miércoles, 5 de enero de 2022

Una política socialista frente al Covid


Respuesta a una lectora.

 En su carta, la lectora Laura Liptak critica varias cuestiones del artículo “Coronavirus en Argentina: inmunidad de rebaño”. 
 Primero, se refiere a la política del autotest proclamada por Alberto Fernández, diciendo que no hay relación entre la compra de un test con pagar la deuda del FMI y el presupuesto destinado a salud. La modalidad de “responsabilidad individual” es una manera de desligarse de tener una verdadera política sanitaria, lo que conlleva una reducción del gasto en salud para pagar el rubro por excelencia del Presupuesto, o sea, la deuda pública. La compra masiva de tests no es sólo necesaria para detectar los casos infecciosos, sino para poder actuar preventivamente en la detección del virus y allí donde se desarrolla. Los auto-test de la lectora abundan en falsos positivos y, peor si cabe, en falsos negativos. Perjudican el bolsillo de una población empobrecida. La importancia de la aplicación de los test ya fue planteada por los infectólogos que trabajan en los hospitales alrededor del mundo. Esto debe ser acompañado de una vacunación masiva, del aumento del personal sanitario, de hospitales, y de lugares de testeo. Estas políticas sanitarias conllevan grandes montos de dinero del cual no se dispone, ya que Argentina se encuentra en plena negociación con el FMI, de hecho la última cuota pagada fue de 390 millones de dólares. 
 La segunda cuestión es la política sanitaria de China. La lectora dice que todo fracasó, tanto la inmunidad de rebaño como las cuarentenas prolongadas, ya que “todas las evidencias científicas apuntan a que el virus no se podrá eliminar”, sin citar estudios científicos. Asegura que la política de cero Covid implica un control dictatorial, de violencia y extrema vigilancia a la población y de aislamientos masivos, de modo que es mejor morir de Covid. China es una dictadura de partido único más allá del contexto de la pandemia. En el caso de la pandemia, su orientación de eliminar el virus en sus primeros brotes ha sido un éxito rotundo, lo mismo en países democráticos como Australia y Nueva Zelanda, entre otros. El pase sanitario sería también dictatorial, pero se aplica en masa fuera de China. En China, los confinamientos localizados, para suprimir la circulación comunitaria, son acompañados de tests masivos, detección temprana, análisis de casos y seguimiento de contactos estrechos. A pesar de sus 1.400 millones de habitantes, ha registrado sólo cinco mil muertes, que contrastan con las 700 mil de Estados Unidos. Es el país que se ha recuperado primero en términos de actividad económica. Estos resultados tendrán (ya tienen) una influencia enorme en el balance de fuerzas relativas en el mundo del virus. Los fascistas reales se han declarado todos partidarios de la libertad económica y de circulación, o sea, de sometimiento de la salud a la acumulación capitalista. 
 La inmunidad de rebaño, con el pretexto de las vacunas, ha fracasado, debido a la eficacia decreciente de las vacunas y al sabotaje a la eliminación de las patentes de ellas. También debido al nacionalismo exhibido con mayor crudeza bajo la pandemia, como si el virus pudiera ser confinado a los países con mayores PBI. La vacunación ha disminuido los casos de muerte frente a la Ómicron, no frente a la Delta o a las que están por venir. La ‘apertura’, para salvar al capitalismo, condena a los seres humanos. La libre circulación de personas genera nuevas mutaciones y combinaciones de enfermedades, como es el caso de la “flurona”, la combinación de gripe y coronavirus en un mismo individuo. Según un informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, ya se han detectado secuelas prolongadas en parte de la población por haber contraído la enfermedad –fatiga, dolor de cabeza, pérdida del olfato, así como el daño en otros órganos como el corazón y el cerebro-. Es decir, contagiarse aun estando vacunado previene la muerte, pero no de complicar un cuadro de salud. Tener salud no equivale solo a no morirse. Asistimos a una confrontación última entre un sistema social históricamente perimido, de un lado, y las personas y el medio natural, del otro. 
 Por último, la lectora dice que el artículo no propone nada en relación a la pandemia. Es lo contrario. Planteamos la lucha contra la convivencia con el Covid, denominada ‘nueva normalidad’, por el objetivo de Covid cero. Reclamamos el confinamiento localizado y temporal de contagios para cortar la circulación comunitaria, con pago integral de los salarios. Reclamamos la abolición del monopolio propietario de patentes y la producción de vacunas en todo el mundo. Reclamamos las seis horas de trabajo para el personal de salud, con un salario mínimo igual al costo integral de la canasta familiar. Proponemos abolir deudas usurarias en beneficio de un capital financiero parasitario, para testear en forma masiva, analizar los resultados y establecer un seguimiento de contactos. Proponemos un plan de protección internacional de la salud. Reclamamos la apertura de los libros de los laboratorios y entidades privadas de salud, para reducir los costos de atención y de medicamentos. Decimos que es necesario abolir la explotación capitalista de la persona humana y la naturaleza, por medio de la acción internacional de la clase obrera de todo el mundo.

Florencia Suárez
05/01/2022

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