domingo, 3 de abril de 2011

En Sudamérica el ciudadano más explotado y exprimido es el chileno



A veces me pregunto si soy yo el que anda perdido en el bosque, o es una significativa porción de mis compatriotas la que camina sin rumbo fijo bajo la dirección de conductores mala leche.
Soy consciente de que el tema que deseo desarrollar puede no tener mayor relevancia para muchos lectores, pero reconozco que siento profunda molestia cuando las autoridades lo utilizan como sambenito para embolarle la perdiz a la mayoría de mis conciudadanos.
Primero fue el gobierno –que no se caracteriza por saber patinar sobre hielo político- quien se despachó una opinión de aquellas que deben ser pulverizadas por la realidad, y luego remachó la tontera esa parlamentaria llamada Karla Rubilar (¿es hija de la alcaldesa de Renca, Vicky Barahona?..¿sí?..ahhh, por eso es como es). “Debemos mantener el horario de verano porque con esa medida se reduce la delincuencia”, dijeron con el desparpajo propio de aquellos esperpentos que consideran despectivamente a sus vecinos tratándolos como si fuesen vulgares tarugos.
¿Se da cuenta, querido lector, que las jinetas temporales permiten a ciertas personas hablar imbecilidades usando un tono de voz que ya se lo quisieran algunos catedráticos? El gobierno y varios parlamentarios (no excluyo a muchos amermelados concertacionistas siempre dispuestos a dar jugo) olvidaron que los asaltos a locales comerciales, a viviendas particulares, robos a cajeros automáticos y de automóviles, enfrentamientos a balazos entre bandas en poblaciones, femicidios, grescas masivas en las madrugadas después de los ‘carretes’ juveniles, saqueos armas en mano a supermercados, cowboys disparando a todo lo que se mueva, como Italo Nolli, etc., etc., fueron la tónica habitual en los meses de estío con el actual horario (y con las actuales autoridades, por siaca).
Por otra parte, cobijándome en mi perenne actitud cartesiana -que me hace poner en duda todo lo que escucho, oigo y leo-, busqué y busqué hasta dar con las opiniones de expertos respecto de este tema, las cuales señalan que toda la faramalla oficial (que se arrastra desde la época de Frei Montalva) obtiene un pobre resultado en asuntos de ahorro de energía, el que no supera el misérrimo uno por ciento (1%).
¿Entonces, de qué se trata realmente esta cuestión? ¿A quién(es) se busca beneficiar? “Con el horario de verano atravesando parte del otoño, los chilenos tendrán más tiempo para estar con sus hijos y en sus hogares”, agregó otro parlamentario con lo boca enjuagada en sorna mentirosa. ¿Más tiempo para estar en casa después del trabajo, usando el mismo fracasado sistema de locomoción colectiva que en la capital se conoce como Transantiago? Señores del gobierno, “acta, non verba”, reza la frase latina; “acciones, no palabras”. Eso.
Y acciones fueron las que realizaron -años ha- los gobiernos de la Concertación para entregar a empresas foráneas algunas de nuestras carreteras y vías. Concesionar, le dicen. Robar y esquilmar, son mejores verbos. Y no es broma.
Amigo lector, realicemos un pequeño juego, algo así como una ensoñación, para demostrar que esto de las carreteras concesionadas es un vulgar robo ‘legal’. Supongamos –y sólo supongamos- que yo soy Presidente de la República y usted es mi amigo. Yo deseo ayudarle. Usted ha sido un incondicional adherente en mis campañas. Entonces, busco en el mapa de Chile y decido entregarle -‘en concesión’- la muy transitada y comercial Carretera de la Fruta, que une la Ruta Cinco Sur (a la altura de Pelequén) con el puerto de San Antonio, cruzando ciudades y lugares como Malloa, San Vicente de Tagua-Tagua, Peumo, Las Cabras, lago Rapel, Rocas de Santo Domingo y Llolleo.
