jueves, 3 de octubre de 2024

Milei, un gobierno de la barbarie capitalista al desnudo


El 9, cuando se trate el veto en el Congreso, será ocasión de una nueva movilización masiva para quebrar al gobierno. 

 La brutalidad del veto de Milei contra las universidades, ejecutado tan solo dos horas después de que millones de estudiantes y docentes ganaran las calles en todo el país, bastaría por sí sólo para que su gobierno fuera revocado, si tal derecho estuviera contemplado en el régimen constitucional argentino. Además de en Congreso, la movilización fue masiva en todo el interior, con grandes epicentros en Rosario y Córdoba. El ataque a la universidad es una patada contra la juventud y especialmente contra la juventud trabajadora que busca una salida de la mano de la educación pública. Esta juventud que copó el Congreso estuvo ausente del acto oficial apalancado por micros con financiamiento público en Parque Lezama el último sábado. El 9, cuando se trate el veto en el Congreso, será ocasión de una nueva movilización masiva para quebrar al gobierno.
 En los fundamentos del decreto que veta la recomposición del presupuesto se defiende sin tapujos un aumento salarial para las universidades del 87% contra el 144% de inflación para el mismo período. El motivo, de acuerdo a Milei, sería la injusticia de reconocerles a los docentes universitarios un aumento inflacionario en el momento en el cual se impone al resto de los sectores de la administración pública una brutal desvalorización salarial. A Milei le viene como anillo al dedo el discurso del radicalismo, que defiende el presupuesto universitario mientras avala privatizaciones y recortes de todo tipo que golpean todas las áreas del Estado. Pero la comparación del gobierno es tramposa, porque la desvalorización del presupuesto educativo y social tiene su contrapartida en la revalorización del único ítem del presupuesto estatal que crece sin freno, que son, por supuesto, los intereses de la deuda externa. La contradicción entre una desvalorización general, no ya solamente del presupuesto público sino también de los activos, la producción y el consumo, por un lado, y el crecimiento de los intereses (y el capital) de la deuda externa, fue siempre el embrión de crisis explosivas en el país. 
 El sacrificio de la educación, la salud pública, las fuentes de trabajo, los salarios, en aras de recomponer la capacidad de pago de la deuda externa es una expresión de barbarie capitalista, pero por ahora no logra su objetivo de recomponer el acceso al crédito por parte de la Argentina. El veto es la manifestación de que el dominio de estos intereses sociales lleva incluso a violentar los mecanismos institucionales básicos de división de poderes, mal que le pese a Máximo Kirchner, para quien “hay que dejar de patalear” porque se trataría de una facultad constitucional. Pero con los vetos no alcanza, porque el FMI insiste con una nueva y pesada carga devaluatoria que haría volar por los aires el esquema antiinflacionario de Milei. El capital internacional desconfía de la capacidad del gobierno de establecer un régimen estable: muestra de ello es el retiro de la inversión de Petronas de la planta de GNL en Río Negro, que deja la “lluvia de inversiones” de Milei en igual grado de tentativa que la de Caputo con Macri. 

 Alineamiento internacional 

La búsqueda desesperada de financiamiento lleva a la prostitución inclusive de las más firmes convicciones de los liberales libertarios. Así, después de ir a denunciar a las Naciones Unidas la capacidad de veto de Rusia y China, Milei prepara nada menos que un viaje a China para mendigar inversiones porque, dice, tienen menos condicionamientos. Es una expresión de un empantanamiento de fondo. Sin embargo, el viaje no altera los lineamientos fundamentales de la política del gobierno: como lo remarcó Milei en la ONU, la ruptura de la llamada “neutralidad” argentina es para alinear al país en el bando guerrerista de respaldo a la intervención de la Otan contra Rusia y fundamentalmente del expansionismo genocida del sionismo. 
 Que Argentina haya sido hasta ahora “neutral” en los conflictos internacionales es parte de las fantasías de un gobierno que vio “comunistas” hasta en el gobierno de Larreta. Sin irnos a hablar de Menem, inclusive el archicriticado acuerdo con Irán de Cristina Kirchner formó parte de una maniobra dialoguista del imperialismo yanqui hacia el régimen (el acuerdo con Obama), y no abandonó nunca la acusación a Irán de haber volado la Amia, construida por los servicios de inteligencia a los que nunca se investigó por su rol en el atentado. Ningún gobierno de la burguesía nacional rompió este alineamiento con el imperialismo norteamericano. Las recepciones en la embajada forman parte de los pactos fundantes a ambos lados de la grieta. 
 Pero el alineamiento militante en un momento en el cual se viene produciendo un genocidio sobre la población de Gaza, en el cual el sionismo amenaza a todos los pueblos de Medio Oriente con el respaldo norteamericano, en el cual la Otan redobla la apuesta contra Rusia, en el marco de contradicciones sociales y nacionales explosivas y de una crisis mundial que acentúa estos choques; ese alineamiento coloca al Estado nacional como gendarme de esta escalada guerrista y como corresponsable de los crímenes y masacres de la Otan y el sionismo en todo el mundo. 
 La causa contra Vanina Biasi, que deberá prestar indagatoria el 15 de octubre, por su denuncia implacable del Estado de Israel, muestra que para imponer esta orientación el sionismo, el gobierno y el Poder Judicial no renunciarán a intentar amordazar a quienes levantan la voz en defensa del pueblo palestino. Estaremos enfrentando esta línea en las calles el próximo 7 de octubre, cuando concurriremos a Plaza de Mayo a denunciar nuevamente las masacres en la franja de Gaza y la escalada guerrerista del sionismo. 

