Apuntes sobre la situación política en el marco del regreso al "gradualismo", un fuerte malestar social y el intento de encausar la agenda hacia el 2019 por parte del macrismo y el peronismo. Los desafíos de la izquierda.
1) Las movilizaciones de diciembre contra la reforma previsional abrieron una nueva situación política y obligaron a todos los actores del tablero nacional a barajar y dar de nuevo. En el caso del macrismo, que se había envalentonado tras su triunfo electoral de octubre, tomó nota de la importante caída de su imagen producida tras el “triunfo pírrico” del saqueo a los jubilados, así como del peligro que significaba para el régimen la predisposición a la lucha de decenas de miles de trabajadores y jóvenes que contaron con la simpatía de millones, expresada en los cacerolazos. Como conclusión, dieron por archivada la política del “reformismo permanente” que buscaba acelerar los ataques de masas a favor del gran capital, lo cual se manifestó principalmente en la postergación sin fecha el tratamiento de la reforma laboral y el paso a un “gradualismo” de acuerdos por sector.
2) Lo anterior no significa que se hayan suspendido los ataques contra el pueblo trabajador ni la dureza en los conflictos, sobre todo en los que se destaca una vanguardia que resiste. Después de todo, tienen la obligación de mostrar predisposición estratégica para atacar. Pero dosifican los avances para intentar evitar nuevas jornadas como las del 14 y el 18 de diciembre, y los adecúan a un plan político que decidió subordinar la resolución de las profundas contradicciones de la economía al objetivo de obtener la reelección presidencial en el año 2019. Por derecha (aunque siguen considerando que el Gobierno es el “mal menor”), el macrismo es criticado por la vuelta al “gradualismo”, que no resuelve la alta inflación, ni el “costo laboral” que quisieran bajar más dramáticamente para atraer inversiones, ni los elevados déficits fiscal y comercial, ni el crecimiento del endeudamiento externo en un contexto internacional más adverso por el encarecimiento del crédito. De hecho, la alta inflación que se mantiene está poniendo en tensión a algunas paritarias (bancarios, docentes) que implicaron cierto retorno a la movilización en las calles y a los paros esta semana. La inestabilidad política en Brasil frente a la orden de encarcelamiento de Lula abre también más incertidumbre en el plano regional, ya que el leve repunte del socio comercial de la Argentina, venía favoreciendo ciertas ramas de la economía local (automotriz). Son todos problemas que el macrismo decidió no atacar ahora de fondo sino postergarlos hasta su eventual reelección en un bastante lejano fin de 2019. A su vez, por izquierda, crece un fuerte malestar social, ya que el “gradualismo” implica ataques por medio de tarifazos, inflación, despidos, techos a las paritarias, por parte de un Gobierno del gran capital envuelto en escándalos de “transparencia cero” como el del ministro Caputo y sus empresas offshore, entre muchos otros. También ha alimentado la bronca el escándalo por los privilegios de diputados y senadores del oficialismo y del peronismo que, no conformes con sus elevadísimas dietas, canjearon pasajes por dinero para obtener sobresueldos. En síntesis, la vuelta al gradualismo tuvo como consecuencia que la imagen del Gobierno deje de caer, pero no que se recupere.
3) Sin embargo, el macrismo no está solo. Todos los sectores del peronismo y de la burocracia sindical trabajan en común con el Gobierno para que no se continúe el camino de lucha que abrieron las jornadas de diciembre, y para encausar todo el escenario político hacia las elecciones de 2019. Los mismos gobernadores que acordaron con el macrismo el saqueo a los jubilados y el pacto fiscal (desde Gerardo Morales a Alicia Kirchner) hoy aplican el ajuste en sus provincias al igual que a nivel nacional. Mientras tanto, las distintas alas del peronismo organizan encuentros en los que no se discute cómo frenar los ataques al pueblo trabajador, sino las candidaturas del año que viene. Por un lado, la mayor parte de los gobernadores peronistas intenta guardar perfil bajo y planea separar las elecciones en sus distritos de la votación presidencial, con el único objetivo de conservar sus territorios y no pelearse con la Casa Rosada. Por otro lado, sectores del kirchnerismo, el randazzismo, el massismo, la burocracia sindical, los intendentes del conurbano y referentes legislativos, discuten, algunos juntos, otros separados, cómo serán los armados electorales. Lo que es claro es que el kirchnerismo, bajo un discurso de “unidad opositora para derrotar a Macri”, hoy propone una salida electoral junto con los que aplican el ajuste en sus territorios, los burócratas sindicales que dejan pasar los ataques y los que le votan las leyes a Cambiemos en el Congreso Nacional y en las legislaturas provinciales. Este importante aparato de contención que incluye a todas las estructuras del peronismo no tiene el mismo peso en todo el país. Es fuerte en Buenos Aires y el Conurbano, donde tiene una importante gravitación; pero no es igual en provincias como Córdoba donde el peronismo es una forma de macrismo y el radicalismo también es macrista, ambos casi calcados de los macristas puros.
