sábado, 2 de noviembre de 2019

La madre de todas las batallas: ¿qué hacer con la deuda?



Los pagos anuales que tendrá que afrontar la próxima gestión superan la masa salarial anual promedio que reciben los 6,5 millones de asalariados registrados del sector privado que existen en el país.

Imagínate que tenés un vecino muy rico, un vivo de mil caravanas, que derrocha dinero en lujos vulgares, que se endeuda, que usa al límite (y más allá) la tarjeta de crédito, que adquiere autos de alta gama, pero cuando llega fin de mes le indica al correo que los resúmenes de todo lo que hay que pagar los deje prolijamente debajo de tu puerta, que vos te harás cargo.
No sólo eso. Contrata a un par de matones para asegurarse que vas a pagar. Y si no lo hacés, te buchonea en el Veraz haciéndote la vida más miserable por no poder tomar crédito. Todas las puertas se te cierran ¿No te rebelaría la situación?
Eso es lo que ocurre con la deuda pública que hunde la economía. Es una deuda contraída para pagar vencimientos previos (en una proporción importante a fondos buitre), financiar la fuga de dólares que los ricos se llevan a paraísos fiscales, sostener la “bicicleta financiera” y abastecer de divisas a las empresas multinacionales para que saquen sus ganancias de estas pampas para enviarlas a sus casas centrales.
Ni un centavo de la deuda se destinó a construir una escuela, un hospital, para mejorar las condiciones de vida de las mayorías. No obstante, cuando llega fin de mes la cuenta es enviada a la clase trabajadora. Le cargan todos los costos de la fiesta empresaria.
A decir verdad, la realidad supera ampliamente al ejemplo ficcional: aquí es el Estado capitalista (un poder de otra naturaleza, infinitamente superior al de un individuo), el que organiza el endeudamiento en beneficio de unos pocos.

Impagable

La deuda es un mecanismo de dominación de las potencias imperialistas sobre economías como la Argentina. En este caso el rol de matón lo lleva adelante el FMI, cuya mayor cuota en las decisiones la tienen los Estados Unidos.
Este viernes Donald Trump se comunicó con el presidente electo, Alberto Fernández. De ambos lados, resaltaron la cordialidad del trato. Por fuera del protocolo los representantes yanquis establecieron dos condiciones para “colaborar” en la negociación de Argentina con el Fondo: alineamiento en la política yanqui en Venezuela y un acercamiento al ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Para el próximo período presidencial (2020-2023) existen vencimientos de capital e intereses de deuda por más de U$S 200 mil millones de dólares. El promedio anual de pagos de la deuda es de U$S 51 mil millones. Son sumas siderales: superan el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB), es decir de todas las riquezas que producen las trabajadoras y trabajadores.
Para intentar hacer más asequible el número se puede establecer la siguiente comparación: los pagos anuales promedio que tendrá que afrontar la próxima gestión superan la masa salarial anual promedio que reciben los 6,5 millones de asalariados registrados del sector privado que existen en el país.



