viernes, 21 de noviembre de 2014
Podemos, en boca de todos
La crisis española se desenvuelve y pone a la monarquía en la cuerda floja. En ese cuadro asciende Podemos. El desplazamiento de la izquierda.
La bancarrota económica y política de España se va desarrollando en todas sus dimensiones. El piadoso consuelo de que había dejado atrás la recesión como consecuencia de un juego estadístico ha quedado en el olvido. En el plano oficial, existe todavía la posibilidad de que la hija del rey y su marido pasen un tiempo en la cárcel, como consecuencia de hechos de corrupción, mientras ingresan en presidio toda clase de funcionarios públicos y ejecutivos de empresas envueltos en defraudaciones enormes. La monarquía se encuentra en la cuerda floja. De otro lado, el independentismo catalán ha alcanzado niveles nunca vistos de movilización, incluso cuando su dirección oficial recula ante cualquier extorsión del Estado español. El 'modelo' de las comunidades autonómicas hace agua frente a la presión de la crisis capitalista. Los partidos oficiales -PP y PSOE- sufren un descrédito creciente y han debido remover sus liderazgos; desde las capitales europeas se reclama la sustitución de Rajoy, el primer ministro, por su vice. Los exámenes efectuados a los bancos por parte del Banco Central Europeo han dejado a la vista una insoluble vulnerabilidad a la deuda pública. Los desalojos de viviendas siguen en aumento (El País, 14/11), sobre el medio millón acumulado en los cinco años recientes.
Ahora, el trabajo de zapa de la bancarrota capitalista acaba de producir otra novedad; la agrupación política Podemos, que con menos de un año de existencia formal supera en intención de voto a los partidos tradicionales. Podemos ya había obtenido un millón y medio de votos en las elecciones europeas, en un contexto de crecimiento de la izquierda en el País Vasco y en Galicia. A quienes se 'quejaban' porque la crisis -"en sí misma"- no desarrolla los factores subjetivos, ahora tienen para elegir: crisis por arriba, desarticulación del Estado y los partidos, quiebra del régimen político y nuevos agrupamientos emergentes de esta crisis. Claro que sólo nos encontramos en los prolegómenos. El ascenso de Podemos ha sido nota destacada en toda la prensa internacional durante varios días. Los medios ven con mucha preocupación la marcha de la crisis capitalista.
Balbuceo de programa
Podemos refuta también un escepticismo bastante en boga, a saber que los movimientos de protesta son incapaces de obtener trascendencia política. En realidad, el dínamo son ellos, no los aparatos. Podemos es el resultado de un trabajo político en el movimiento de los indignados -o '15 M', como dicen en España. Lo que se difundió como un fenómeno de protestas callejeras alcanzó otras dimensiones menos conocidas, como el bloqueo a los desalojos de viviendas y la intervención en otros campos de lucha. A falta de un programa que ninguna corriente les había aportado, los indignados comenzaron con un reclamo vacío de "democracia real", que evolucionó hacia un planteo un poco menos vacío -como el de asamblea constituyente. La reivindicación es formulada dentro del campo de la 'monarquía constitucional' y de la 'unidad del Estado'. España, como se puede ver, está balbuceando apenas el programa con el que deberá hacer frente al agotamiento del capitalismo y a la destrucción del pacto que ha construido al régimen político actual.
De acuerdo con las informaciones más fidedignas, la dirección que ha impulsado Podemos está constituida por profesores universitarios (en su gran mayoría de la Complutense) y por académicos. Ha explotado para su desarrollo la utilización de las redes sociales, como antes lo había hecho, con modalidades diferentes, el italiano Bepé Grillo, que sorprendió hace cuatro años con el voto del 25% del electorado, que aún conserva (como Grillo, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, tiene cerca de un millón de seguidores en Facebook, con los que interactúa en forma regular). Como Podemos, Grillo es un 'outsider', catapultado por la crisis, pero de ningún modo un protagonista de luchas sociales. La crisis europea está produciendo muchos fenómenos 'novedosos' (incluido el ascenso de la fascista francesa, convertida al sionismo, Marine Le Pen), pero el tronco común que comparten con la crisis no los hace lo mismo. Un diario inglés The Guardian (6/11) diseña la formación de un bloque de la "nueva izquierda" entre Podemos, la griega Syriza, el Bloco de Esquerda de Portugal y una ascendiente izquierda eslovena, y se anima a pronosticar un 'revival' del Mayo Francés -la gran insurgencia europea (oeste y este) de 1968. No es, sin embargo, lo que promueven los nietos de aquellos eventos. En los últimas días, Podemos ha tenido un fuerte crecimiento de miembros registrados -30 mil- y dejado en evidencia una presencia significativa en los sindicatos y lugares de trabajo, en un país cuyo gran ausente político es la clase obrera. El ascenso de Podemos ha desplazado por completo a Izquierda Unida, quien paga como corresponde el sostenimiento a la transición española y el papel de furgón de cola del PSOE.
La cuestión catalana
Significativamente, este movimiento multicomunicacional no ha intervenido en la lucha por el derecho a la autodeterminación de Cataluña -ni de palabra. "En Podemos, informa El País (14/11), también han habido voces autorizadas que han condenado la celebración del 9N (el referendo organizado por el gobierno catalán)", citando a un ex fiscal anticorrupción de Podemos. El número dos de la agrupación, Iñigo Errejón, declaró que el propósito de Podemos "es reconstruir un proyecto de país con todos", y más: "Una seducción mutua entre el Estado y las comunidades autonómicas". Podemos no improvisa: recoge la tradición contrarrevolucionaria del reformismo y del stalinismo en España. Podemos abandonó por completo el no pago de la deuda a la banca española, por una auditoría de ella y una "reestructuración ordenada", para obtener fondos para un plan de reactivación de la economía. Cita para ello a gusto a los economistas norteamericanos Krugman y Stiglitz, aunque a finales de 2008 Krugman reclamó una nacionalización temporaria de la banca ¡norteamericana! (The New Yor Review of Books, 12/8). Estas posiciones quizá expliquen que Pablo Iglesias, el líder de Podemos, que posee un sentido desarrollado de la astucia, repita: "No somos de derecha ni de izquierda". Claramente, no es un movimiento de clase y de lucha de clases. Como Syriza, Podemos está firmemente anclada en la Unión Europea.
Sería muy conveniente que el Frente de Izquierda desarrollara una delimitación programática con estos fenómenos emergentes, como Podemos y Syriza, desde la experiencia de su propio ascenso en Argentina -no desde la crítica de café. Es que el ascenso de la izquierda reviste, en diferentes países, una experiencia democratizante, que no representa una alternativa política de la clase obrera frente al capital. "Bienvenidos al sistema", le tiró, recientemente, El País a Podemos. Una delimitación de ese tipo serviría para clarificar el lugar de las diferentes tendencias de izquierda en Argentina y para dar a la discusión un carácter político.
Jorge Altamira
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