El carry trade es a costa de las reservas.
Detrás de la “paz cambiaria” de la que se jacta el gobierno subyace una bicicleta financiera de gran envergadura, a partir de la cual se llenan los bolsillos un puñado de capitalistas. Esto sucede en el mismo país donde los jubilados no pueden comprar sus remedios, los comedores populares fueron desabastecidos y las universidades y los trabajadores de salud están en pie de lucha contra el ahogo presupuestario.
La combinación actual del dólar financiero planchado con la suba de la tasa de interés en pesos (positiva respecto a la inflación y a la tasa de devaluación) da lugar a un “carry trade”, cuyo retorno en dólares para quienes ingresaron a principio de año se calcula en 31,8%, el más alto desde 2003 (Ámbito, 22/10). El negocio de los especuladores consiste en vender sus dólares, colocar sus tenencias en pesos -plazo fijo, bono del Tesoro-, y, una vez cobrados los intereses, volver a comprar dólares en el mercado de cambios paralelo antes que suba su cotización.
Esta bicicleta financiera significa para el país una enorme fuente de fuga de divisas. Sucede que para mantener los dólares financieros “planchados”, el Banco Central debe intervenir en el mercado de cambios malvendiendo dólares de sus reservas. A su vez, la autoridad monetaria deja de recibir el 20% de la liquidación del agro a causa del dólar blend, el cual, al ampliar la oferta del CCL, ayuda a que baje su cotización. Así las cosas, las reservas netas del BCRA se encuentran en terreno negativo por U$S 4.062 millones, agravando las tensiones cambiarias.
Esta sangría de reservas representa para el gobierno dos problemas: por un lado, le resulta cada vez más difícil seguir postergando una devaluación, la cual volvería a disparar los precios; por otro, se queda sin dólares para hacer frente a los abultados vencimientos del deuda externa del año que viene. A su vez, el carry trade montado por Caputo puede desarmarse en cualquier momento y desatar una corrida de grandes dimensiones, como ocurrió durante el macrismo. Esa posibilidad dilata aún más la salida del cepo cambiario que le prometió Milei a los empresarios durante la campaña electoral.
Como vemos, los grandes bancos y grupos económicos están recibiendo ganancias siderales con la timba financiera que le proporciona el gobierno -a costa de desplumar el BCRA-, mientras son las grandes mayorías las que sufren el peso de la motosierra. Son los jubilados que trabajaron toda su vida y cobran haberes de indigencia; es el personal de salud, al que aplaudíamos desde el balcón durante la pandemia y hoy debe enfrentar los despidos y la miseria salarial; son las universidades públicas que este gobierno embrutecedor quiere destruir; y son los sectores más empobrecido a los cuales Pettovello les robó la comida de los comedores.
No se soporta más una Argentina que premia a los especuladores y a los fugadores a expensas de quienes vivimos de nuestro trabajo. Milei, que lleva al extremo esta práctica de saqueo, se tiene que ir inmediatamente y dar paso a una salida de los trabajadores que reorganice la economía y la sociedad en base a las necesidades de las mayorías.
Sofía Hart
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