domingo, 24 de abril de 2011

La apuesta trasnacional de Techint, la de una burguesía nacional con empresas mixtas o el programa de estatizaciones


La apuesta trasnacional de Techint, la de una burguesía nacional con empresas mixtas o el programa de estatizaciones que levanta la Cgt

La crisis planteada entre el gobierno y Techint tiene todos los componentes que se necesitan para comprender el proyecto económico del gobierno nacional y las razones que suscitan la oposición de las corporaciones empresarias. Cosa distinta es saber si sabremos explicarla.
¿Por qué Paolo Roca y los gerentes de Techint rechazan como director al joven kirchnerista Axel Kicillof y aceptan a Bernardo Kosacoff, que viene de la Cepal, como representante del 26 % de las acciones en manos de la Ansess? El gobierno se opone con Kicillof a que Techint invierta en Brasil 300 millones de dólares en lugar de hacerlo en Argentina. Le dice que apueste a la ampliación del mercado interno abasteciéndolo a precios preferenciales que mejoren la competitividad externa de la industria automotriz y de toda la economía. Se deduce que Kosacoff aceptaría en cambio que la empresa priorizara su desarrollo trasnacional a su consolidación como empresa nacional ligada al mercado interno y al proyecto nacional de desarrollo del gobierno.
Este conflicto tiene una historia, no comienza ahora. Para entenderlo hay que desbrozar el escenario. El gobierno no se propone estatizar empresas como le aclararon Boudou y Kicillof a Techint, ni siquiera todas las empresas de servicios públicos. Estos dos párrafos del discurso de CFK en la Conferencia de la UIA en noviembre pasado son definitorios:
Ya nadie piensa en un Estado empresario; el management y la propiedad son esencialmente privados, pero tenemos que tener un Estado que oriente, que dirija hacia dónde vamos, qué modelo queremos, dónde vamos a poner los recursos...
Ya nadie piensa en un Estado empresario, tampoco ya, luego de lo que pasó en el 2008, nadie puede pensar en un mercado que se autorregula sin la intervención del Estado. Si uno dice estas cosas en Europa, se le ríen en la cara, los mercados autorregulados ya nos dimos cuenta que no existen. Y no es porque quienes estén en el sector privado sean malos, sino porque es imposible que alguien se autorregule en sus propios intereses y no lo haga el Estado en representación de toda la sociedad.
La envergadura actual de la empresa Techint, salvando distancias, es hija putativa, como la nueva burguesía rusa y china, de las privatizaciones usurarias de empresas estatales producida por la derrota y el neoliberalismo. Reflejando el origen de esta grandeza se movió en el ámbito de la UIA vinculada a la corriente del Movimiento Industrial Nacional, surgida en 1996 contra Cavallo, que amenazó con romper la UIA. Pero al crecer y trasnacionalizarse con plantas en muchos países y cotizando sus acciones en los mercados bursátiles de los centros financieros mundiales, la valorización financiera de su capital en el exterior, sus ganancias por el aumento de sus acciones en Wall Stret, devinieron más importante que las de la producción de hierro y acero. Esto entra en contradicción con la política del gobierno argentino que es satanizado por Wall Stret. Si Techint conciliara con el gobierno ó lo apoyara, sus acciones en los mercados bursátiles de los países centrales caerían al compás del enfrentamiento que el capital financiero imperialista mundial mantiene con las pretensiones de autonomía y desarrollo del gobierno argentino como las de otros gobiernos de países atrasados. No hay más que leer el abogado de Techint, el diario Clarín, que diariamente advierte contra las repercusiones que las medidas que toma el gobierno “producirían” en los gobiernos centrales y en las bolsas, exagerándolas y apoyándolas. La bandera de la inserción en la economía mundial según ellos es la del sometimiento nacional a la globalización financiera imperialista.
Lo que decimos hace más inteligible este pasaje de la entrevista que le hiciera Roberto Navarro en Página/12 a Amado Boudou en noviembre:
RN –Se han publicado documentos de cámaras empresarias, como el del Grupo de los Seis, censurando ciertas posiciones del Gobierno.
AB –Creo que hay que entender que no se puede hablar de los empresarios. Hay segmentos medianos a los que les está yendo muy bien, que están siendo incluidos en la cadena de valor, que no están organizados políticamente. Apoyan al Gobierno, pero eso no se exterioriza en una organización empresarial. Y por otro lado hay empresarios que forman parte de las cúpulas, que están muy acostumbrados al país flexible, en el que ellos con una crisis cada cinco o seis años potencian sus activos sin esfuerzo. Son los que forman los activos en el exterior, los que apuestan a la economía bimonetaria, a arbitrar tasas de interés o tipo de cambio como parte de su negocio. Esos empresarios ven un país en donde las decisiones de inversión son a diez años. Es lógico que no les guste. Ganan mucha plata, pero sus excedentes no pueden ser rápidamente valorizados en términos de valorización financiera, porque el modelo económico no lo permite.[1] Y tampoco aceptan que haya un movimiento de trabajadores organizados que les disputa las ganancias. Se está conformando una burguesía nacional en las empresas medianas, que ya se va a expresar.
Para aislar la economía argentina de este mecanismo perverso del sistema imperialista mundial que inestabiliza al gobierno y lo somete a las presiones corporativas del tándem Techint – Clarín, no es suficiente con apostar a las empresas mixtas, manteniendo las inversiones del Estado en la empresas privadas, con management privado, como dice la presidente, ni esperar que las Pymes actuales que apoyan al gobierno se corporativicen, como espera Boudou, porque cuando estas Pymes sean grandes estarán sometidas a ese mismo mecanismo que empuja a Techint contra el gobierno y harán otro tanto. Las empresas mixtas y la teoría regulacionista es un paradigma que trajo la crisis a las economías de los países europeos con grandes empresas estatales capitalistas como Francia e Italia, como una transición hacia las privatizaciones y la reestructuración del gran capital contra el trabajo en la Unión Europea. La prueba histórica de desarrollo de países atrasados han sido las empresas del Estado. Sin empresas del Estado en los servicios públicos y en la infraestructura económica donde el capital externo ó el que se valoriza en el exterior no tienen interés en invertir, sin empresas públicas en cada sector de la economía que fijen precios y tarifas de referencia impidiendo que las grandes empresas disputen la redistribución de la renta con los trabajadores con aumentos de precios, este conflicto con Techint anuncia otras crisis con las corporaciones y con el imperialismo que harán correr riesgos al proyecto neodesarrollista, nacionalista industrialista del gobierno. Pero hay fuerzas dentro del propio gobierno y en particular en su base de apoyo más tradicional, en los trabajadores y los sindicatos que están pesando en ese camino.
Los actos de masas de la CGT, la organización de la Corriente Sindical Peronista el año pasado, como una nueva organización política del sindicalismo peronista y su definición programática reivindicando los programas históricos de la corriente jacobina del sindicalismo de los años cincuenta y sesenta, La Falda y Huerta Grande, programas políticos de gobierno basados en la estatización de los servicios públicos y los sectores claves de la economía con control obrero, que ahora agita con un criterio más amplio, de frente antiimperialista con corrientes de izquierda, la reorganizada Juventud Sindical, con el protagonismo de Facundo Moyano, eleva potencialmente los elementos chavistas que se expresaron en los sectores del gobierno y consolidan las fuerzas de una reserva política que esperamos asuma un protagonismo decisivo cuando esta contradicción del gobierno con las corporaciones se planteen críticamente.

