viernes, 4 de diciembre de 2015

El ajuste y la transición presidencial



La promesa de campaña realizada por los economistas de Macri, referida a que la devaluación que pensaban aplicar no iba a generar una mayor inflación, ha sido desmentida con la velocidad de un rayo. Aún antes que el gobierno nuevo asuma y se consume la devaluación largamente prometida, asistimos a un crecimiento de los precios que duplica el promedio mensual de 2015. Si se proyectase noviembre en términos anuales, la inflación estaría por encima del 40% anual.
No debiera sorprender que sea en la canasta alimentaria donde los precios han crecido con mayor intensidad. El pan, la carne, la leche, entre otros, han aumentado por encima del 20% en un solo mes. La razón de fondo es que, al anuncio de la devaluación que se piensa ejecutar luego del 10 de diciembre, se le debe sumar la eliminación de las retenciones al trigo, al maíz y la carne, y la reducción de la tasa que se aplica a la soja. La eliminación o reducción de las retenciones no tiene sólo un efecto fiscal, en la medida que el Estado deja de recaudar impuestos.
También tiene un impacto en los bolsillos de los consumidores, pues las retenciones dividen el precio interno del internacional. Este aumento de los precios del trigo y el maíz ya se está expandiendo en toda la cadena de valor.
Los diarios de la ‘opo’ y el macrismo acusaron al actual gobierno por las subas generalizadas de noviembre, afirmando que la Secretaría de Comercio está en huelga de brazos caídos. Señalaron, además, que piensan mantener el plan de “Precios Cuidados”, al que hasta ahora tildaron como un monumento al fracaso. ¿Piensan repatriarlo a Guillermo Moreno también? Lo cierto es que, por más intensos que hayan sido los aumentos de precios de estas semanas, estamos asistiendo recién al primer capítulo de un plan de ajuste mucho más intenso. Los funcionarios del gobierno entrante han dicho hasta el cansancio que piensan aplicar un tarifazo en los servicios de luz y gas, y también en el transporte público. Según sus propios cálculos, los aumentos en este terreno pueden alcanzar hasta el 500%.

Gradualismo, las pelotas

La suba de precios ejecutada por los capitalistas en noviembre no sólo refutó el relato mentiroso de los Prat Gay, Frigerio y compañía de que la devaluación no generaría inflación, también muestra que el debate entre ajuste “gradual” o “shock” es una disquisición teórica de nulo interés práctico. El capital pugna por descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores e incrementar su tasa de ganancia. Detrás del tipo de cambio, la tasa de interés y del nivel de precios se esconde una relación social de explotación, que el capital quiere profundizar en su propio beneficio. El gran objetivo del ajuste en marcha es reducir el precio que los capitalistas pagan por la fuerza de trabajo, forzando a que los trabajadores la vendan por debajo de su verdadero valor (que como mínimo debe ser la canasta familiar). Este objetivo es el único que une a todas las fracciones capitalistas que, con intereses encontrados, conviven dentro del gabinete del nuevo gobierno.
En estas condiciones, el anuncio de que se levantará el piso del impuesto a las Ganancias que se cobra sobre los salarios, está lejos de ser una salida. Ocurre que el beneficio que implicaría esta medida alcanzará sólo a una pequeña minoría de los trabajadores (se calcula 1,2 millón sobre casi 16 millones de trabajadores). Para la mayoría restante, que tiene salarios promedio de 6.000 ó 7.000 pesos, el golpe del crecimiento inflacionario será simplemente enorme. La fractura interna que ha sufrido la clase obrera bajo el kirchnerismo, con desniveles salariales enormes, pegará un nuevo salto. De ella se vale la burocracia sindical que a lo máximo que aspira es a atender, aunque muy parcialmente por cierto, al sector más elevado de los trabajadores mientras le da la espalda por completo a los que están en negro o precarizados, y que son quienes tienen los más bajos ingresos.

Un programa

Para los trabajadores se presenta el desafío de darse un programa concreto para intervenir en esta fase de la crisis. El primer punto es blindarse frente a los efectos inflacionarios inmediatos que generará la devaluación y los tarifazos. Ante ello corresponde plantear un aumento de emergencia para todos los trabajadores, que deberá ser mayor para todos ellos que no se vean alcanzados por la medida del no pago del impuesto a las Ganancias. En relación a éste último, planteamos la abolición de ganancias en los salarios de convenio. El aumento de emergencia debe incluir a los jubilados para llevar la mínima a los 8.500 pesos, ya que el próximo reajuste de sus haberes será recién en marzo. Por esta vía apuntamos a blindar a la clase obrera ante el ajuste y defender su unidad como clase.
Junto con esta medida de emergencia corresponde plantear la indexación salarial mensual de los salarios y de las jubilaciones. Se trata, otra vez, de una acción defensiva para preservar el actual nivel de vida del pueblo. La tercera medida para blindar a los trabajadores pasa por prohibir los despidos y suspensiones por un año, ya que como ha ocurrido en el pasado o como está ocurriendo ahora mismo en Brasil, es sabido que las devaluaciones producen una fuerte caída de la producción y con ello de los puestos de trabajo.
Con este programa inmediato, el Partido Obrero planteará un paquete de leyes antiajuste en el Congreso y, por sobre todo, una fuerte campaña de agitación en las grandes concentraciones obreras y de trabajadores. Elevamos esta propuesta a todos los sectores obreros combativos que están debatiendo la necesidad de concretar iniciativas de lucha en el próximo período.

Gabriel Solano

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