sábado, 21 de abril de 2018

"A Gualberto Solano le costaba hablar, el sufrimiento y la injusticia lo excedían "

Entrevista a Vicente Zito Lema

“Hasta que no me den el cuerpo de mi hijo no me volveré a mi casa”.
Gualberto Solano, papá de Daniel

M.H.: Primero tengo que preguntarte si la injusticia mata.
V.Z.L.: Realmente desde hace mucho tiempo vivimos en un mundo injusto. Si se pudiera ver el mundo desde una distancia, digamos que nos fuéramos por un momento a la Luna y viéramos desde allí lo que es el mundo, creo que el viajero se espantaría y tendría que tener un gran amor, lo que le permitiría seguir mirando y en lo posible volver a esta Tierra.
Creo que lo que se ha perdido es el sentido común, ese elemento mínimo que permite tener un contacto, un cable a tierra con la realidad profunda. Ver lo que sucede hoy por hoy, en todos los aspectos, la exclusión, el hambre, la mentira, va llevando a tu pregunta, cómo vivir con la injusticia de todos los días.
El valor justicia es uno de todos los valores fundamentales de la criatura humana. Ya no sé si es la palabra lo que distingue a la criatura humana, tal vez sea su aspiración a lo justo, y esto se quiebra tanto todos los días que pierde sentido el estar vivo en un mundo sin justicia. Y esa injusticia que nos aterra a los que podemos todavía tener el privilegio de reflexionar cae como un mazazo en la cabeza todos los días de gente que sufre la injusticia y ni siquiera tiene la posibilidad de reflexionar, porque el dolor es tan grande, el peso de esa injusticia sobre su vida cotidiana es tan abrumador que sufre la injusticia y muchas veces le priva de poder reflexionar sobre esa injusticia.
Porque no es solo sufrirla, es también tener la posibilidad de entender las causas, los efectos abruman pero hay que poder superarlos y poder entrar en las causas, porque si no los efectos simplemente se reproducen y paradójicamente el que sufre la injusticia solo sufre dolor, está privado de la construcción de su conciencia que le permita ver la causa real y a partir de esto levantarse contra esa injusticia que sufre.
M.H.: ¿La injusticia habrá matado a Gualberto Solano, el papá de Daniel, desaparecido hace más de 6 años?
V.Z.L.: Me enteré en días pasados y me vino un gigantesco dolor. Yo lo conocí estando en Choele Choel, dando una capacitación a maestros y profesores de la zona, me entero, caminando por la plaza de la ciudad, de quién estaba ahí, en una carpa precaria hecha con bolsas de nylon negro y había un cartel escrito a mano con letra despareja “hasta que no me den el cuerpo de mi hijo no me volveré a mi casa”.
Me provocó tanto ese cartel, que superando mi timidez me acerqué a hablar, estaban el papá y una sobrina de Daniel Solano, ese obrero changarín desaparecido en la provincia de Río Negro. Me animé a hablar con él, un hombre que le costaba hablar, el sufrimiento y la injusticia lo excedían. Lo invité a que pudiera ir al curso de Derechos Humanos que estaba dando para los docentes de la localidad. No se animó, le daba vergüenza, le pidió a su sobrina que fuera. Ella fue, y contó a los maestros y profesores del lugar lo que estaba pasando con Daniel Solano, desaparecido por haberse alzado contra las injusticias de este mundo. Sigue desaparecido y su padre muere sin poder haber llevado el cuerpo de su hijo a Salta, de donde estos hombres de la comunidad de los pueblos originarios procedían. Todo esto me lastima mucho.
Pocas veces se da que un artista camina por el mundo uniendo la dignidad de la vida y la profunda sensibilidad del espíritu
M.H.: Te quiero trasladar a un 28 de marzo de 1942, fallecía en la cárcel de Alicante con 31 años Miguel Hernández.
V.Z.L.: Yo creo que a todos, amen o no la poesía, en realidad no creo que no haya alguien que no ame la poesía, pero la gente a veces ama las cosas y no se preocupa mucho por ellas, pero se preocupe la gente o no, la vida de este poeta creo que sí nos toca, nos conmueve y afecta a todos. Pocas veces se da que un artista camina armoniosamente por el mundo que le tocó vivir uniendo la dignidad de la vida y la profunda sensibilidad del espíritu, la conciencia de los días que está viviendo y todo eso se transforme en un profundísimo canto de rebeldía, en un profundísimo canto de amor por la vida y los seres concretos, especialmente, por los seres que cotidianamente sufren en carne y alma propia esa injusticia de la que hablábamos antes.
Eso es lo que está detrás de este gigantesco poeta, de cada uno de los poemas que escribió, algunos tan conocidos que la gente ya ni siquiera sabe quién los ha escrito pero los conoce. Tal vez esa sea la mayor alegría que puede alcanzar un poeta, que la gente no sepa lo que él escribió, pero que conozca ese poema o esa canción con la que contribuyó a que el mundo sea mejor de lo que es.
Ese es el caso de Miguel Hernández, nos toca a todos y se convierte en un ejemplo para los que amamos la poesía pero también para los que aman la vida y no se conforman con que sea esta caricatura que buena parte del mundo vive, algunos alienados en las prácticas terribles del consumismo y muchos por la acción concreta y cotidiana de este modo de repulsión material de existencia que se llama capitalismo. Esa es la realidad del mundo en el que vivimos un mundo con poca justicia y con abundancia de dolor social.