Usted instala un par de plazas de peaje y… ¡listo!, a enriquecerse se ha dicho. La carretera ya existe, usted no debe gastar dinero en construirla, ni siquiera en mejoramientos inmediatos pues el contrato dirá que debe realizar reparaciones antes de cumplirse un año desde el momento de la protocolización del mismo…lo cual significa que dispondrá de 10 o más meses para enriquecerse hasta el hartazgo, y después gastar algunos morlacos en parchar lo que haya que parchar. ¿Capisce?
No crea que estoy enfermo del mate, porque ello ya ocurrió. Mi salvaguarda demostrativa no es solamente la actual Autopista Central, otrora ‘Ochagavía’, sino también la misma Ruta Cinco Sur, y la Ruta Cinco Norte, y…en fin, para qué seguir si usted, querido lector, sabe tan bien como yo que esas vías ya existían, y que los empresarios (españoles en este caso) las recibieron casi gratuitamente…las explotaron un tiempo y después, cuando contaban con voluminosa cantidad de dinero, procedieron a mejorarlas y, obviamente, a aumentar los valores en los peajes. ¿Fácil y rápido, verdad?
Más tarde apareció el fatídico ‘TAG’ con los portalones electrónicos ‘orwellianos’. Ahí la estafa, el robo, se transformó en esquilma total y permanente, ya que al ‘negociado’ entraron a tallar también los municipios por donde atraviesan tales carreteras concesionadas. ¿Por equis motivo –incluyendo la vivarachada inútil- usted no pagó su TAG ni compró un ‘pase diario’? Bien, pues; al momento de renovar permiso de circulación para su vehículo le llegará el ‘palo’ legalmente ordenado por la(s) empresa(s) concesionaria(s). Y vendrá con multas, interés compuesto y otras yerbas.
¿Ya se puso al día con las empresas de autopistas? Bien, entonces ahora prepárese para cancelar las infracciones que esas mismas empresas enviaron a los municipios por donde usted cruzó sin ‘pase diario’ o con el TAG hecho pebre. ¿Un robo? Claro que lo es…empresarios privados y municipios exprimiéndolo como limón, pero usted guarda silencio y acepta el cogoteo con alma de yanacona.
¿Espera que algún parlamentario presente mociones o proyectos de ley en el Congreso para poner coto a estos asaltos en descampado? Hum…aguarde sentadito, porque ello no ha ocurrido y tampoco sucederá mientras la actual manga de corruptos duopólicos siga siendo mayoría. Ellos juran y rejuran que ningún país en América Latina es más moderno que Chile, más civilizado (¿?), más avanzado y más ‘pluralista’…que somos la envidia de nuestros vecinos, dicen.
Además -y esto usted lo tiene tanto o más claro que yo- esos mismos parlamentarios le endulzan la bosta diciéndole que “en Chile somos muy cultos y civilizados, por ello la gente no sale a la calle a hacer estropicios como en Argentina, Francia, Italia o Bolivia”. ¡¡Y usted se lo cree, y calla, y acepta la esquila, e incluso la aplaude!! ¿No me cree? Bien, pues, ¿qué ha hecho usted amigo capitalino para mandar a buena parte a las autoridades por ese asco de sistema llamado Transantiago? ¡¡Nada!! Sólo reclamar al interior de su casa y seguir esperando, pagando caro y viajando incómodo. ¿O no es así?
Soy consciente de que estos temas –planteados con mordacidad- molestan (y mucho) a los señores congresistas. Me lo han hecho saber…aun más, dos de ellos han andado averiguando por esta Región del Libertador cuál o quién es mi empleador, para presionarlo en mi contra. Lo lamento…no tengo empleador ni tampoco relación con Impuestos Internos, pues soy un jubilado. Deberán acostumbrarse a soportar mis escritos, y aunque hagan lo imposible por aislarme del mundillo político, aún a riesgo de ser ostracisado, no cejaré en mi empeño de correr cortinajes y sábanas que cubren la realidad, pues tal como siempre he dicho: no hay nadie más solitario que la Verdad, ya que la Verdad no tiene amigos. Y el que la dice, tampoco.

Arturo Alejandro Muñoz

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