El superávit del comercio exterior (diferencia entre las exportaciones y las importaciones) que logró el macrismo a costa de hundir la economía genera dólares que apenas cubren el 20% de esos pagos anuales de la deuda ¿Cuánta más recesión requiere honrar ese fraude?
Martín Guzmán es un economista argentino discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz. Desarrolla su carrera en Columbia University y es especialista en reestructuración de deuda. Esta semana explicó que no hay un horizonte de crecimiento para la economía argentina si se sigue pagando la deuda, por lo cual propone postergar vencimientos por los próximos tres años.
Naturalmente no expresa una posición de izquierda, cuya impugnación del mecanismo de deuda apunta no solamente a terminar con las miserias del presente, sino también a rechazar el dominio imperialista eterno en nuestro país
La explicación de Guzmán es muy gráfica de la gravedad de la situación: “Cada dólar que se pague de deuda es más recesión. Si Argentina no sale de esa espiral recesiva no puede pagar sus deudas, intentar generar espacio para pagar la deuda con más ajuste fiscal implica una crisis más profunda, mayor estallido social y pérdida de legitimidad”, señaló el economista.
La deuda es impagable. La izquierda lo advirtió durante la campaña electoral. Todos los economistas oficialistas y hasta varios del Frente de Todos decían que era manejable. La economía es la “ciencia exacta” que más falla: el abrupto default selectivo que decretó Mauricio Macri luego de las PASO dio por verificado lo que hasta hace poco se negaba. Ese default amenaza en transformarse en total en los próximos meses.
El país tiene cerrado el grifo para tomar endeudamiento. El macrismo con una “mala praxis” consciente dilapidó casi U$S 23 mil millones de las reservas del Banco Central durante el período transcurrido entre las PASO de agosto y las elecciones generales de octubre. Los cálculos sobre las reservas de libre disponibilidad oscilan entre los U$S 6 y U$S 13 mil millones, según quien realice la cuenta.
Hay una certeza: las reservas no alcanzan para pagar la deuda más que por un par de meses, quizás demasiado pocos. Alberto asumirá rascando la olla. Por eso toda la atención del establishment económico está concentrada en cómo avanza el futuro gobierno en una renegociación.
Una parte muy importante de los bonos está en manos de unos pocos grandes fondos de inversión especulativos: Templeton, BlackRock, Pimco. Hay otros al asecho: J.P. Morgan, Citibank, Santander, Deutsche Bank, BBVA Francés y sigue la lista. No sólo se hacen el banquete con con cada renegociación. Muchos de esos bancos son los que facilitan la “contabilidad creativa” para fugar capitales del país.
La historia reciente de reestructuraciones de deuda (Plan Baker, Plan Brady, blindaje, megacanje, canjes de 2005 y 2010), son un testimonio que no importa la audacia o dureza en la negociación. En la medida que no se rompa con el mecanismo perverso de la deuda, cualquier "reperfilamiento" en el combo que más guste (con quita, sin quita, con mayor plazo para pagar, a la uruguaya, a la ucraniana), siempre beneficia a los lobos -o buitres- de Wall Street.

Breve historia del fraude

Con el neoliberalismo el FMI, el Banco Mundial y otros organismos internacionales comienzan a tener un rol mayor como parte de la estructura de dominio imperialista para abrir el camino a las privatizaciones, al ataque a las condiciones de vida, a la creciente financierización y liberalización económica.
En este contexto, el mecanismo del endeudamiento experimentó un salto en calidad y en cantidad durante la década del 70. A los países latinoamericanos prácticamente se los obligó a tomar deuda para canalizar fondos que no encontraban colocación rentable en otras partes del mundo.
El FMI otorgó el primer crédito apenas tomó el poder la dictadura genocida en 1976. En la constitución de la deuda externa de aquel período se detectaron 477 ilícitos, entre ellos la nacionalización de la deuda privada de la familia Macri. La deuda se paga y se paga, pero no para de crecer: era de U$S 8 mil millones; con Macri ya alcanza a los U$S 335 mil millones.
Antes de la dictadura la pobreza rondaba el 5 % de la población. Con Macri va a terminar en alrededor del 40 %. Aunque la hegemonía neoliberal esté en crisis, hay abundancia de cifras que grafican la persistencia de las conquistas que obtuvo la clase capitalista con el neoliberalismo.
En la era Macri la deuda comenzó a elevarse atendiendo un fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa en beneficio de los buitres. Luego siguió creciendo de forma alocada con emisiones como la del bono a cien años que realizó Luis “Toto” Caputo (el Messi de la finanzas según Macri), un título adquirido en buena proporción por un fondo de inversión en el que “Toto” había sido accionista. Y se catapultó con la vuelta del FMI, que financió la fuga de capitales pasando por encima de sus propios estatutos.
El nuevo gobierno se apresta a entablar negociaciones con los amos del norte y a pagar sin beneficio de inventario un fraude. La deuda es la madre de todas las batallas que definirá el futuro de las próximas generaciones. La única salida realista para las mayorías es cortar que ese nudo gordiano.

Pablo Anino
@PabloAnino
Sábado 2 de noviembre | 00:15

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