jueves, 5 de febrero de 2009

Alfredo Varela y el Río Oscuro


"Antes fue un hermoso tiempo de ignorancia. Los salvajes eran dueños de una felicidad clara y espontánea. De pronto se sublevaron los océanos, salieron de madre los ríos, y el cielo relampagueante anunció males terribles. Aparecieron los conquistadores blancos."
Con estas palabras, Alfredo Varela precisa el comienzo de la historia del sometimiento de los pobladores de Misiones en su novela El río oscuro, que publicó con gran éxito de crítica en 1943.
El tema no era nuevo para la literatura argentina. Ya Horacio Quiroga lo había expuesto en sus cuentos de las selvas misioneras y chaqueñas. Pero Varela logró darle una dimensión más amplia. No se detuvo simplemente en el dolor, la violencia, la injusticia, la desolación y la vergüenza de uno de los sistemas más brutales de explotación; también describió la lucha constante de los condenados por reconquistar su dignidad.
Mucho antes que otros escritores argentinos y latinoamericanos, Varela fracturó el relato, a la manera de Faulkner, para que la visión del lector pudiera ir llegando desde ángulos diferentes. Tres líneas convergen hacia el punto final. En una, sigue la narración de la historia del protagonista, el mensú Ramón. En la otra, que se repite bajo el título de En la trampa, va presentando testimonios de personajes aparentemente ajenos al núcleo central, a descripciones casi estáticas de paisajes, de árboles o de animales. En una tercera vía, La conquista, se van mostrando los pasos dados por el blanco para poseer y dominar tanto la naturaleza como las criaturas del Alto Paraná. Y esta crónica finalizará con una tímida pero auspiciosa lucecita de un farol, encendido en el humilde rancho del primer sindicato obrero del obraje.
En 1952, Hugo del Carril decidió llevar al cine El río oscuro. Por entonces, Varela estaba en la cárcel por sus ideas políticas -era miembro del Partido Comunista- y la producción se vio obligada a omitir el nombre del autor en los créditos de la película y a cambiar el título del original por el de Las aguas bajan turbias. También el guión fue corregido y cuidadosamente expurgado. Tantas dificultades no impidieron que el film resultara uno de los mejores logros del cine nacional, con buena difusión exterior y hasta algunos premios en importantes festivales. Curiosamente, otra de las grandes realizaciones cinematográficas argentinas de la época se refirió asimismo a la situación del mensú: se llamó Prisionero de la tierra, basada en los cuentos de Horacio Quiroga, y la dirigió Mario Sóffici en 1939Por último, cabe señalar que la denuncia y el mensaje de El río oscuro no se limita a la explotación de los mensúes en Misiones -lo cual ya había sido hecho a principios de siglo por el anarquista Rafael Barrett en Lo que son los yerbales. Varela se encarga de que su planteo social se expanda en ancho espectro capaz de abarcar a todos los trabajadores.
Varela murió en Mar del Plata el 26 de febrero de 1984, a los 70 años.

Introducción a la novela El río oscuro (Buenos Aires, Hyspamérica, 1985)

Compilado por Javier Etcheverry.

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