El gobierno de Mauricio Macri, que ha durado cuatro años y que lo entregará el próximo 10 de diciembre, se describe con una sola palabra: desastroso.
A la fórmula ganadora en las recientes elecciones, integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández, les espera una enorme tarea para remontar la crisis económico-social en que Macri ha sumergido a la Argentina debido a la aplicación de políticas neoliberales dirigidas desde Estados Unidos y aplicadas con la anuencia del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Recordemos que tras el acuerdo con el Fondo por 56 300 millones de dólares, cada una de las medidas fiscales, monetarias y cambiarias del Banco Central Argentino son supervisadas por esa institución financiera.
La nación sudamericana se enfrente a vencimientos de deuda por 245 000 millones de dólares y deberá pagar a finales de diciembre 1 400 millones de dólares por montos correspondientes a letras del Tesoro y otros títulos.
A esto se agrega que en el primer semestre de 2020 habrá vencimientos que, entre capital e intereses, están cifrados en 11 900 millones de dólares. Y en todo el año 2020 deberá sufragar vencimientos de deuda por 29 200 millones de dólares.
Los Fernández, que tienen experiencia en negociar las deudas como lo hicieron a partir de la llegada del ex presidente Nestor Kischner al poder en 2003 cuando gobiernos neoliberales anteriores habían endeudado completamente al país, deberán buscar la forma de dilatar los plazos con los bonistas y el FMI para que no se incumpla con los pagos y ocurra formalmente en default.
El ministro de Hacienda argentino, Hernán Lacunza, reconoció recientemente durante la 40ª Convención Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) celebrada en la ciudad de Bariloche (sur) que los más de 44 000 millones desembolsados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a ese país, en el marco del Acuerdo Stand-by, se utilizaron para pagar las deudas con acreedores privados.
Este sector, de por sí adinerado, fue el favorecido con los empréstitos, mientras que la mayoritaria población recibió aumentos de precios, bajos salarios, despidos, ajustes y quiebras de empresas, inflación, hambre y miseria.
Cuando en 2015 Cristina Fernández terminó su mandato, el Producto Interno Bruto de la nación sudamericana crecía al 2,7 % pero la administración macrista lo ha revertido y llevado a un decrecimiento de menos 3,1 % a la par que desde el pasado septiembre la economía entró en recesión.
Además, la sangría de reservas por las fugas de capitales que se sitúa en más de 80 000 millones de dólares durante este gobierno, representa la otra cara del endeudamiento en proceso de valorización financiera.
Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) indican que la indigencia subió del 4,9 al 7,7 %, o sea, 1 100 000 más para alcanzar un total de 3 100 000 personas.
La pobreza aumento en el último año del 27,3 % al 35,4 % y pasó de 11 150 000 a 15 800 000 habitantes.
Mientras el peso argentino se cotiza a cerca de 60 por dólar (en el 2015 estaba en 16 por un billete verde), la cifra de inflación alcanza los 54,5 % y se espera que a fines de año esté en 60 %.
Las pequeñas y medianas empresas, conocidas por pymes, han caído en picada con miles de sus empleados echados a las calles. Entre 2015 y 2019 los costos de la energía eléctrica se incrementaron hasta 1 600 %, los de gas en 567 %, los de agua y cloacas en 686 %, pero también influye el aumento de las mercancías importadas que ha dejado a muchos empresarios en la imposibilidad de competir.
Los desafíos para el próximo equipo económico serán abrumadores. En una reciente entrevista, Alberto Fernández señaló que Argentina siempre ha hecho honor a sus deudas pero aclaró que dada la deteriorada situación económica en que la ha dejado el macrismo, esta vez va a ser difícil pagarla y por tanto serán arduas las conversaciones con el FMI.
Agregó que “la economía se tiene que recuperar, volver a producir, volver a exportar y de ese modo tendrá dólares para hacer frente a sus obligaciones”.
Resulta fundamental restaurar la calidad de vida de los habitantes argentinos y avanzar en las demandas sociales insatisfechas que se han desplomado abruptamente en los últimos cuatro años.
Para tratar de contrarrestar en algo la grave crisis, el futuro gobierno del Frente de Todos espera otorgar un bono de fin de año para aliviar el bolsillo de los ciudadanos. Esa medida alcanzaría a jubilados, trabajadores activos, titulares de la seguridad social, y sería una respuesta a la gran inflación que desde agosto no baja del 5 % mensual.
Mauricio Macri sale de la presidencia el próximo 10 de diciembre y lo hace con un abultado capital que algunas fuentes lo cifran en cerca de 100 millones de dólares, mientras que al grueso de los argentinos los deja en una de las más violentas crisis económicas que hayan padecido. Esas son las leyes del neoliberalismo.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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