domingo, 1 de febrero de 2009

“Las fronteras en América son una estupidez total”


Osvaldo Bayer critica el desdén de las democracias por los clases populares.

El escritor y periodista analiza la era kirchnerista, critica la falta de protagonismo de la izquierda y anticipa que va a escribir sus memorias.

Bayer es, entre otras cosas, un maestro en el arte de vivir. Al final de su larga charla con Miradas al Sur, Osvaldo se dijo que ya era tiempo de dejar de viajar a cuanto acto de escuela rural o biblioteca de barrio lo invitan. Porque a él lo invitan de la Feria del Libro de Frankfurt o a las universidades más prestigiosas, pero el hombre discrimina: tiene debilidad por esos amigos que cultivó en 60 años de periodismo y militancia. Quizá por eso, fue que nos recibió en El Tugurio –como bautizó Osvaldo Soriano la pequeña casa de Belgrano convertida en archivo y biblioteca– apenas un día antes de viajar a Alemania a pasar las fiestas con su extensa familia. A las 10 de la mañana ya había trabajado cuatro horas y tenía seleccionados los libros y recortes que debía poner en sus valijas ¿Camisas, abrigos? No, para eso habrá tiempo luego. Su última aparición pública antes de partir había sido en un homenaje nada menos que en el Museo de la Memoria de la ex Esma, en donde la Presidenta le entregó un premio.

–¿Qué te produjo estar en ese lugar?

–Miren, cuando yo me vi en la Esma pensé dónde estaba la diferencia entre la fantasía y la realidad; ahí donde torturaron y desaparecieron tantos amigos, ahora se hace un viraje en la mirada, además de cambiarse el nombre de Plaza de las Armas por Plaza de los Derechos Humanos. Esos son pasos muy para adelante. Se ve que la Argentina ha aprendido a hacer una autocrítica como pueblo de lo ocurrido últimamente. Le falta todavía la autocrítica histórica, pero en este caso se ha ido a fondo. Y se notó también la reacción de la gente cuando se supo que la Cámara de Casación había anulado la detención de los asesinos de la Esma justo el día de la Declaración de los Derechos Humanos, y justo cuando hacíamos ese acto. Denuncié ese hecho, que luego muy bien analizó la Presidenta. Debo decir que estuvo con mucho coraje para hablar de la perversión, por no decir otra palabra, de la Justicia. Es decir, ¿cómo pueden dejarlos libres, basándose en que se habían terminado los plazos para la condena? Debería ser: júzguenlo al juez que se pasó del plazo, pero no deje libres a los asesinos. El acto estuvo muy bueno, estando ahí con la presencia de las Madres, de las Abuelas, y estando en ese edificio con tan trágica historia, y ver que se ha transformado en un espacio de la memoria, con el museo que se está haciendo, con el centro de cultura juvenil –vimos un montón de jóvenes–, es reconfortante. Justamente, estoy dando clases en el Instituto de la Memoria sobre las crueldades argentinas y los casos de represión que hubo en la historia argentina, y el análisis del porqué de las 14 dictaduras militares.

–¿Cómo te recibieron los Kirchner? Porque vos no sos peronista.

–La verdad, me sorprendió mucho y me dio confianza en el sentido en que se saben saltar ciertas fronteras. No eligieron a un hombre que ha sido favorable a ellos, sino un hombre que ha sido crítico, y sin embargo me han elegido. Esto habla también de sentido democrático. En ese marco, se los agradezco. Además, el trato fue excelente; yo siempre señalo que en cuestión de los derechos humanos, de todos los gobiernos elegidos por el pueblo, éste –junto con el anterior– es el que más ha hecho. Y puedo decir que es el único que hizo cosas para analizar profundamente los crímenes de la desaparición de personas y juzgar a los criminales.

–¿Hablaste con Cristina?

–Hablamos sobre todo de la Justicia, y Cristina elogió mis investigaciones y notas, y las palabras que dije en ese acto. Creo que le gustó mi brevedad porque ella venía de varios actos anteriores. Lo mismo hizo la otra señora que recibió el mismo premio antes que yo, que estuvo prisionera en dos campos de concentración, y dijo que se salvó de casualidad, se casó en Argentina, y la dictadura le secuestró a su hijo, científico del Comisión Nacional de Energía Atómica. O sea que en su vida conoció las dos represiones: la del campo de concentración nazi y la desaparición de personas de los argentinos.

–Si mirás hacia atrás, ¿cómo ves los derechos económicos, sociales y civiles?

–No hubo ningún paso adelante; se cambia todo para no modificar nada. Siempre se cambian los programas, pero lo que más me aterra a mí es leer las estadísticas oficiales sobre la desnutrición de nuestros niños. Últimamente ha bajado un poco, ahora es del 3,5 por ciento, pero quiere decir que hay miles de niños con hambre todavía. Eso lo dije en el discurso, que tenemos que proponernos en este nuevo año, que las estadísticas nos den cero. Tenemos que ser capaces de alimentar a nuestros niños, y también terminar con las villas miserias. Desde hace 50 años nos dijeron varios presidentes que empezaban planes para terminarlas, pero yo las veo cada vez más grandes. Ahora en Neuquén, donde no existían, son tremendos los ranchitos construidos con las maderas de los cajones de fruta.