[1] Dice Boudou, están muy acostumbrados al país flexible. Quiere decir que las corporaciones económicas estaban acostumbradas a manejar el gobierno. Cuando agrega que ellos con una crisis cada cinco o seis años potencian sus activos sin esfuerzo se refiere a la crisis del dólar de 1982 cuando Cavallo estatizó la deuda de las empresas privadas, a la crisis de 1989 que desde el dolarazo de febrero hasta la renuncia de Alfonsín en junio se llevaron al exterior todos los dólares del país, a la crisis del 2001 cuando se fugaron 25.000 millones de dólares inmediatamente antes del “corralito” y el default y luego con la pesificación asimétrica licuaron sus deudas internas en dólares. La expresión de que forman los activos en el exterior, los que apuestan a la economía bimonetaria, a arbitrar tasas de interés o tipo de cambio como parte de su negocio, se refiere a la fuga de capitales que alcanzó niveles equiparables a los 50.000 millones de dólares de reservas del Banco Central a partir del II trimestre del 2007 por el inicio de la crisis mundial y en 2008 por la crisis con el campo. La expresión final del párrafo de Boudou, es lógico que no les guste. Ganan mucha plata, pero sus excedentes no pueden ser rápidamente valorizados en términos de valorización financiera, porque el modelo económico no lo permite: el modelo económico no lo permite porque la política de autonomía nacional del gobierno hace caer las acciones de las empresas que cotizan en Wall Stret y las empresas tienen más de la mitad de su capital en el sector financiero y privilegian la valorización financiera de sus acciones.

Héctor Menéndez

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