domingo, 3 de abril de 2011

Día del Derecho Universal de los Pueblos a la Insurrección Armada


En Colombia, la insurgencia combate violentamente la violencia estatal.

El 26 de Marzo de 2008 murió uno de los más emblemáticos guerrilleros de la historia de la resistencia de los pueblos. El nombre de Manuel Marulanda, sindicalista y dirigente comunista asesinado en 1951, fue adoptado por Pedro Antonio Marín, fundador y líder de las FARC-EP, y fue con este epíteto con el que quedó conocido por todo el mundo. Un año después de su muerte, en 2009, el Movimiento Continental Bolivariano designó el día 26 de Marzo como el Día del Derecho Universal de los Pueblos a la Insurrección Armada.
Naturalmente, con la campaña anti-terrorista, a día de hoy hay quien cuestione el derecho de los pueblos a insurgirse contra la opresión. Con todo, Portugal es uno de los varios países del mundo que ya preven ese derecho en su constitución. La tercera línea del artículo 7º de los Principios Fundamentales de la Constitución de la República Portuguesa “reconoce el derecho de los pueblos a la autodeterminación, a la independencia y al desarrollo, así como el derecho a la insurrección contra toda forma de opresión”.
En los últimos tiempos, con la revuelta extendiéndose por todo el Norte de África y Medio Oriente, los medios de comunicación no han conseguido apagar o deslegitimar la justa lucha de esos pueblos. Por encima de la manipulación, en la mayoría de los casos, quedó en evidencia que los trabajadores y el pueblo tienen el derecho a decidir su proprio futuro, usando la fuerza, si fuese necesario, y sin injerencias externas.
Normalmente, los más pacifistas son aquellos que se amparan en la supuesta neutralidad de instituciones como la ONU. Sin embargo, no es por acaso que el imperialismo intente legitimar sus acciones con el aval de organizaciones internacionales. De ese modo, los pacifistas aceptan todo lo denominado como “intervención humanitaria”, “guerra preventiva”, “bombardeos quirúrgicos”, etc.
Por lo general, los mismos que dan aval a la violencia de los Estados y las oligarquías rechazan terminantemente la autodefensa o las revoluciones violentas de los pueblos. A no ser, claro está, que estas acciones populares asuman proporciones tales de forma que no puedan ser ignoradas por el imperialismo. Pasó con Tunez, con Egipto, con Bahreim y con Yemén.
En otros casos, como en Colombia, la resistencia violenta del pueblo es condenada y la propaganda de desacreditación de varias organizaciones guerrilleras es acompañada y propagada militantemente por muchos pacifistas ingenuos, entre los cuales, activistas que afirman ser de izquierda.
Así mismo, muchos acreditan que los Estados capitalistas son democráticos cuando asumen las mismas características que los Estados-miembro de la Unión Europea. De la misma forma que reducen la democracia a las elecciones y al mercado “libre”, reducen la aparente paz social a la inexistencia de violencia. Es sobretodo en esos contextos en los que algunas izquierdas abrazan el pacifismo y rechazan toda y cualquier violencia.
Se olvidan, o fingen olvidar, que la ausencia de violencia estatal no sólo no es ficticia como también es vigilante. Todos sabemos quién retiene el monopolio de los aparatos represivos y militares. Y todos deberíamos saber para que han servido históricamente los Estados. Amparada en la violencia, la minoría que domina económicamente y políticamente está preparada para reventar cualquier tipo de revuelta por parte del pueblo.
Infelizmente, otros pueblos conocen mejor la violencia de nuestros Estados que nosotros propios. Los pueblos de Irak, Afganistán, de Libia, Líbano, de Palestina, de Haiti, de Jugoslavia saben bien cuán hipócritas son los mensajes de paz de nuestros gobiernos.
Mas es importante que se perciba que cualquier acto de resistencia, si es amparado y protagonizado por los trabajadores, es legítimo. Desde la denuncia a través de la distribución de panfletos, pintar murales, huelga y manifestación, a la toma del poder por las armas. La resistencia, violenta o no, nos es impuesta por el capitalismo y el imperialismo. La mayoría de las veces sólo la violencia desata aquello que fue impuesto por la violencia.
El culto a la violencia que ciertos grupos defienden nada tiene que ver con la resistencia y, en ciertos casos, sirve a los intereses del imperialismo. De eso saben los Estados y la OTAN, que propagaron la violencia por Europa a través de la Operación Gladio, creando organizaciones bombistas de extrema-derecha e infiltrándose en organizaciones de izquierda.
Las acciones violentas de resistencia exigen siempre sacrificio de valientes hombres y mujeres que dan lo mejor de sus vidas en pro de un futuro mejor. De la revolución francesa a la Comuna de Paris, de la revolución de Octubre a la revolución cubana y a las guerras de liberación nacional, de la revolución del 5 de Octubre [1910] a la revolución de Abril [1974], todas abrieron puertas hacia el futuro.

Bruno Carvalho

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