 Oposición cómplice

 Esta barbarie a la cual el gobierno está arrastrando al país tiene un punto de apoyo en la oposición complice. La masividad de la movilización universitaria contrastó con los discursos adocenados de la burocracia y las fuerzas patronales convocantes, que evitaron a todo trance plantear la necesidad de una continuidad de las acciones para torcerle el brazo a un gobierno que va a recurrir a la compra de votos en el congreso para asegurar el tercio que le permita blindarse. Mientras se anuncian despidos masivos, la CGT se reunió con el gobierno para avanzar en un pacto cada vez mas abierto, que tiene como punto de partida el respaldo del gobierno al unicato sindical, para que la mayor “casta” de este país siga apoltronada negociando con las patronales a costa de los trabajadores. Sólo este sustento opositor explica que el gobierno haya podido hacer pasar el veto a los jubilados, la Ley Bases, el DNU 70, los golpes al salario y las fuentes de trabajo. 
 Pero los fracasos económicos del gobierno, la inestabilidad política y sobre todo el descontento popular que crece hacen que se empiece a agitar la cuestión de si Milei podrá finalizar su mandato. Lo pone en discusión Guillermo Moreno cuando plantea un juicio político, que vienen rechazando todas las fracciones “oficiales” del PJ. Pero también lo agita Patricia Bullrich, cuando preventivamente y para criminalizar y reprimir acusa de “golpistas” a las movilizaciones populares. En realidad, quien está dando un golpe contra la soberanía popular es un gobierno que impone a fuerza de vetos la enorme confiscación social que estamos viendo. El mismo contenido tienen el protocolo represivo -que otra vez fue arrollado por las masas el 2- y las detenciones y causas a organizaciones y militantes populares. Al advertirle a quienes defienden la universidad, la salud pública o los puestos de trabajo que no van a prosperar en ningún reclamo con este gobierno, empuja a una amplia masa de la población a madurar la idea de que el gobierno debe caer para obtener una respuesta a las necesidades populares más elementales.

 Intervenir en la crisis 

Este escenario abre un desafío enorme para la izquierda revolucionaria. Por un lado pone a prueba la capacidad de llevar adelante una agitación y un respaldo de las luchas en curso que pueda superar el corset de la burocracia sindical y piquetera, y poner en pie una lucha a fondo por cada uno de los reclamos. Es lo que vienen haciendo los trabajadores del Hospital Garrahan cuando salen masivamente a las calles en defensa del presupuesto para la salud pública. Lo que viene planteando la AGD UBA cuando para y se moviliza junto a los sectores estudiantiles combativos llamando a librar una lucha a fondo contra el gobierno. Está en juego la defensa de las libertades democráticas, contra la escalada represiva y criminalizadora.
 Pero al mismo tiempo la situación exige intervenir en la crisis con un planteo capaz de hacer visible a los ojos de la población la necesidad de una lucha a fondo para terminar con este gobierno entreguista y poner en pie una alternativa que reconstruya a la Argentina sobre nuevas bases sociales, oponiéndole al sacrificio en el altar de la deuda externa el no pago y la investigación de la misma, y al ajuste y el hambre una salida propia de la clase trabajadora en defensa del trabajo, el salario, la salud y la educación. Planteando también, frente al alineamiento con las masacres del sionismo y el imperialismo, la unidad internacional de la clase trabajadora y la solidaridad con los pueblos oprimidos.
 Una perspectiva de este tipo no se construye mediante una anticipada disputa electoral 2025/27, sino con una izquierda entrelazada en cada lucha obrera y popular como factor organizador en la lucha de clases; o sea, fundando la proyección política de la vanguardia como superación y ruptura de la contención de los fuerzas políticas capitalistas, en particular del peronismo y el kirchnerismo que pretenden polarizar con el facholibertario.

 Juan García

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