4) La otra pata fundamental de la gobernabilidad es la burocracia sindical. Este sector se divide fundamentalmente entre una gran mayoría que, prebendas materiales y aprietes judiciales mediante, ha virtualmente conformado el “club del 15 %” que firma paritarias a pedido del Gobierno, y otro sector (en su mayoría alineado con el kirchnerismo) que llama a medidas aisladas y divisionistas de vez en cuando, sin conformar verdaderos planes de lucha ni en sus gremios ni a nivel nacional. Esta semana hemos visto un claro ejemplo de esto último, cuando después de un mes de tregua con Vidal, los sindicatos docentes bonaerenses han llamado a parar y marchar, y al día siguiente las cúpulas sindicales kirchneristas de bancarios, y de gremios de la Ciudad de Buenos Aires, han hecho otra medida dividida. Es que su estrategia no es derrotar los ataques mediante un plan de lucha duro y con continuidad organizado desde las bases, sino “protestar” contra el macrismo para desgastarlo políticamente para el año 2019. Por último, el moyanismo, luego de la multitudinaria movilización del 21 de febrero, ha bajado enormemente su nivel de exposición política, negociando sus intereses personales a espaldas de los trabajadores. El cronograma de una nueva unidad de la CGT, del que este último sector se quedaría afuera, no alterará nada de lo esencial de esta situación.
5) El rol reaccionario del peronismo y de la burocracia sindical se manifiesta en el hecho de que los trabajadores, las mujeres y la juventud aprovechan cada oportunidad que tienen para salir a las calles. Esto se ha visto en cada lucha contra los despidos durante el verano, pero también en la masiva marcha del 21 de febrero, en los cientos de miles que coparon la Plaza Congreso el 8 de marzo por los derechos de las mujeres, o el 24 de marzo a 42 años del último golpe militar. Predisposición para salir a luchar, hay. Si no se desarrolla por el momento hasta el final es por la mayor cautela “gradualista” del macrismo, pero sobre todo por el rol de las direcciones oficiales del movimiento obrero, que se encargan de pasivizar, a veces incluso buscando generar escepticismo sobre sus propias medidas de fuerza.
6) Junto con el plan “gradualista” y la colaboración de los “dadores voluntarios de gobernabilidad”, el macrismo intenta además, de forma permanente, imponer cambios de agenda hacia temas que lo corran del foco de la bronca popular. Así ha sido por ejemplo con la búsqueda de instalar la “doctrina Chocobar” para darle vía libre al gatillo fácil policial y, sobre todo, llevando la agenda del debate por el derecho aborto al Congreso Nacional. Esto último busca mostrarlo como un Gobierno más abierto y flexible al debate sobre un tema muy sentido (aunque la gran mayoría de Cambiemos está en contra del aborto), a la vez que coloca al peronismo en un situación de mayores contradicciones por no haber habilitado el debate durante doce años de kirchnerismo, y por el hecho mismo de que la ex presidenta y muchos otros referentes del peronismo se oponen a esta demanda democrática elemental.
7) La hoja de ruta hacia 2019 está, sin embargo, cargada de incógnitas. Al malestar social por el ajuste, y la disconformidad de distintos sectores empresariales con el plan económico, se suma la pérdida de capital político del macrismo, que reduce su margen de maniobra. El discurso sobre la “herencia recibida” se ha agotado tras más de dos años de gestión, que incluyen una multitud de promesas incumplidas. En el terreno “republicano”, que Cambiemos consideraba su punto fuerte contra la corrupción kirchnerista, la larga seguidilla de escándalos por empresas offshore, negocios incompatibles con la función pública o el escándalo de Jorge Triaca en el SOMU, han golpeado al macrismo también sobre un sector de su propia base social. Las tensiones relativas que han tenido con la Unión Industrial Argentina, sectores del Poder Judicial e incluso los problemas con los servicios de inteligencia y su “mano de obra desocupada”, como se vio en el caso de la operación política ejecutada por Natacha Jaitt en el programa de Mirtha Legrand, son expresión de un Gobierno que entre octubre y el presente ha perdido fortaleza política. La combinación de un escenario económico con muchas contradicciones, fuerte malestar social y pérdida de capital político, puede ser fuente de nuevas crisis entre el presente y el lejano octubre de 2019.
