lunes, 14 de octubre de 2024

Como reconocen sus funcionarios, el Presupuesto 2025 de Milei es incompatible con las necesidades populares


Empezó el tratamiento del proyecto en Diputados. 

 El inicio del tratamiento del proyecto de Presupuesto 2025 en Diputados dejó claridad en un punto importante para el interés popular. El secretario de Hacienda, Carlos Guberman, explicó el funcionamiento de la regla fiscal para blindar el “innegociable” déficit cero: “Si queremos aumentar a alguno de los gastos tenemos que discutir seriamente a quién vamos a estar sacando o dejar de pagar algo, por ejemplo si hablamos de salario universitario”. Lo del funcionario, en la previa al tratamiento en la Cámara del veto a la Ley de Financiamiento Universitario, es una forma de afirmar que el plan oficial es incompatible con cualquier reclamo, buscando oponerlos entre sí. En otras palabras: las demandas del pueblo son incompatibles con Milei. 
 El resultado de este recorte presupuestario es bastante predecible, viendo el cuadro de situación que ya tenemos hoy: intento de cierre de hospitales y de arancelamiento de las universidades, hundimiento de los salarios de los empleados públicos y de las jubilaciones, miles de despidos y desmantelamiento de áreas sensibles como el ente que ejecutaba obras de acceso al agua potable o el fondo asignado a la preservación de bosques nativos. Dejemos sentado desde el vamos que nada de esto garantiza realmente el tan ansiado déficit cero, porque ningún Estado quiebra por pagarle a trabajadores o jubilados, sino por el peso de una deuda impagable. En criollo, la regla fiscal puede fallar. 
 Según Guberman, en cambio, la cuestión es muy sencilla. “Comenzamos la estimación de ingresos descontando intereses y contemplando los gastos que podemos financiar con estos recursos. No vamos a emitir deuda para financiar el Estado”. Lo cierto es que el principal motivo por el cual crece el endeudamiento público año a año en nuestro país es justamente que se toman nuevos créditos para pagar los vencimientos, y este el gobierno creó una nueva bola de nieve pero en las sombras. Hablamos de las Lecap y las Lefi, cuyos intereses se disimulan en el resultado fiscal porque se capitalizan en lugar de pagarse mes a mes. 
 Esas letras fueron emitidas para desarmar los pasivos remunerados del Banco Central y dar a los bancos a cambio títulos del Tesoro. En dos meses, entre ambas letras acumularon ya intereses por 3 billones de pesos, que como dijimos no borraron el preciado superávit fiscal solamente porque se gatillan todo junto el año que viene. Para colmo, como el Tesoro no tiene la máquina de imprimir billetes y eso implica mayor riesgo de default, el BCRA se compromete a comprarlos a valor técnico en caso de que los bancos se los quieran sacar de encima. Pese a las afirmaciones del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, parece que para los capitalistas el ajuste permanente no asegura la sostenibilidad de la deuda.
 Milei y Caputo son plenamente conscientes de esto, y por eso incluyeron en el Presupuesto 2025 la facultad de renegociar la hipoteca sin necesidad de pasar por el Congreso ni tener que mejorar dos de tres variables (plazos, intereses, capital). Un cheque en blanco a una banda de delincuentes: al ministro que durante el mandato de Macri habilitó la fuga de los dólares del megapréstamo de FMI, y a Sturzenegger que fue llevado a la Justicia por el negociado con grandes bancos internacionales cuando en 2001 hizo el “megacanje” que incrementó el endeudamiento en forma usuraria y poco después derivó en el default. 
 Así las cosas no se garantiza el déficit cero, y menos aún una baja de la inflación. Otra muestra de la contradicción que afronta el gobierno es lo que ocurre con las tarifas. Según el secretario de Hacienda el objetivo oficial es continuar con la reducción de subsidios a la energía hasta cubrir el 81% del costo de los servicios con lo que se pague en las boletas. Pero ya hoy los costos de generación encienden alarmas por la suba del precio internacional del petróleo, al cual el gobierno indexó los combustibles en el mercado interno. Ni hablar en caso de que se termine imponiendo una devaluación, que dispararía los insumos dolarizados como el gas. Lo único seguro es que seguirán echando leña a la inflación con tarifazos permanentes.
 Este ejemplo deja al descubierto el cinismo de Espert, quien al intervenir como presidente de la Comisión de Presupuesto dijo que “la inflación cero es central para la prosperidad de los pueblos” y que eso requiere tener déficit cero. Un verso total, primero porque como vimos el propio ajuste del gasto público tiene un componente inflacionario, segundo porque puede haber superávit fiscal con una suba galopante de precios (como con Macri), y finalmente porque la deflación es por lo general síntoma de crisis económica, que los capitalistas no dudan en facturar a los trabajadores. 
 Que a Espert le preocupe la prosperidad “de los pueblos” podemos descartarlo. Pero tampoco se avizora una prosperidad en términos capitalistas. Las tan promocionadas inversiones no llegan, varias multinacionales hicieron las valijas y ya bajaron la persiana unas 10.000 empresas locales. No parece que vaya a darse un vuelco en la consideración del gran capital acerca de las posibilidades de invertir en Argentina al menos mientras no se elimine el cepo cambiario, y resulta que todo el Presupuesto 2025 se basa exclusivamente en un escenario en que se mantienen los controles cambiarios. Es la única forma de sostener la prioridad del pago de la deuda externa. 
 En conclusión, el proyecto oficial es una declaración de guerra contra los trabajadores, que ni siquiera asegura el déficit cero ni cumplir con el pago de la deuda. Si los reclamos populares no tienen cabida en el plan de Milei, entonces la tarea es unificarnos en una pelea común para derrotarlo y terminar con este gobierno de criminales. Así fue con la última ley de déficit cero… la de De la Rúa en 2001. Es por ahí. 

 Iván Hirsch

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