domingo, 1 de abril de 2018

La lucha de las mujeres por sus derechos: ¿quiénes son sus aliados?



A lo largo de la historia se han suscitado diferentes debates acerca de cómo debemos luchar las mujeres y quiénes son nuestros aliados. Después de las masivas movilizaciones del último 8M ¿Qué rol juegan los varones? ¿Cómo enfrentar al capitalismo y al patriarcado?

Francia, mediados del siglo XIX. Una mujer recorre la ciudad buscando aportes económicos para editar su obra. Necesita hacer escuchar su voz. Es heredera de las feministas de la Revolución Francesa, de quienes ya se habían escuchado los primeros gritos por la igualdad. Pasados cincuenta y cuatro años de esa revolución en la que habían peleado todos contra la nobleza, las cosas ya no eran igual. La burguesía se había hecho del poder político y económico, los trabajadores y trabajadoras eran libres de vender su fuerza de trabajo, pero no de la explotación. Las mujeres eran quienes más sufrían esa terrible situación. Esa mujer tenía ideas innovadoras. Se proponía conformar una “Unión Obrera” que tuviera como objetivo reunir a la clase obrera, a quienes son explotados y oprimidos por el capitalismo, sin distinción. “No tenéis más que una posibilidad de acción, legal, legítima, confesable frente a Dios y los hombres: LA UNIÓN UNIVERSAL DE LOS OBREROS Y DE LAS OBRERAS” (Flora Tristán, Unión Obrera, Editorial Utopía), escribía.

“La ley que esclaviza a la mujer, os oprime también a vosotros”

Flora Tristán, precursora del feminismo socialista, la que se adelanta incluso al Manifiesto Comunista, publica su obra Unión Obrera en dos oportunidades. Buscaba que su obra se convirtiera en un manifiesto, un programa para la unidad de la clase obrera para luchar por sus derechos.
Flora prestaba especial atención a la situación en la que vivía la mujer de la clase trabajadora, por eso incorporó el capítulo ¿Por qué menciono a las mujeres? en su folleto. Se animaba a hablarles a las mujeres, pero también a los varones trabajadores sobre las mujeres. A quienes era compañeros de clase Flora les proponía que peleen también por los derechos de la mujer trabajadora, porque de esa manera llegaría a lograr un bienestar para el conjunto de la clase obrera.
“En la vida de los obreros la mujer lo es todo. Es su única providencia. Si les falta, les falta todo. También lo dicen ellos: «La mujer es quien hace o deshace la casa», y esto es la pura verdad: por esto la frase se ha convertido en proverbio. Sin embargo, ¿qué educación, qué instrucción, qué dirección, qué desarrollo moral o físico recibe la mujer del pueblo? Ninguno” (Ídem), explicaba.
Y se dirigía a los varones, a quienes pedía: “tratad de comprender bien esto: la ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, hombres proletarios” (Ídem)
La Revolución Francesa había convertido la cuestión de la mujer en una cuestión política. El feminismo surgía como un movimiento político que reclamaba igualdad de derechos civiles para las mujeres. No sólo había diferencias de género entre mujeres y varones, sino que también había diferencias de clase. Flora proponía una lucha conjunta para mejorar la situación de la mujer, para ella era entre los explotados donde las mujeres encontrarían a sus mejores aliados para luchar por una vida que mereciera ser vivida.

