Pero la confluencia peronista-radical tuvo lugar en su forma más bastarda: con el Pacto de Olivos de 1994, cuando Menem recogió a las ruinas del radicalismo para lograr su reelección. La reforma constitucional del 94 impuso un régimen político de decretazos, endeudamiento serial y privatizaciones. Como si estuviera parada en un “dron”, Cristina oculta cuidadosamente la participación del matrimonio K en el menemato. En la década siguiente, los gobiernos K pagaron la deuda pública externa aumentando la interna, como ahora lo hacen Caputo y Milei, aunque contando entonces con un enorme caudal de reservas que dilapidaron. En cualquier caso, esa introducción histórica sólo sirve de excusa para el planteamiento central de la carta – justificar su candidatura como medio para superar la actual acefalía del peronismo. La misiva de Cristina apunta a “enderezar y ordenar” el escenario de disgregación del pejota, que se reparte entre los socios más o menos declarados de Milei -como el tucumano Jaldo-, los que “escuchan ofertas” -como los gobernadores mineros- y los que estudian ´nuevas partituras´. Es el caso de Kicillof, que se hace cargo del ajuste nacional en lo que respecta a los docentes y estatales bonaerenses. Cristina, con su postulación, sale al cruce de una implosión política del pejota, pero que su candidatura podría acelerar. Supone que su candidatura no será desafiada, algo que todavía no ha acatado el primero en postularse, el riojano Quintela. En cualquier caso, y para la tarea de “enderezamiento” partidario, Cristina ofrece un programa para el “cambio de las relaciones laborales”, una “nueva estatalidad”, la “revisión del déficit fiscal” y la cuestión de la “seguridad”. En otras palabras, una variante de la política actual. Para ese programa, propone la alternativa de un pacto político entre los históricos partidos del régimen – todos en estado de disolución.
Pero en esa cuestión se sube a un auto en marcha – los personeros sindicales del pejotismo ya están negociando las “nuevas relaciones laborales” con Milei y Caputo, a todo trapo. Los gobernadores peronistas, a su turno, están buscando sus propios arreglos de deuda pública externa con Caputo y los fondos internacionales. La oferta política de Cristina revela una complicidad con Milei y Caputo, como quiere el resto del Pejota. Para la población trabajadora que soporta y lucha contra las agresiones salariales, previsionales, educativas o sanitarias del gobierno, CFK es un obstáculo político a remover. Necesitamos un partido de la clase obrera.
Marcelo Ramal
09/10/2024
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