–Se está instalando la idea de que los pibes son el enemigo número uno de la sociedad, ¿no?

–Así es, y en eso hay que seguir luchando. Yo defiendo a este gobierno por lo que hizo en contra de la dictadura, pero le falta todavía un plan social que sepamos a dónde va, un plan político y económico definido. Todavía no sabemos bien qué va a hacer este gobierno. Creo que tendría que definirse.

–¿A qué atribuís vos la falta de protagonismo popular en ciertas ocasiones?

–Vos das en la tecla en el sentido de que ningún sector ayuda a cambiar la situación argentina, ni las estadísticas de la pobreza. Es decir: el movimiento obrero, que siempre sigue muy burocratizado, con una izquierda que no existe, que está cada vez más dividida, y sectores de clase media que no entienden que la mejor manera de tener paz en un país, de terminar con la violencia, es creando condiciones para que la gente viva con dignidad. El canciller alemán Otto Bismarck decía que para que los obreros no se vuelvan socialistas había que darles ciertas mejoras. Ya en 1895 dio el seguro de desocupación: a partir de ese año, a todo obrero que se quedaba desocupado, se le daba el 62 por ciento de su último sueldo, además de otros beneficios. Bueno, eso no se ha comprendido acá, y vemos alianzas imposibles de la sociedad Rural con la Federación Agraria Argentina. Pensar que 1910 se hace el Grito de Alcorta para luchar contra el poder monopólico de las reales estancias y ahora se unen, como si fueran los mismos intereses. Es una lástima que se haya perdido lo del campo. Ha sido un defecto del Gobierno preparar la cosa y no explicarla bien al pueblo. Creo que se mandó como una cosa hecha y no se mandó el respaldo; la gente no conoció bien el problema.

–¿De qué modo circula la información, cómo se forman las opiniones para que la gente no tome
posición frente a las cosas?

–Me sorprende todavía que este gobierno no haya tomado medidas; por ejemplo, todavía rige la ley de radiodifusión de la última dictadura. Que los dos diarios más importantes den una información pésima y realmente golpista. Uno lee La Nación y se sorprende. La Nación y Clarín apoyaron la dictadura. Si bien fueron dejados cesantes muchos de los que fueron funcionarios de la dictadura, a los diarios no se los toca por haber sido sus colaboradores absolutos. Entonces, tenemos que luchar para democratizar nuestros medios, que tienen que ser de derecho público, y no pertenecer a grandes empresas, tenemos que dar señales en ese sentido. Aprender de lo que fue la televisión alemana: de derecho público hasta que asumió el gobierno demócrata cristiano, y fue la mejor televisión del mundo. Había dos canales del Estado, nacionales, y uno por provincia. Y el directorio estaba formado por el representante de cada uno de los partidos políticos, en base a su representación parlamentaria, y el otro 50 por ciento era de representantes de organizaciones de bien público, y después ellos elegían a un director que se comprometía a traerles toda la información de las organizaciones sociales y de los partidos políticos, dándoles el mismo espacio. Cuando yo estuve en el exilio gocé de ese paraíso nocturno que era esa televisión, donde todas las radios se dedicaban a la cultura y se dedicaban siempre a debatir los temas de la sociedad. Por ejemplo, al tratar el tema del aborto fueron invitados los organismos interesados, que pudieron exponer sus criterios, y un año después se debatió la ley en Alemania, y sin duda fue la mejor del mundo.

–¿Hasta qué punto la televisión moldea la cabeza de los espectadores, y viceversa?

–Evidentemente se va a lo fácil; se va a lo que no trae problemas. La gente no quiere meterse en problemas: llega cansado del trabajo y quiere ver eso, pero de cualquier manera diría que vivimos en un mundo de una agresividad terrible, y tenemos que ponernos en serio en ese sentido; tratar los problemas graves de la sociedad. Es increíble, como que se nos habla de nuestros famosos escritores, cuando casi todos ellos eran racistas, formados en el liberalismo positivista, que nos hablaban de lo salvajes y bárbaros que eran los indígenas ¿Y qué podemos decir de los blancos, de los cristianos?

–¿Cómo te repartiste entre Alemania y Argentina? ¿Te marcó la educación familiar en esa disciplina
y austeridad tan características tuyas?