8) Como definición general podemos decir que desde diciembre a esta parte ha comenzado un proceso de “desagregación” de la endeble coalición que dio base de sustento al macrismo (que nunca llegó a ser una “hegemonía”): la fracción de la mal llamada “burguesía nacional” (en cuya cúpula están Techint, Arcor, Clarín) pero que comandan todo un bloque que “abajo” tiene a la burguesía industrial “no monopolista”, empieza a considerar al Gobierno como un “mal menor” (de ahí el aire que Clarín le da a la reconstrucción de un “peronismo racional”); una fracción de los sindicatos, empezando por el debilitado pero aún poderoso Camioneros, pasó a la oposición (aunque su estrategia sea electoral); el Poder Judicial ya no le responde tan automáticamente como antes y muchos de los votantes “amplios” de Cambiemos está pasando a la oposición. Si mantiene fortaleza, es por la debilidad del peronismo y por la gobernabilidad prestada. Tener clara esta definición es importante para desmentir al poderoso aparato de propaganda que pretende mostrar a un macrismo imbatible y a la vez ser conscientes de las reales fortalezas y debilidades a la hora de enfrentarlo, tanto en las calles como en el terreno político.
9) Con una mayoría de la población que ve de forma negativa su gestión, el plan del macrismo es administrar durante este largo interregno una situación de más decadencia e intentar ganar la reelección en la primera vuelta electoral en octubre de 2019. Inversamente, para intentar ganar los comicios, el peronismo (o alguno de sus sectores), apostará a llegar al balotaje y concentrar allí el voto de rechazo a Cambiemos.
10) Contra todos ellos, el PTS en el Frente de Izquierda, junto al Movimiento de Agrupaciones Clasistas que impulsa, participa activamente en el apoyo y la coordinación de todas las luchas de los trabajadores, como las que llevan adelante los docentes, las trabajadores del Hospital Posadas, Río Turbio o Ferrobaires, entre otras, a la vez que alienta su coordinación, como fue en el Encuentro convocado por las trabajadoras del Hospital Posadas en febrero, para tener más fuerza para luchar y para denunciar la tregua de las cúpulas sindicales, planteando la necesidad de un paro nacional activo y plan de lucha con continuidad para derrotar el ajuste. También, junto a la agrupación de mujeres Pan y Rosas, el PTS impulsa la movilización y la organización desde cada lugar de trabajo o de estudio para pelear por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, sin depositar ninguna confianza en el Congreso Nacional, donde ya muchos análisis dan cuenta de que no saldría en el Senado. Contra la casta política, denuncia los privilegios de ese sector indispensable para el funcionamiento del régimen capitalista, y propone que todo funcionario, diputado o juez, gane como una maestra. El PTS asume también una gran batalla internacionalista contra los ataques de los golpistas que ordenaron la prisión de Lula en Brasil, que buscan impedir que el pueblo brasileño vote a quien quiera, a pesar de las diferencias políticas que nos separan del PT, tanto cuando fue Gobierno como luego en la oposición, primero atacando al pueblo trabajador y después pasivizando, con lo cual el PT le abrió el camino a la derecha. Junto a nuestros compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores de Brasil exigimos a las centrales sindicales que se organice un plan de lucha para enfrentar los ataques.
11) Contra los planes del macrismo, pero también contra las distintas variantes del peronismo cómplice del ajuste que se proponen capitalizar el descontento pero que en caso de ganar también gobernarán para los empresarios (como se ve en la propuesta de muchos que proponen una nueva devaluación para atacar el salario), el PTS en el Frente de Izquierda pelea para que en cada una de estas batallas avance también la perspectiva de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora, que constituye la gran mayoría de la sociedad, sin patrones ni burócratas y con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y gobiernen los trabajadores. Un programa que atacando los intereses de los capitalistas dé solución a los problemas del pueblo trabajador como el trabajo, la vivienda, la salud o la educación, y rompa la subordinación con el imperialismo. Bajo estas banderas, invitamos a participar con nosotros el próximo 1º de Mayo, en un nuevo Día Internacional de los Trabajadores.
Fernando Rosso
@RossoFer
Fernando Scolnik
@FernandoScolnik
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