miércoles, 10 de octubre de 2007

La detención de la dirección de Batasuna agudiza la cuestión nacional vasca.

Eloy Val del Olmo

La represión agudiza la cuestión nacional vasca, recorta los derechos democráticos y fortalece a ETA

La detención de 22 miembros de la Mesa Nacional de Batasuna, el brazo político de la izquierda abertzale (nacionalista) vasca, actualmente ilegalizado, que se encontraban reunidos en Segura (Guipúzcoa), ha sido recibida por la izquierda abertzale, en declaraciones recogidas por Gara, como una "declaración de guerra" por parte del Gobierno de Zapatero. Estas detenciones masivas, que como marxistas rechazamos frontalmente, anticipan una mayor escalada represiva, un fortalecimiento de ETA y un recorte drástico de los derechos democráticos que acabarán afectando al conjunto de la clase trabajadora y la juventud, como estamos viendo con la respuesta judicial ante el cuestionamiento de la monarquía.

La ruptura del "alto el fuego permanente" por parte de ETA tras las elecciones de mayo de 2007 facilitó al PP lanzarse al cuello del gobierno del PSOE por haber abierto una vía de negociación con la organización armada vasca, al tiempo que exigía a Rodríguez Zapatero una nueva escalada represiva con la ilegalización de otros grupos de la izquierda nacionalista como ANV y EHAK, y la persecución del conjunto de la izquierda abertzale.

La derecha española se vio fortalecida en sus planteamientos al tropezar con una actitud débil por parte del Gobierno del PSOE dispuesto a ceder ante sus presiones. Los ejemplos de esto han sido numerosos, pero quizás el más escandaloso ocurrió este verano (boreal) con la decisión del aparato del PSOE de entregar en bandeja el gobierno de Navarra a la derecha, UPN-PP, a pesar de que una mayoría de ciudadanos habían expresado claramente su apoyo al cambio y de que ello suponía una grave crisis interna en el seno del PSN y las JSN, cuya dirección dimitió en pleno.

Todas estas concesiones al PP a su vez han animado a la derecha a lanzar una nueva ofensiva a favor de la "enseña nacional". El PP presentó en el Congreso una resolución, que fue rechazada, para que se inhabilite a los alcaldes que no hagan ondear la bandera de España. En Pamplona la alcaldesa Yolanda Barcina atornilló literalmente la bandera rojigualda al suelo para impedir que los concejales de ANV la escondiesen tras las cortinas y el día de la Hispanidad el PP ha promovido manifestaciones rojigualdas con la extrema derecha franquista, grupos nazis y falangistas. Cualquier concesión por parte de la dirección del PSOE a los herederos políticos de la dictadura franquista les anima a continuar por el camino de recortar los derechos democráticos logrados por la clase trabajadora durante la llamada transición.

Las dos caras del PNV y su actual crisis

La burguesía española no es la única que quiere recortar los derechos democráticos. El PNV se aplica en la misma tarea, como demostró la brutal represión a la manifestación en San Sebastián el 9 de septiembre con doscientos Ertzainas participando en el mayor despliegue represivo para un solo acto contra la izquierda abertzale. El partido de la burguesía vasca se ha movido en el terreno de la ambigüedad a lo largo de su historia, lo que lógicamente le ocasiona problemas en momentos de polarización política como el actual. Sintiéndose desplazado durante el proceso negociador entre el Gobierno y ETA, el PNV registró además una importante pérdida en las elecciones municipales. Su estrategia de acercarse a Madrid y participar activamente en la represión de la izquierda abertzale junto con una política abiertamente de derechas que ha recortado el gasto social vasco de forma dramática, llegó a amenazar con reproducir una escisión como la que tuvieron en 1984. Este es el motivo por el que la dirección ha sacrificado a Imaz para promover la candidatura de Urkullu que, representando la misma línea, es según dicen, "menos hablador". No hay pues cambios de estrategia en la dirección del PNV sino giros tácticos que buscan descuartizar, por cualquier método, a la izquierda abertzale que compite en su granero electoral: represión por un lado y promesas de consulta y soberanía futura por otro, con el fin de colocarse con ventaja ante las próximas citas electorales para seguir oprimiendo a conciencia a la clase trabajadora vasca.