Primeras organizaciones obreras: las mujeres también pueden luchar

El Siglo XX se hacía esperar. En este caso, dos varones. Estudiantes, escritores, filósofos; más adelante, revolucionarios. Retoman en parte la obra de Flora, también de otros socialistas utópicos. Son tiempos de cambios, de actuar, de transformar la realidad, no solo de contemplarla. El Manifiesto Comunista lo escriben en 1848 y allí dejan su propuesta: terminar con el sistema capitalista, que la clase obrera tome el poder y construya una sociedad comunista, sin fronteras.
Marx y Engels habían asistido a importantes episodios de la lucha de clases y conformaban los primeros círculos de obreros comunistas, desde donde aprendían a hacer propaganda de sus ideas. Era fundamental una organización internacional de los y las trabajadores y trabajadoras. Como no podía ser de otra manera, allí también se planteó la cuestión de la mujer.
¿Eran iguales que los varones? ¿Qué rol debían jugar en las organizaciones obreras? ¿Trabajaban? ¿Su único lugar era el hogar? Esto llevó a debates acalorados dentro de la Asociación Internacional de los Trabajadores (Iº Internacional) de trabajadores, conformada por sindicalistas ingleses, anarquistas, socialistas franceses e italianos republicanos en 1864.
El anarco-socialista francés Proudhon, por ejemplo, sostenía que la mujer tenía sólo dos destinos posibles: ama de casa o prostituta y por eso se oponía a la incorporación de las mujeres a la producción. Hablaba claro: “Digo que el reinado de la mujer está en la familia; que la esfera de su irradiación es el domicilio conyugal; que de esta suerte el hombre, en quien la mujer debe amar no la belleza, sino la fuerza, desarrollará su dignidad, su individualidad, su carácter, su heroísmo y su justicia” (P. J. Proudhon, La pornocracia, Huerga Fierro Editores, España, 1995).
Marx y Engels se enfrentaron abiertamente a estas posiciones reaccionarias que algunas corrientes querían imponer sobre los trabajadores; sostenían que las mujeres tenían que ser parte de las organizaciones sindicales y que había que luchar por su igualdad en cuanto a los derechos políticos y económicos.
Más adelante, en 1875, este debate vuelve a darse a raíz de lo que se escribe en el programa para el Congreso que tenía como objetivo unir las dos organizaciones obreras alemanas existentes en aquel entonces (el Partido Obrero Socialdemócrata dirigido por Liebknecht y Bebel y la Unión General de Obreros Alemanes, conducida por Lassalle)
En su Crítica al Programa de Gotha Marx criticaba el apartado 3 que proponía que el nuevo Partido Obrero Alemán luchara por la “restricción del trabajo de la mujer y la prohibición del trabajo infantil”. A esto respondía diciendo: “la reglamentación de la jornada de trabajo debe incluir ya la restricción del trabajo de la mujer, en cuanto se refiere a la duración, descansos, etc., de la jornada; de no ser así, sólo puede equivaler a la prohibición del trabajo de la mujer” (K. Marx, Crítica al programa de Gotha, Ed. El aleph.com, 2000)
El marxismo revolucionario, desde sus inicios, reconoció los derechos de las mujeres dentro de la clase trabajadora y fue vanguardia en su organización, entendiendo que las mujeres debían tener igualdad con los varones en cuanto a derechos civiles y políticos que hoy hasta podrían parecernos básicos, como el derecho a votar o trabajar; al mismo tiempo que las consideraban la mitad indispensable de la clase obrera en la lucha contra la explotación.

“Socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”

Dos mujeres se hermanan en una lucha común; son socialistas, pero también feministas. Clara Zetkin ya tenía experiencia, había organizado la sección femenina del Partido Socialdemócrata Alemán y era responsable de la publicación del periódico La Igualdad, que fue el canal de expresión más importante de las mujeres socialistas de aquella época. Rosa Luxemburgo, más joven, seguía su camino. Juntas ya habían convocado a las mujeres a organizarse y en la II° Conferencia de Mujeres Socialistas de Copenhague habían propuesto como principal resolución acordar un día de lucha por los derechos de las mujeres a nivel internacional. Era 1910 y surgía lo que hoy conocemos como el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo.
La 1ra Guerra Mundial mostraba los intereses más mezquinos de la burguesía a nivel internacional. Clara y Rosa, junto a otros revolucionarios, declaraban “guerra a la guerra”, después de que en su comienzo la gran mayoría de los enormes partidos socialistas que integraban la II° Internacional decidieran apoyar a sus gobiernos imperialistas en esta matanza. Por eso fueron impulsoras de la III° Internacional y decidieron hacer un llamado a las mujeres trabajadoras para enfrentar este flagelo de la guerra, dedicando gran parte de su labor a la organización de las mujeres.
Mientras tanto, en Rusia, las huelgas de mujeres trabajadoras se multiplicaban, la fracción Bolchevique de la Socialdemocracia rusa prestaba especial atención a la organización de las mujeres. Consideraban que las mujeres tenían que buscar en los trabajadores, en los campesinos, en los varones de su clase a sus aliados y así despertar la fuerza de la clase obrera. Para convencerlos había que organizarse y mostrar la fuerza que podían lograr las mujeres. Las bolcheviques estaban en la vanguardia, se dedicaban a organizar a las trabajadoras con la publicación de un periódico especial de las mujeres, llamado Rabotsinia.
““Si lamentable es la suerte del trabajador, la situación de la mujer es aún peor (…) Miles de mujeres vendían su trabajo al capital; miles se cansaban alquilando su trabajo; miles y cientos de miles sufrían el yugo de la familia y la opresión social. Y para la enorme mayoría de las trabajadoras parecía que esto era lo normal. ¿Pero es verdad que la trabajadora no puede aspirar a un futuro mejor y que el destino la había confinado a una vida completa de trabajo y sólo de trabajo, sin descansar día y noche?”. Las líneas anteriores pertenecen a un panfleto titulado: La mujer trabajadora en Kiev, distribuido por los bolcheviques en Kiev (Ucrania) el 8 de marzo (Día internacional de la mujer) de 1915. Las bolcheviques vinculaban la opresión de las mujeres con el sufrimiento de sus compañeros trabajadores, con el programa para la liberación de toda la clase trabajadora” (A. Wood, Bolchevismo el camino a la revolución: Historia del Partido Bolchevique desde sus comienzos hasta la Revolución de Octubre, Fundación Federico Engels, España, 2003)
Allí mismo podía leerse: “Trabajadoras, no hay otro camino para nosotras. Los intereses de los trabajadores, hombres y mujeres, son iguales, son uno. Sólo con la lucha unida junto con los trabajadores, en organizaciones obreras conjuntas —en el Partido Socialdemócrata, los sindicatos, clubes obreros y cooperativas— obtendremos nuestros derechos y ganaremos una vida mejor”( Ídem).
No como la fracción reformista de las mencheviques, también perteneciente a la Socialdemocracia rusa, para quienes los 8 de marzo debían ser conmemoraciones en las que participaran solamente las mujeres con actos y recordatorios que impedían que se convirtieran en días de lucha.
Fue justamente un 8 de marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer que en Rusia se planificó una huelga. La comenzaron las obreras textiles, pero día a día se iba convirtiendo en una huelga general, sumándose los varones de otras fábricas a sus reclamos. Exigían paz, pan, trabajo y así comenzaba la Revolución Rusa de 1917. Después de Octubre las mujeres conquistarán derechos de los que las mujeres no gozaban en ningún país del mundo: derecho al aborto, derecho a estudiar, a trabajar, a lo que se sumaba la socialización estatal (comedores, lavanderías, jardines infantiles, etc.) de las tareas domésticas, para que las mujeres pudieran trabajar, estudiar y tomar tareas políticas.

