M.H.: En diciembre fuiste moderador de una mesa “Argentina y América Latina ante las negociaciones con el FMI” con Ricardo Aroskind, Christian Castillo, Martín Lousteau (no sé si estuvo presente) y Noemí Levy. ¿Contanos qué pasó?
J.M.: Primero hay que decir que algo pasó en este último período electoral, donde paradójicamente, el tema de la crisis, que hoy vemos claramente los efectos de la negociación con el FMI, que han marginado a una campaña electoral mucho más superficial, en general el ánimo social era “me gusta tal o cual candidato”. Mientras que la realidad es que el tema del FMI es un tema central, estamos viendo en estos días cómo se está negociando, el FMI hizo una declaración diciendo que la Argentina tiene que hacer un ajuste económico regresivo, con reducción del gasto público, vinculado al tipo de cambio, a las tarifas de los servicios públicos, que bien sabemos tiene que ver con el deterioro de las condiciones de vida populares, cuando tenemos dos crisis sucesivas, sobre todo los dos últimos años de Macri, donde viene este último crédito del FMI y luego los dos primeros años de Alberto Fernández que está en el marco de la expectativa que planteó su gobierno, pero también existe una situación de deuda que aparece en mitad de la escena.
El debate no solo fue situar qué sucedió con la deuda, quiénes fueron los actores, etc. Sino también la situación de emergencia, y la pregunta cuáles son las propuestas, qué están planteando. Porque no solo se trata de hacer diagnósticos, sino también saber cuáles son las propuestas.
Y la verdad es que fue un evento muy importante por voces distintas que hacen crecer el debate. No es un debate técnico el que está planteado en este momento, sino un debate a nivel de la sociedad. Uno de los temas que tienen las negociaciones financieras es que son secretas.
Nosotros hemos visto en todo el mundo que apenas terminaron las elecciones el presidente A. Fernández hace una declaración grabada que sale por cadena nacional, donde habla de que en los primeros días de diciembre enviaría al Congreso nacional los acuerdos alcanzados con el FMI. Sin decir cuáles son. Y de ahí en más todo fue incógnita.
Esto fue una apertura de ese debate. Y la importancia de hacer este ejercicio, poner diferentes referencias y opiniones distintas establece que ese debate tiene que ser social y no de especialistas y de grupos financieros y lobbies, que están presionando para que Argentina haga un ajuste regresivo y también las propuestas.
Uno de los mitos que se han creado es el del reloj, que hay un límite de tiempo para arreglar. Esto también fue importante para desmitificar este tipo de lugar común que se ha instalado. Está muy forzado por los analistas del establishment. Fue la idea de este debate poner al descubierto este tipo de ideas.
M.H.: Tuviste que moderar una mesa con pesos pesados.
J.M.: Una de las caricaturas que se hace del tema de la deuda, por personas que tienen intereses creados con este endeudamiento y con que se privilegie su pago, que ya sabemos que es una situación basada claramente en un vaciamiento.
Esta famosa deuda de los 44.000 millones de dólares del FMI no tiene contrapunto ni en puentes, ni caminos, ni escuelas, ni viviendas, tiene que ver con un juego financiero perverso de ingreso de capitales de corto plazo, financiamiento de fuga de capitales. Estos son temas anunciados en las investigaciones pero a las que no se les pone nombre y apellido que es lo que se debiera hacer.
En este debate una de las caricaturas que se hace es que quienes tenemos una opinión distinta, que el tema de Argentina y la deuda tiene que ser una de las prioridades de la sociedad, y no la especulación financiera, es ponernos la caricatura que nosotros no queremos discutir nada que solamente tenemos consignas, que no tenemos ni ideas ni propuestas.
Y este debate que se hizo fue muy interesante, estaba presente Christian Castillo por el FIT. Me gustó mucho su debate, muy bien planteado, con ideas muy claras. Estaba también Ricardo Aroskind que es una persona de un muy buen nivel como analista que trajo muy buenas ideas y propuestas respecto del tema. Y las opiniones también, de una especialista de México que trabaja con el Tesoro de ese país, fue muy interesante el ver el tema de la deuda no como un tema solo de la Argentina sino como común a los países periféricos y particularmente de América Latina.
Esta conferencia está en internet y se puede acceder a ella a través de Clacso. Era una aventura pensar en un debate de estas características pero era necesario hacerlo y el resultado fue realmente muy importante, sobre todo para ver líneas próximas para hacer más cosas. Yo creo que el tema FMI va a seguir cubriendo todo el escenario en los próximos meses. Ya vimos la movilización del viernes 10 de diciembre que en principio el eje de la convocatoria era otro, pero pasó a ser el tema de la deuda el tema central. Y el sábado 11 en la movilización de la izquierda el tema del “No al FMI” fue también principal.
Estos temas que ya tienen otro correlato, sobre las consecuencias de un eventual acuerdo urgente, como parecía estar rondando, tiene necesidad de respuesta y este debate de voces distintas nos dejó varios aprendizajes, por un lado cuáles son las posiciones y a quienes tenemos otra posición nos da la posibilidad de presentarlas pero además de ajustar el debate para tener mayor capacidad de convocatoria a ese debate. Me parece un logro importante en este tipo de eventos.
