El pago de la deuda externa ha sido siempre la prioridad del gobierno de los Kirchner, su verdadero plan económico. Así desde los casi u$s10.000 millones pagados al FMI en 2005 hasta los anuncios de cancelación con el Club de París y los holdouts, el cumplimiento de las “obligaciones externas” ha estado a la orden del día. Miles de millones de dólares se han utilizado para pagar la deuda con los gobiernos y las entidades del imperialismo, generando para esto nueva deuda. Lejos de “desendeudarnos para ser libres”, durante estos cinco años, el kirchnerismo ha profundizado la dependencia, pagando un deuda que no es del pueblo.
Desde fines de 2008, con el objetivo de “ganar la confianza de los mercados”, se viene anunciando que el gobierno presentará un cronograma de pagos para todo el año. Se busca, fundamentalmente, desmentir los rumores sobre un posible default. Por lo tanto, el kirchnerismo prepara una nueva demostración de su voluntad de pago. El 2009 empezó con la reprogramación de los denominados Prestamos Garantizados (PG). Esta parte de la deuda emitida durante el gobierno de la Alianza por el entonces ministro de economía, Domingo Cavallo, se canjeo por un bono para 2014 con una tasa de interés que supera el 15% anual. Así, el gobierno de Cristina Fernández “patea” parte de la deuda hacia adelante, reduciendo levemente los pagos de los próximos tres años, mientras sigue multiplicando la deuda hacia el futuro. El negocio es redondo para las entidades bancarias y aseguradoras locales acreedoras de los títulos en cuestión. Cambian un bono que ajustaba en función al CER (siguiendo los índices de inflación oficiales) por uno nuevo, el Bonar 14, que posee una de las tasas de interés más altas del mercado, superiores incluso a las de los últimos títulos comprados por el gobierno venezolano.
La caída de la recaudación fiscal es una de las principales preocupaciones del gobierno. El descenso general de las exportaciones, la caída de los precios de los commodities, agravado actualmente por la sequía que afectó parte de las cosechas, sumado también a la caída de la producción y del consumo, llevan a una reducción importante de la caja con la cual contará el gobierno para 2009, por demás, año electoral. Pero, como venimos señalando, el superávit fiscal para pagar la deuda es la prioridad y en función de eso se tomaron gran cantidad de medidas para su sostenimiento. Aumento de tarifas, ajuste en el gasto público, congelamiento de salarios, son medidas que se suceden con único denominador común: hacer recaer sobre los trabajadores y el pueblo el sostenimiento del superávit. También la estatización de las AFJP, que permitió no solamente quedarse con $90.000 millones por el traspaso de los fondos jubilatorios, sino que también implica que el estado pasa a ser acreedor de la parte de deuda que antes estaba en poder de las AFJP.
No existen discusiones al interior del peronismo, ni en los rejuntes de la oposición, sobre la necesidad de cumplir con las “obligaciones externas”. La discusión puede darse, en todo caso, sobre si es preferible pagar con reservas o emitir nueva deuda, o sobre cuál sería una tasa de interés “razonable” para los nuevos bonos. El kirchnerismo organiza, por lo tanto, la continuidad de la entrega. Para este año, los pagos se estiman en u$s15.000 millones de los cuales más de u$s4.000 millones son intereses. Cifras que marcan sin ambigüedades el carácter de la dependencia. Más de un tercio de lo que el gobierno pagará en 2009 serán intereses. Miles de millones de dólares con los que la Argentina contribuirá para engordar las ganancias de los grandes capitales imperialistas. Éste es el plan económico del kirchnerismo.
El Revolucionario N°43
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