La propuesta lanzada por Ibarretxe de celebrar una primera consulta el 25 de octubre del 2008 y otra tras las elecciones autonómicas, ha sido respondida con absoluta visceralidad por parte del Gobierno central y de la derecha española, como ya sucedió con el plan Ibarretxe, aprobado por la cámara vasca y rechazado en el Congreso de los Diputados. Nada nuevo. Dichos planes son una cortina de humo en un momento donde los temas sociales, paro, vivienda, educación, sanidad ocupan por primera vez en muchos años el centro de la escena política y que han obligado al gobierno a realizar algunos gestos al respecto. Que esto ocurra demuestra el descontento existente entre amplios sectores de la clase trabajadora y la juventud con la política del gobierno del PSOE que llegó al poder como consecuencia de tremendas movilizaciones al grito de ZP "no nos falles". Una situación que no es más que un anticipo del más que previsible auge de la lucha obrera que provocará las turbulencias en los mercados financieros y el sector inmobiliario, la congelación salarial, el aumento del paro y las alzas continuas de los tipos de interés que ejercen una tremenda presión sobre las rentas más bajas.

Frente a acciones individuales, la lucha de masas de la clase trabajadora

La represión alienta las acciones armadas de ETA en lugar de acabar con ellas. El franquismo fracasó en su intento de acabar con ETA, al igual que la guerra sucia y las ilegalizaciones del PP diga lo que diga la abundante propaganda que se ha hecho en sentido contrario. La debilidad que ETA está demostrando antes y después de la ruptura de la tregua tiene sus causas en una división creciente en sus filas como consecuencia de un menor apoyo a las acciones armadas incluso entre la izquierda abertzale cuyos militantes no viven en urnas de cristal. Desde el 11-S del 2001 se ve el carácter reaccionario del terrorismo islámico y la utilización que de él se hace para recortar los derechos democráticos en EEUU, Europa etc. Por el contrario, la lucha de masas, con los métodos de la clase obrera y un programa socialista, está creando las condiciones para el derrocamiento del capitalismo en países como Venezuela y en el conjunto del continente latinoamericano. Ese es el espejo dónde debemos mirarnos los revolucionarios.

La represión, lejos de dividir a ETA y a la izquierda abertzale, provoca todo lo contrario, une a cualquier organismo que la sufre. Fortalece al sector más duro. Solo hay que pensar que en estos momentos los jueces están dictando las mismas penas por ejercer el derecho de reunión o ser miembros de una organización política que por pertenecer a una organización armada, lo que en la práctica es una receta acabada para que una capa de jóvenes no se lo piensen más. Esta política defendida intransigentemente por el PP no busca acabar con ETA sino por el contrario que ETA no se acabe, ya que de su existencia un sector del aparato estatal obtiene grandes privilegios y tiene las manos libres para continuar con sus planes represivos.

¿Dónde está la solución?

La ruptura del "alto el fuego permanente" de ETA, justo después de unas elecciones municipales donde ANV se presentó como una opción de apoyo al proceso de paz obteniendo muy buenos resultados ha sido un tremendo error que pilló desprevenida a la propia izquierda abertzale. La desorientación y el desánimo fueron muy fuertes ya que durante meses las bases que eran escépticas al inicio del proceso, como se vio en el acto de Anoeta, se vieron bombardeadas por parte de sus dirigentes con frases triunfalistas aludiendo al excepcional momento histórico que se presentaba, a los cambios en la dirección del PNV y cosas por el estilo.

Rebajar el techo reivindicativo a una autonomía de cuatro provincias y el derecho de decisión de los vascos tras el atentado de la T4 en Barajas donde murieron dos jóvenes ecuatorianos no logró tampoco ningún resultado. Sin embargo la negociación debía haber continuado. Que los presos saliesen a la calle para hacer actividad política y que el testigo de la liberación nacional y social de Euskal Herría pasase a manos de la clase trabajadora, en lugar de comandos armados clandestinos, representaba un salto adelante.

En el fondo como dijimos los marxistas al inicio de la negociación y reconoció ETA al final, lo único que había encima de la mesa y que habrá en el futuro, como hemos visto en otros conflictos similares, es un cambio de presos por armas al igual que en Irlanda. El resto de supuestas concesiones, como ha ocurrido con el Sinn Fein, solo son en realidad maniobras para amarrar a estas organizaciones al terreno político institucional.

ETA, con sus métodos, no podrá arrancar jamás al Estado las reivindicaciones por las que lucha, de la misma manera que el Estado no puede acabar con ETA por la vía policial.

Aunque la represión del estado ayude a ETA a recuperarse, a largo plazo las cosas no cambiarán para ella. En la actual época de crisis orgánica del capitalismo el terrorismo individual, como vemos con los atentados islamistas, permite a la burguesía tener excusas para fortalecer el aparato coercitivo del estado y recortar los derechos democráticos para aplicárselo a la clase trabajadora y las organizaciones de izquierda.

En sentido contrario tenemos el ejemplo de América latina, donde asistimos a una corriente insurreccional y revolucionaria en Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. Esta si es una alternativa realista: avanzar en el camino de la lucha de masas de la clase trabajadora por el auténtico socialismo que es lo único que puede resolver la cuestión nacional y los demás problemas que sufrimos la clase trabajadora, la juventud y los pueblos oprimidos del mundo.

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