jueves, 28 de noviembre de 2019
Bolivia: retomar el hilo de la rebelión contra el golpe
La situación política en Bolivia ha dado, visto desde un ángulo revolucionario, un paso atrás. Las movilizaciones de masas están refluyendo y la burguesía se está unificando, con crisis y resquemores, detrás de un plan de emergencia para enfrentar la resistencia popular. Esto se debe al formidable empeño puesto en esta dirección por el MAS y Evo Morales, así como de gran parte de las direcciones burocráticas de las organizaciones de masas que se identifican en ese liderazgo.
A pesar de tener mayoría absoluta en las dos cámaras parlamentarias y las direcciones de las organizaciones populares y del levantamiento de las masas, el MAS ha terminado reconociendo al gobierno golpista y pactando un acuerdo de ‘pacificación’ para retirar a las masas de las movilizaciones callejeras. Y se están empeñando a fondo en hacerlo.
El acuerdo se realizó sobre la promesa de convocatoria a elecciones a los 120 días de ‘elegir’ (por acuerdo entre el MAS y los golpistas) el Tribunal Electoral que deberá fiscalizarlas y con la prohibición de la presentación de Evo Morales.
Este ‘acuerdo’ surge luego de que la Organización de Estados Americanos (OEA) planteara la necesidad del mismo sobre la base de una salida electoral consensuada. Para la OEA y un sector mayoritario del imperialismo, no solo yanqui, sino también europeo, no se debía avanzar en la instalación de una dictadura cívico-militar golpista bolsanorista, como la insinuada por el fascista Luis Fernando Camacho.
Frente al crecimiento de la resistencia obrera-campesina-indígena, llevaba a una polarización en términos de guerra civil, con un resultado final incierto. Y, por supuesto, era un factor feroz de desestabilización en una Latinoamérica en llamas.
Pocas veces se ha visto a un líder destituido por un golpe que llame tan esforzadamente a la desmovilización del pueblo que lucha. La bandera central de Evo se transformó en la “pacificación”, que en las condiciones en que un pueblo está luchando contra un golpe significa que cese esa lucha. Una ‘pacificación’ que llevaba a cuestas a cerca de 40 muertos, varios desaparecidos, centenares de heridos y presos.
Evidenciando la correlación de fuerzas existente, el gobierno golpista tuvo que aceptar la libertad de los detenidos, el retiro de las tropas militares de las calles, el respeto a las organizaciones y derechos sindicales y la no persecución de opositores. Sin embargo, esto está todavía por verse: la gran mayoría de los presos no ha sido liberada y tampoco se derogaron los decretos que habilitan a la ‘libre’ (incluso con sus excesos) represión. Los golpistas han remarcado que esto no significa procesar y meter presos a aquellos acusados de “corrupción”.
Confusión
Una gran confusión reina entre las masas que se han movilizado contra el golpe.
La ‘pacificación’ ¿es una táctica genial de Evo Morales para derrotar a la derecha golpista en el terreno electoral? Este es un planteo que levantó el PT y Lula en Brasil y… terminó con el ascenso de Bolsonaro.
Ya Evo planteó que en la presentación electoral planteará la necesidad de “buscar programas para reconciliar al pueblo boliviano” (Página/12, 24/11). Un programa de ‘reconciliacion’ con la oligarquía y la gran burguesía significa renunciar, hasta de palabra, a la nacionalización de los hidrocarburos, al rechazo de la entrega de la minería y, ahora, particularmente del litio, el respeto a la gran propiedad terrateniente a cargo de los agronegocios y planteará la ‘reducción del déficit físcal’ (hoy, en el 7,8% del presupuesto) para garantizar el pago de la deuda externa. Un programa contra el pueblo.
Es necesario sacar un balance de la experiencia de 14 años del gobierno del MAS y, fundamental, de su entrega al golpismo desarticulando la gran movilización en desarrollo. Miles de trabajadores, campesinos, indígenas se han movilizado contra el golpe. Este era el punto central del frente único de lucha. El objetivo unitario era derrocar al golpe militar con la movilización, la organización y el armamento de las masas.
Una gran tarea de la vanguardia de izquierda y obrero-campesina-estudiantil es sacar este balance para evidenciar la debacle histórica del MAS, variante moderna del nacionalismo de contenido burgués, la pusilanimidad de sus direcciones y su entrelazamiento con el Estado (la dirección de la Central Obrera -COB- pasó de ser un puntual del gobierno de Evo Morales a reclamar su renuncia, uniéndose al coro golpista). Es necesario crear un reagrupamiento clasista, socialista, revolucionario. La superación política del MAS recién se concretará cuando este reagrupamiento, un nuevo Partido Revolucionario de los trabajadores se ponga en pie.
Ahora es necesario organizar el reclamo por la libertad de los presos, por tratamientos médicos integrales para todos los reprimidos por las Fuerzas Armadas y de Seguridad, por el libre funcionamiento de sindicatos y organizaciones de masas (campesinas, vecinales, estudiantiles, etc.) que debe estar unido a las demandas por las reivindicaciones sociales más apremiantes y de carácter transicional (nacionalización de la explotación del litio, etc.). Es necesario impulsar la convocatoria a un Congreso de Bases de la COB: son los trabajadores y no las burocracias las que deben pronunciarse fijando una posición de independencia de clase frente a la crisis nacional. ¡Abajo el golpe! Recrear las condiciones para que una huelga general lo haga posible.
El alzamiento de las masas no ha sido aplastado, solo contenido. Los procesos de lucha revolucionarios no son rectilíneos. Esta es una fase, nuevos giros se plantearán inevitablemente. La característica del período político es la alta volatilidad existente, sumergidos como estamos en una América Latina donde se extienden las rebeliones populares y se hunden los gobiernos derechistas o frentepopulistas que quieren imponer plantes de ajuste fondomonetaristas.
Rafael Santos
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