sábado, 16 de abril de 2011

Los pueblos indígenas no tuvieron un Nunca Más



La reflexión sobre la realidad de los pueblos originarios del país corresponde al periodista Darío Aranda quien pasó por Tucumán para presentar su libro “Argentina originaria: genocidios, saqueos y resistencia". El modelo extractivo imperante y la continuidad de un proceso genocida que se mantiene inalterable.
“Más allá de la discriminación de clases, los pueblos indígenas no tuvieron un Nunca Más y mientras esto siga así su genocidio continuará repitiéndose”. Para el periodista Darío Aranda la situación de las comunidades originarias del país lejos está de haber superado su aniquilación paulatina. Es que más allá de las circunstancias históricas que implicaron matanzas propugnadas por el propio Estado hoy el genocidio hacia los indígenas “ya no se realiza a través de las armas sino mediante el ocultamiento, el silencio, sacándolos de su forma de vida”.
La frase del juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, citada por Aranda, sirve para adentrarse en la, hasta ahora, inquebrantable realidad en la que se hallan inmersos los pueblos autóctonos.
Colaborador del diario Página 12 y ex estudiante de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Buenos Aires), Aranda relata en su libro la forma en la que las prácticas de avasallamiento contra los pueblos originarios persisten en el país y su relación con el modelo económico extractivo imperante.
“Está claro que hubo un genocidio en la última dictadura militar que tuvo su Nunca Más. Esto se refleja día a día con las condenas a los represores, las indemnizaciones, los escraches públicos. Sin embargo, nunca algún gobierno ni siquiera esbozó sobre la situación de los pueblos originarios. Como un símbolo, Roca sigue desafiante en la plaza de Bariloche en pleno territorio mapuche. Imaginemos que pasaría si hubiera una estatua de Videla en Plaza de Mayo”, agregó.
“El Estado nacional se conformó sobre la base un genocidio como lo fue la Campaña del Desierto en el sur del país, la Campaña de Cuyo y la Campaña del Norte en Chaco, estas últimas muy silenciadas. Luego, en 1924, se produjo la matanza de Napalpí y 200 indígenas fueron asesinados por resistirse a ser explotados. En 2007, los principales medios del país pusieron en tapa la realidad de estas comunidades cuando 15 personas murieron por desnutrición en Chaco. Hablaron de la pobreza, de la desnutrición y la miseria pero jamás cuestionaron el modelo productivo que avanzó sobre ellos y los marginó. Esta es la continuidad histórica del proceso genocida”, explicó Aranda quien ayer presentó en la facultad de Psicología de la UNT su libro “Argentina originaria: genocidios, saqueos y resistencia" en el marco de un encuentro organizado por la organización Observatorio Ambiental Tucumán.

El modelo extractivo y la resistencia

Darío no duda a la hora de buscar la razón por la cual la situación de las comunidades indígenas mutó de formas manteniendo inalterable su nivel de sometimiento: “el problema de fondo es el modelo agropecuario”.
“Este modelo extractivo que fomenta las explotaciones mineras a cielo abierto y la sojización avanza sobre ellos. La conflictividad hoy se da por mantener una forma de vida ancestral. Hoy en el 56 por ciento de las hectáreas cultivables hay soja. Esto implica más avance sobre territorios ocupados por campesinos e indígenas. Se usan 190 millones de toneladas de glifosato que es muy dañino para la salud. A esto se le suma el desmonte para el avance de los cultivos”, reveló.
Para Aranda, hay una contradicción inadmisible por parte del Gobierno nacional que impulsó muchas mejoras sociales pero, a la vez, “debería replantear su mirada con respecto a este modelo que sostiene”. De lo contrario habrá momentos de máxima conflictividad y de confrontación. Es que este modelo actual no sólo desaloja y contamina, también mata”.

Esteban Stanich

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