¡¡¡Justicia por Santiago Maldonado!!!

M.H.: Estuviste el pasado 1º de abril en Mar del Plata en la movilización por Santiago Maldonado.
V.Z.L.: Yo te he contado que habiendo sido invitado a la inauguración de un festival de poesía en la Patagonia, específicamente en Esquel, llegó el día que tenía que decir el discurso de inauguración del festival y escucho los comentarios de la intervención de Gendarmería, de la represión que se había producido la noche anterior y que había desaparecido una de las personas que estaban en la manifestación y habían sido reprimidas por la Gendarmería.
Más que ocuparme de mi propia obra que se estrenaba y organizar mi cabeza para decir las palabras con las que iba a compartir mi obra con la querida gente de la Patagonia, traté de interesarme mucho más por la situación de lo que contaban, de la desaparición de esta persona. No fue mucho lo que pude saber, pero a la mañana siguiente llega al hotel en el que estaba alojado, Sergio Maldonado, el hermano de Santiago, que había venido corriendo de Bariloche en un coche, con toda la angustia, aunque todavía no estaba definida la situación pero, obviamente, su hermano Sergio estaba preocupado porque las versiones sobre la dureza de la represión iban en aumento.
A partir de ahí viaja y llega Nora Cortiñas de urgencia. Junto con Nora nos pusimos a ayudar lo más que podíamos en la situación. Yo más que nada transmitiendo mi experiencia en estas desgracias, no te olvides que durante muchos años he defendido presos políticos en Argentina, he conocido estas situaciones de dolor. Sergio estaba muy desorientado, estaba con fortaleza de ánimo pero desorientado. Fue el comienzo de una relación, una amistad que fui gestando con la familia Maldonado.
Ya sabemos de la desaparición de Santiago, de la gran lucha que dio la sociedad argentina, de la situación actual, un expediente absolutamente parado, con jueces que no investigan para nada, que por el contrario van ocultando la verdad de los hechos como si decir que se ahogó en el río diera por terminada la situación, sin preguntar quién lo puso allí, o si lo empujaron o si lo golpearon. Porque lo que se sabe es la represión, que Santiago estaba allí y que Gendarmería entra al mismo río que intentaba cruzar y ahora está su cuerpo muerto, ahogado y pasan los meses y nada se sabe de quiénes lo mataron, de quiénes lo desaparecieron, de quiénes son responsables de lo que Santiago padeció.
Todo eso llevó a que la familia Maldonado organizara un pequeño acto en la provincia de Buenos Aires en la localidad de la que son oriundos, y Sergio quiso que el acto tuviera repercusión con el objetivo de decir “no olvidamos a mi hermano, la sociedad sigue pidiendo justicia”. Me llegó una invitación de Sergio y fuimos con mi compañera de toda la vida, Regine, desde Villa Gesell donde estábamos a Mar del Plata.
También se había organizado una marcha donde participaron distintos organismos de DD HH y distintas organizaciones políticas. Fue hermoso que fuera un solo acto, que se pusieran de acuerdo para que todo fuera de fraternidad y unión, porque el dolor de la familia Maldonado y todo ese calvario que padeció Santiago merece que cuando se hace un acto por él se superen las diferencias, que siempre son pequeñas frente al drama concreto que sufre la sociedad, que sufren las personas directamente involucradas como víctimas o como familiares.
Fue un acto con movilización, con apoyo desde la gente que pasaba, que mostraba su afecto por el homenaje a Maldonado. Me pidió la familia si podía leer los poemas que había escrito dedicados a Santiago, así que el acto fue eso, la manifestación y luego Sergio me pidió que subiera con él, leí el poema y después Sergio dijo unas palabras contundentes pidiendo justicia por su hermano, pidiendo que no se siga persiguiendo a la familia Maldonado, porque lo más triste de esto es que la familia es perseguida, investigada y vigilada, como si fueran culpables de lo que el Estado cometió criminalmente contra ese hermoso joven de conciencia clara que se llamó Santiago Maldonado. Eso es lo que puedo decir, que sigue abierto el compromiso para que sigamos pidiendo todos, justicia por Santiago Maldonado.