“Lo personal es político”

Década del 70. Resurgimiento del feminismo en muchos países del mundo: “lo personal es político” dijo Kate Millet y revolucionó la manera de pensar el feminismo. La opresión llegaba a la vida más íntima y eso también se podía cuestionar. Surgieron nuevos colectivos LGTBI, que se enfrentaban al acoso policial y a la discriminación. Cientos de miles de jóvenes luchaban contra la guerra de Vietnam en territorio estadounidense. Obreros y estudiantes desafiaban al poder en el Mayo Francés.
En Argentina, con el Cordobazo, comenzaba unascenso obrero que fue acompañado de un revulsivo movimiento juvenil y estudiantil que cuestionaba el orden vigente. Las trabajadoras y los trabajadores peleaban codo a codo contra la dictadura de Onganía y los planes de ajuste de los gobiernos peronistas posteriores. Se impulsaban Comisiones de Mujeres para organizar la solidaridad con las fábricas en conflicto. Así fueron parte de la lucha obrera muchas mujeres, como en el Villazo de 1974, donde logran derrotar a la burocracia sindical y recuperan su sindicato. En un pasacalle de la ciudad podía leerse:“Mujeres, el triunfo es de ustedes”.
En paralelo se desarrollaba una incipiente organización del movimiento feminista en nuestro país, impulsado por nuevos agrupamientos de mujeres que luchaban por sus derechos sexuales y reproductivos, el derecho al divorcio, entre otras demandas que buscando visibilizar la opresión. Si bien en algunos hechos se mostraba solidaridad entre ambos sectores, como en la huelga de Villa Constitución, no había una estrategia común entre las mujeres que se reivindicaban feministas en lucha por sus derechos y aquellas mujeres que también enfrentaban la dictadura o el gobierno en fabricas, colegios o como parte del movimiento estudiantil.

2018: #ParoInternacionalDeMujeres

Después del último 8M el movimiento de mujeres se revitaliza y pone en acción nuevas fuerzas en muchos países del mundo para enfrentar el patriarcado, la explotación y la opresión.
En Argentina tomó relevancia la lucha por el derecho al aborto y el cuestionamiento a la Iglesia Católica por su injerencia en materia de derechos de las mujeres. También se mostró una enorme fuerza para lucha contra el ajuste del gobierno nacional de Macri y de los gobernadores en las provincias, por eso marcharon las mujeres que son protagonistas de las principales luchas del país.
Las mujeres organizadas y movilizadas en las calles podemos poner en cuestión el poder del patriarcado y su alianza perfecta con el sistema capitalista: con nuestros reclamos estamos cuestionando sus beneficios, sus ganancias y su poder. Por eso, si bien dentro de la convocatoria hubo diversidad de opiniones, grandes sectores piensan que el Paro Internacional de Mujeres no fue contra los varones como individuos, sino contra la clase social que se beneficia a diario de mantener a las mujeres bajo este régimen de desigualdad. Por eso muchas de las que participaron lo hicieron con sus amigos, hermanos, compañeros, novios, padres, etc.
Como ya quedó demostrado en muchos momentos de la historia, no estamos solas. Tenemos aliados en cada varón que también sufre la explotación, con quienes muchas veces peleamos a diario y a quienes, muchas otras, tuvimos que combatirles la idea de que esta lucha es solo nuestra responsabilidad.

Ana Sanchez
Agrupación Pan y Rosas / Docente @anitaezkerrean

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