La idea de que el FMI nos iba a permitir crecer para poder pagar ha chocado contra la pared
M.H.: ¿Cuál es tu opinión respecto del pago de la deuda?
J.M.: En diciembre de 2019 con el cambio de gobierno era el momento más oportuno para iniciar una investigación, esto se decía en la campaña inclusive. Había que hacer una auditoría completa de la deuda para ver qué fue lo que ocurrió, quiénes son los responsables. Ya sabemos que hay responsables desde aquí, de quiénes lo llevaron adelante, las normativas que no se han cumplido y también el vaciamiento de reservas vinculado con el juego financiero, la fuga de capitales, este tema tiene que ser investigado.
No se ha hecho la investigación con una teoría que tiene que ver con una parte de los economistas que se llaman heterodoxos que afirmaban que el tratamiento de la deuda iba a tener la comprensión de los acreedores, primero los privados, con una negociación de un año que hizo Martín Guzmán y luego del FMI. Con la idea de que nos iban a permitir crecer para poder pagar. Esta ilusión ha chocado contra la pared.
Si hay algo que ha quedado demostrado es que este FMI no es otro FMI, que no pide mejoramiento económico sino ajuste económico. Y ahora estamos en una hora crítica. El argumento que utiliza actualmente es que se pueden haber equivocado, pero que ahora no queda otra porque si no entramos en default.
Default significa no pagar la deuda. Esta deuda, que es el récord que el FMI ha dado a un país, tiene una magnitud enorme, 44.000 millones de dólares. Los primeros dos años, sobre todo el 2019 se pagaron intereses, lo que ocurre es que a partir de septiembre de 2021 ha comenzado el pago de la amortización, de pago de capital. Acá se utilizó un tipo de recurso extraordinario que es una emisión de Derecho Especial de Giro (DEG) elegido para pagar las primeras cuotas.
Y el tema es que el 31 de marzo hay que pagar una nueva cuota y no hay manera de hacerlo. Se ha generado el mito de que acordar con el FMI es malo pero peor es no acordar.
Y esta es una paradoja, porque el tema es que Argentina no puede pagar la deuda, porque los compromisos que se han acumulado de forma irresponsable han impuesto una deuda que no tenía sentido, no solo por la especulación financiera, sino por el tipo de pagos en condiciones que son imposibles de abarcar.
En este momento Argentina tiene que postergar este tema, tiene que extender la negociación, acreedores y deudores cuando hay una situación así, de cuello de botella, no se deja una deuda anterior sino que se suma a la nueva en el mismo paquete; extender el plazo de negociación.
Acá es claro que el tiempo, si se juega a contrarreloj el que pierde es el que tiene que ceder. Si Argentina cree que tiene que negociar, la otra parte tiene todo el poder. Lo que hay que hacer es que el tiempo no juegue a favor del FMI, hay que dilatar esta negociación y, por supuesto, buscar las medidas que se correspondan: controlar el comercio exterior, la banca con respecto a los giros de capitales, avanzar en la investigación de lo que tiene que ver con la estafa del uso de divisas.
Y al mismo tiempo priorizar los intereses nacionales y populares. Este es el debate que está abierto. De alguna manera estamos en este momento en el que se está jugando el futuro. Estamos hablando de un crédito a diez años que va a atar la economía argentina con supervisión permanente del FMI, con cumplimiento de metas en esta condición de priorizar el pago. Si eso ocurre, Argentina tiene un retroceso histórico nuevamente.
Tenemos ya un largo recorrido respecto al FMI y las consecuencias que tiene. Este es el debate abierto que se había mantenido latente, y hay que derribar ese mito que la Argentina no puede hacer otra cosa que aceptar. La derecha y el establishment lo han impuesto a esto.
Tenemos que ser capaces de replantear cuáles son los intereses nacionales y populares que están en primera línea y, por otro lado, el tema de la investigación de la deuda, la auditoría, la cuestión vinculada a cuáles son las prioridades y el hecho que existe un Estado de necesidad.
Tenemos un ministro de Economía que ha estado más dedicado a los temas de la deuda que a la economía argentina, estamos en época de rebrote de la pandemia con una gran crisis económica y, sin embargo, el tiempo dedicado del ministro es para hablar con el FMI.
Creo que hay que cambiar las prioridades, el tema es el recupero del empleo, de la producción, de las condiciones de vida, de la distribución del ingreso, el cambio del sistema impositivo para que recaiga no sobre los que menos tienen sino sobre los que tienen más capacidad contributiva.
Y una relación con el mundo que tenga que ver con no estar cautivos a la deuda y donde se imponen políticas exteriores, sino que el país pueda tener independencia económica. Este debate empieza a abrirse, la izquierda participa y tiene una posición clara, pero tiene que ser mucho más amplia, y tiene que haber una movilización popular mucho más amplia pero para hacerlo también hay que comprender el desafío que está presente y proponer alternativas.
El primer mito a romper es este que afirma que no hay alternativas. No es cierto, no es fácil tampoco, pero vale más esta perspectiva que busque sostener los intereses nacionales y populares, que ceder al tema de los intereses financieros que son altamente extorsivos en lo que plantean.
Mario Hernandez | 22/01/2022
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