–La verdad es que no me explico: me siento muy joven, pese a que ahora cumplo 82, ya. Pero en ningún momento en los viajes que he hecho me he sentido cansado ni nada por el estilo; quiere decir que el físico me responde, o que la actividad también nos da salud, no. Pero ahora realmente me voy dos meses a descansar, a una aldea alemana donde lo único que puedo hacer es leer poesías de Goethe y pasear por el bosque y las orillas del Rhin. Pero acá ha sido una actividad tremenda. Más que nada porque la gente también se ha movilizado: hubieron actos por todos lados, no es solamente que la gente está dormida y ve a Tinelli en la televisión. Las universidades, las comisiones de cultura, las comisiones barriales, hasta del más pequeño pueblito me invitan.

–¿Vos todavía tenés una concepción anarquista?

–Yo creo que hay que seguir la pelea, hay que seguir la lucha, porque esto no puede ser. Cuando Kant escribió esto de la paz eterna que a mi me gusta tanto (la única visión en el hombre tiene que estar en encontrar la paz eterna), y cuando uno ve toda esta porquería, un Bush en Estados Unidos por ejemplo, bueno, no puede ser ¿Qué mundo le damos a nuestros hijos? Hay que seguir la pelea para, por lo menos, mejorar algo. Por ejemplo, ya hemos logrado algo con esta democracia y empujándola cada vez más se va a lograr más democracia, y también está la solidaridad. Yo creo que nuestro primer paso político tiene que ser la unión de los países latinoamericanos, sino no tiene ningún sentido. Esto de las fronteras en América latina es una estupidez total, y vos ves cómo todo se basa en las fronteras; los militares que necesitan de las fronteras para tener un ejército, sino no tiene sentido, menos en Latinoamérica. El diario El Litoral, de Corrientes, escribió un artículo que decía que yo quiero entregar la Patagonia a los mapuches (risas). Cuando yo lo único que he propuesto es imitar las cosas buenas de Europa, y no las cosas malas. Ese continente con peleas internas, con peleas impresionantes, con distintos idiomas, con distintas religiones y opiniones, ha logrado eliminar las fronteras económicas y algunas también de tipo civil, como por ejemplo con los pasaportes. Y nosotros, que tenemos el mismo idioma, los mismos libertadores, la misma religión (de origen, al menos, desde la colonización) y las mismas tradiciones, tenemos estas fronteras terribles. Entonces propuse imitar en eso a Europa, con el ensayo del Benelux, que unió sin aduanas a Bélgica, Luxemburgo y Holanda durante diez años para ver, y resultó positivo. Yo dije de unir las dos Patagonias, que son tan parecidas. El senador de Santa Cruz me llamó “traidor a la patria”, y Eduardo Menem hizo toda la defensa del proyecto de este senador, pero al final el senado en vez de nombrarme “traidor a la Patria” me nombró “persona no grata” para el Senado de la Nación. La saqué barata. Quince días después, Ibarra me nombró Personaje Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, entonces me entró la depresión. Y me preguntaba: ¿qué carajo soy? Ahí ya no lográs definirte (risas). Entonces ahora viene El Litoral, y recoge eso.

–A vos te divierte cuando dicen esas cosas, ¿verdad?

–No te las podés tomar en serio. Ni siquiera buscan informarse.

–¿Cómo es vivir despojado de cosas materiales, pero rodeado de amigos?

–Primero, por el ejemplo de mi padre y, segundo, por las lecturas. El dinero trae obligaciones. Vos decís: yo tengo una casa más grande, más lujo, pero tengo que pagar impuestos, algún tipo que vigile, alguien que me limpie. Y lo sencillo trae una libertad impresionante, porque posiblemente a un ministro no le gustaría estar sentado aquí. Y lo aprendí de mi abuelo, un genio, herrero de profesión, a quien en Humboldt se lo recuerda como un gran inventor de arados. Cuando inventó un arado, en 1880, dijo que con 2000 de ésos se podía cultivar toda la pampa argentina y alimentar a todo el mundo. Un día le agarró la decepción y se hizo vagabundo. Y mi pasión fue encontrar cómo había terminado ese abuelo. Entonces fui hasta donde lo habían visto por última vez, en el Tirol. Encontré el acta de fallecimiento: murió en el hogar de vagabundos, típico de los alemanes, porque se puede vagabundear en verano, pero en invierno no.

–¿Qué te proponés para tu próximo cumpleaños, cuando cumplas los 82?

–Y, cuando cumplí 80 años dije: basta, ahora me voy a dedicar a escribir mis recuerdos. Pero no pude decir que no a las invitaciones, y me pasé todo el año viajando. Cuando cumplí 81 años dije: a partir del 18 de febrero no salgo más de El Tugurio, pero me cayeron más invitaciones y viajé mucho más que el año anterior. Yo me propongo este año no aceptar más invitaciones, y sólo escribir. El destino dirá.

[Continúa en en el próximo número de Miradas al Sur]

Eduardo Anguita y Ricardo Ragendorfer
eanguita@miradasalsur.comr
rragendorfer@miradasalsur.com

Miradas al Sur, 01/02/09 | www.elortiba.org

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