martes, 5 de abril de 2011
Una vez más los verdugos se presentan como los "salvadores de la patria"
La locuacidad del represor Adolfo Donda parece haber sido contagiosa en las audiencias del juicio oral por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Ayer ampliaron su declaración indagatoria tres marinos que actuaron en ese centro clandestino de detención, entre ellos Ricardo Cavallo, y la jornada se extendió hasta el anochecer. Cavallo, alias Marcelo o Sérpico, dedicó horas a argumentar que desde la Revolución Cubana en adelante “había un solo demonio a exterminar”, y eran las organizaciones como Montoneros, PRT, ERP, FAR y otras. El miércoles deberían volver al banquillo Donda, Jorge “Tigre” Acosta y también Rodolfo Pernías.
Los tres represores –Alberto González, Néstor Savio y Cavallo– que declararon ayer ante el Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 5, la fiscalía y las querellas tienen algo en común: un defensor privado, Alfredo Solari. Este letrado es muy activo en la defensa de los sicarios de la dictadura, con una línea argumentativa basada en que estos juicios son nulos e inconstitucionales.
Tanto Savio, conocido en la ESMA como Pantera o Halcón, como González, alias Gato, reconocieron haber estado en la ESMA, pero como están imputados por los secuestros y asesinatos de la Iglesia de Santa Cruz, cuyas víctimas fueron las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet junto al grupo creador de Madres de Plaza de Mayo, pusieron todo su énfasis en tratar de demostrar que mienten los testigos que los imputan de esos hechos. Ambos armaron un entramado de datos con los que sostuvieron que tal o cual sobreviviente no los pudo haber visto en esa iglesia porque estaban de viaje, o porque se encontraban de vacaciones. Aquellos secuestros comenzaron el 8 de diciembre de 1977, por lo cual González mostró al tribunal y a los presentes fotos suyas en malla en Brasil, y luego otras en Europa durante una carrera con el ex corredor Carlos Reutemann, diciendo que en esas fechas no estaba en Buenos Aires. El público quedó conmocionado, por lo tragicómico de la justificación. En definitiva, no tuvieron ningún reparo en admitir su paso por la ESMA, pero negaron en forma terminante haber participado de los sucesos de Santa Cruz. La razón tiene que ver con que si los condenan por ellos, es decir por homicidios, las penas serían muy altas.
Por su parte, Cavallo se esforzó en analizar de manera minuciosa cuanto libro fue publicado sobre los movimientos políticos de izquierda, la guerrilla y las organizaciones armadas desde 1959 en adelante.
Adriana Meyer
http://juicioesma.blogspot.com/
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