El modelo colonial corporativa de la Salta agro exportadora, ahora con biotecnología, y acentuando la minería con cianuro, como la entrega de los recursos naturales no renovables, destinados a mercados globales, tiene asegurado con la reelección de Urtubey su continuismo.
El útero económico que reasegura los dividendos a estos sectores, reafirmada y ejecutada con muerte y desaparición por parte de la dictadura militar, que extermino a 30 mil argentinos que discutían por otra matriz, con distribución equitativa, finalidad del estado, hoy esta consolidada en menoscabo de la mayoría, sin modificación en la Salta de Urtubey, que paradójicamente este asegura “esta dejando el feudalismo”.
Pero como es posible que los salteños quieran y apoyen este modelo que deja a la mayoría de ellos en la exclusión, en la pobreza, sin trabajo, reprimidos, como se entiende, cuando los índices de desocupación difundidos por El Instituto Nacional de Censos y Estadísticas estableció en la nueva “Encuesta Anual de Hogares Urbanos” que Salta tiene el mayor índice de desocupación, siendo la única provincia que supera el digito subiendo al 10, 8 por ciento de desempleo, por arriba de Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán y Jujuy entre otras provincias del norte, cuando la mortalidad infantil es de 14 cada mil nacidos vivos, cuando más de 10 niños han muerto por desnutrición en los primero cuatro meses del año, que los pueblos originarios sean expulsados de sus tierras originarias ante la expansión de la frontera agroforestal, que la falta de vivienda ante la demanda siga en aumento, destinando a miles de familias a vivir hacinados, Como puede ser que Urtubey aplique un protocolo de tolerancia cero para reprimir la protesta social de los que hacen oír sus reclamos, en vez de generar puestos genuinos de trabajo. Mientras el gobierno, su gobierno, avala que petroleras multinacionales se llevan el 88% de las regalías hidrocarburíferas y que mineras trasnacionales renten solo el 3 %, según las declaraciones juradas que estos emitan, negándose a modificar estas asimetrías, en perjuicio de la población.
Claro, para tal fin, la falta de información, la manipulación de esta, como la omisión, son parte de la manejo del mensaje que llega a la opinión publica, el discurso pluralista de participación, puesto en escena como acuerdo, o aval con amplios sectores de la comunidad, lo que facilita la confusión para el resguardo de los intereses de grupos corporativos enquistados en el poder.
El asistencialismo, efectiva disgregación social, contraria al trabajo genuino, adormece el reclamo de derechos, lo limita hasta esfumarlo. El gobierno acentúa su discurso sobre la obra pública, exponiéndola como movilidad social. Lo que no permite divisar el eje de la desigualdad en la distribución. Lo pobres tendrán asistencialismo, en algún lugar agua potable y cloacas, mientras los ricos serán más ricos.
Hablan de la pobreza, pero claro, nunca la vivieron, ni la vivirán. Lanzan proclamas progresistas afianzadas por la participación dentro del gobierno de grupos minúsculos autodenominados progresistas, que se inclinan, para obtener dividendos personales refirmando los dichos de Arturo Jauretche que definió que “Los intelectuales argentinos suben al caballo por la izquierda y bajan por la derecha”.
Este proceso, es posible y viable ante la toma del poder por la vía del voto, en Democracia, vía imperfecta pero única conocida hasta ahora, donde estos grupos de capitales concentrados con el solo fin de proteger sus intereses, o condición social, devenida en cipayos de intereses foráneos, actúan en contraposición a un gobierno efectivamente popular, apropiándose del estado, forma, más que afectiva, que les ha garantizado históricamente asegurar sus intereses económicos, conclusión de sus ideas.
Marco Díaz Muñoz (COPENOA)
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