miércoles, 9 de diciembre de 2015
Fumata negra: Cristina, Macri y la foto que no será
La presidenta saliente anunció que no irá a la asunción de su sucesor. Parrilli habló de “golpe de Estado”. La Justicia en el centro de la escena. La política y el ajuste en curso.
La rosca que no fue
Cuando faltan pocas horas para que efectivamente se inicie el período presidencial de Mauricio Macri, la pelea por la transmisión de los atributos presidenciales –banda y bastón- sigue siendo el centro de la escena política y este martes detonó el fin de cualquier tipo de negociaciones.
Así, la mañana y la tarde de ayer fueron pródigas en discusiones y propuestas de todo tipo, intentando acercar un acuerdo que dejar conformes a ambas partes. El edificio del Congreso Nacional, y el Senado en particular, fueron el lugar elegido para que Amado Boudou, Wado de Pedro y Fernando de Andreis -su reemplazante en el gobierno entrante- jugaran a una suerte de TEG para lograr destrabar la negociación.
Los enviados de la Casa Rosada propusieron que la mandataria asistiera a la jura en el Congreso, pero evitara cruzarse con Macri. La propuesta: dejar allí los atributos presidenciales para no tener que entregarlos personalmente al nuevo presidente. Una suerte de juego a las escondidas que no conformaba a nadie.
Pero durante ese conclave se conoció que Cambiemos había presentado una medida cautelar para que Macri fuera presidente a partir de las 00hs del jueves 10 de diciembre. Horas después el fiscal Di Lello lo daba por válido, aunque al cierre de esta edición todavía restaba saber si la jueza Servini de Cubría haría lugar a la medida. La casta judicial, demonizada hasta el cansancio por el kirchnerismo, entró en el juego de sucesión presidencial para inclinar la cancha hacia Cambiemos.
Fue esa cautelar la que le permitió al kirchnerismo dinamitar la negociación. Se convirtió en una suerte de "excusa perfecta". Por la tarde Oscar Parrilli entró en escena para decir que “entre esto y un golpe de Estado es muy poca la diferencia” y que, en esas condiciones, la presidenta no iría a la asunción de su sucesor. El relato del "golpismo" volvió a ser lanzado a los cuatro vientos, aunque sin mucho fundamento real. Forzando al máximo los argumentos, Parrilli y De Pedro dijeron que, con esa cautelar, la presidenta podía ser acusada de usurpación de título durante la misma ceremonia. Posiblemente ni el cerebro más derechista dentro del PRO hubiera elaborado esta idea. Sin embargo, en las usinas oficialistas, la idea se consideró "realista".
La justicia en el centro de la escena
La comparación con un golpe de Estado no resiste el menor análisis. Pero el Relato se sostiene hasta la puerta de salida de Casa Rosada, contra vientos y mareas.
Pero es evidente que, en el medio del tironeo político entre el oficialismo saliente y el entrante, la presentación de una medida cautelar en una transición presidencial introduce un elemento no visto en los últimos 30 años de la política nacional. Tanto esta intervención, como la posibilidad de que Ricardo Lorenzetti sea quien le entregue la banda presidencial a Macri ponen en escena a la casta judicial como un actor de peso en la política argentina. Esa reaccionaria casta “sobrevivió” a los años de guerra puramente verbal del kirchnerismo.
Esa continuidad le permite -hoy y a futuro- jugar un cierto papel de arbitraje en la política nacional. Si en estos días lo puede hacer, no se trata de un hecho fortuito. Es el resultado de la suerte de “empate” que dejó el balotaje, donde el macrismo fue rechazado por casi la mitad de la población. Eso configura una nueva situación que será la que marcará a futuro al nuevo oficialismo que, hay que añadir, no controlará ambas cámaras parlamentarias ni una parte importante de las provincias.
Esta puja por un símbolo de tipo monárquico, deja al desnudo los límites de cada uno de los rivales. Si Macri no ganó con la suficiente diferencia, Cristina fue la “madre” de una derrota no tan catastrófica. Desde allí discute e interviene en la escena política para sostenerse como una figura de peso en la puja abierta al interior del peronismo.
El árbol y el bosque
La novela del bastón y la banda presidencial transcurre mientras sectores del empresariado avanzan a brazo partido en ataques sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo pobre. La creciente remarcación de precios en grandes supermercados y otros negocios se suma a los despidos y suspensiones que se viven en diversas ramas de la economía.
El “árbol” de la disputa por el lugar de la transmisión de mando y por los atributos no tiene porque obturar el “bosque” del ajuste que ya empezó y el gran capital, de la mano de Macri, buscará profundizar. En ese terreno, a pesar de las palabras, no hay diferencias estratégicas entre macrismo y kirchnerismo. Las razones del país burgués y su rentabilidad son más importantes que cualquier otra consideración.
Eduardo Castilla
@castillaeduardo
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