El poeta palestino

M.H.: Quiero terminar con el poeta palestino
V.Z.L.: El poeta palestino es mi manera de mostrar, como poeta y hombre que escribe, mi profundísima solidaridad con el pueblo palestino que está sufriendo terribles formas de avasallamientos de sus Derechos Humanos por parte del Estado de Israel con apoyo expreso de los EE UU.
De mí solo sale pedir amor y justicia para el pueblo palestino, porque es realmente aterrador cómo se lo maltrata, cómo se lo humilla, cómo se lo veja, cómo se lo hace sufrir, cómo se lo mata y quita su tierra, que es una manera expresa de matar al pueblo. De ahí mi poema “El poeta palestino”, que me permito leer a todos:

El poeta palestino

Por Vicente Zito Lema

El poeta palestino carga el dolor en el fondo

de sus huesos, el espanto entre ceja y ceja;

la tumba de los niños es su última mochila…

El poeta palestino es un ser obstinado,

no le pide flores al pasado…


El poeta palestino lleva su patria en los

ojos, como si fuera el sol o el arcoíris,

O sea que su patria es ahora un cielo

y nadie se la podrá usurpar…

y aunque lo persigan

las nubes doradas saben protegerlo…

también su desierto tiene aguas de rosas…


Son veloces las nubes / como caballos, y alegres en su belleza…

Se desnudan inocentes, por más que se tuteen

con la muerte…

Igual que el muchacho sobre la colina

que carga y descarga su viejo fusil

en la noche que arde…

sin tregua… bajo la luna de luto…


El poeta palestino lleva su patria

en la boca,

porque siempre hay un momento

para besar…

El poeta palestino se inclina sobre

su tierra… y la acaricia… mientras pasan

las lluvias y las sombras…

Por más que nos persigan y nos maten

-le dice al cielo, le grita al mundo-

mi patria nunca será una sepultura abierta…

Hemos nacido para la vida / y lanza

su risa al viento el poeta palestino…

y piensa en la mujer que mañana mismo

temblará en sus labios…


Bajo la noche estrellada por miles de años,

el poeta palestino se despide,

la vida día a día

es el exilio de la vida…

Adiós, madre, prometo que cuidaré tus flores,

La guerra, este martirio de los niños, más que

un infierno es el mar del laberinto:

Se sale hacia adelante…


Adiós, madre, no temas… me entrego

al viento…

Mi alma es un navío…

La patria/Palestina es tu susurro que me besa…

Mario Hernandez

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