interés que afectan a un mercado dominado por la financiación y el crédito para el consumo, combinado por un mercado disminuido y golpeado por las consecuencias de la crisis, la inflación y la caída del poder adquisitivo de los salarios, tendremos la receta perfecta para el colapso de las comercializadoras de electrodomésticos.
En declaraciones que recoge Página 12 un empleado de la firma Garbarino señaló que “es imposible vender porque cuando hacés un presupuesto por una heladera en 12 cuotas, puede pasar de valer 30 a 80 mil pesos, son casi 3 heladeras”.
El gobierno de Alberto Fernández ha extendido programas como el “Ahora 12” hasta fines de marzo como medida para evitar un mayor hundimiento del mercado, sin embargo las consultoras registra un desplazamiento del consumo hacia bienes y servicios esenciales relegando la adquisición de electrodomésticos y productos tecnológicos. Más allá de las aspiraciones de los empresarios respecto a una prometida reactivación del consumo y de las ventas, el Pacto Social y la desindexación de los salarios con relación a la inflación, que llevan a la caída del poder adquisitivo de los trabajadores, son políticas que implican una mayor contracción del mercado en medio de esta crisis.
Las prioridades del gobierno están puestas detrás de garantizar el pago a los acreedores de la deuda, al costo de destruir las condiciones de vida del pueblo trabajador y cualquier expectativa de consumo. Los empresarios tienen como salida la renegociación de sus deudas, fusiones e incluso la declaración del estado de quiebra para evadirse de sus obligaciones tras hacer fabulosas ganancias; los trabajadores, en cambio, corremos el riesgo de perderlo todo, sin ninguna alternativa ante una bancarrota de nuestras economías.
El desplome de las cadenas de electrodomésticas expresa la caída de los niveles de vida de la población en los márgenes de la crisis económica. Es necesario defender el salario, con paritarias libres y el salario igual a la canasta familiar; el 82% móvil para los jubilados; la universalización de los programas sociales como seguro al desocupado y su aumento por encima del salario mínimo, y un programa integral de defensa de nuestras condiciones de vida.
Marcelo Mache
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