martes, 6 de octubre de 2020

Uruguay: detrás de las elecciones viene la batalla contra el ajuste


Luis Lacalle Pou, presidente del Uruguay.

 El domingo 27 de septiembre se realizaron elecciones departamentales en Uruguay. Su resultado no modifica drásticamente el panorama político-electoral. El Partido Nacional (PN, Blanco), del actual presidente Luis Lacalle Pou, electo en noviembre pasado en segunda vuelta, logró desplazar al Frente Amplio (FA) en tres departamentos. Mientras que el frentepopular-centroizquierdista FA retuvo los dos distritos más importantes del país: la capital, Montevideo, por buen margen -contra un frente de centroderecha multicolor, especialmente constituido para disputar esta ciudad clave- y Canelones. Entre los dos distritos reside el 55% de la población. Si bien el FA a nivel nacional mantiene su votación, el PN sale fortalecido como el principal partido del Uruguay. El FA mantiene su peso en los centros urbanos y el PN extiende su poder político en el interior rural. 
 La que fue desplazada fue la ultraderecha. Cabildo Abierto -del ex comandante en jefe del Ejército bajo el gobierno del FA, el facistoide general Guido Manini Ríos- integró en Montevideo la coalición multicolor de la derecha en apoyo a la candidata ‘unitaria’ de la derecha, Laura Raffo. Pero de conjunto la ultraderecha retrocedió fuertemente. No solo Cabildo Abierto (sacó apenas un 3%), sino también el tradicional Partido Colorado (apenas 6%), que quedó reducido al departamento de Rivera. 
 La derecha de los llamados ‘verdes’, el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), un desprendimiento anterior del FA que sacó 32 mil votos en las elecciones generales de octubre 2019 y metió un diputado, ahora integró también esta coalición oficialista. Triste evolución de quienes usan verborrágicamente la problemática ambientalista, pero no adoptan un punto de vista consecuente, anticapitalista. 
 Por el lado de la izquierda también hubo retrocesos. Los otros verdes, los del Partido Verde-Animalista bajaron del 0,8% en octubre al 0,4% actual. Y la Unidad Popular, una corriente frentepopulista pequeñoburguesa con presencia de corrientes mao-stalinistas, también cayó del 0,81 al 0,4% actual.
 Pero la peor debacle fue la del Partido de los Trabajadores (PT) que…. directamente no se presentó, ni fijó posición electoral en un guiño cómplice de libertad de voto hacia el FA. 
 Lo que sí aumentó es el voto en blanco y anulado que pasó de alrededor de 80 mil en octubre, a unos 130 mil ahora, que recoge una parte de los decepcionados del FA y la ‘izquierda’.

 Organizar la lucha contra el ajuste en marcha

Uruguay se caracteriza porque la pandemia sanitaria del coronavirus ha tenido un impacto mínimo. Pero… la pandemia social por la crisis económica capitalista está haciendo estragos. Las patronales aprovechan la excusa del Covid-19 para suspender y echar trabajadores –hay unos 130 mil que entraron en el seguro al desocupado que reduce el salario al 50% y dura 6 meses. Los aumentos salariales que se están pactando son a la baja. El FA y la central obrera PIT-CNT, dirigida por este, han aceptado de hecho una ley de ‘emergencia’ (LUC) que posterga los salarios por un año, a partir del cual estos comenzarían a recuperar el deterioro existente y que se espera se profundice. Diez días antes de la elección, el PIT-CNT convocó a un paro general que, por primera vez en mucho tiempo, no contó con una movilización en la jornada de su parte. Esta fue encarada por un grupo de sindicatos que se reclaman combativos, opositores a la dirección burocrática de la central, que se movilizaron, particularmente en torno a una lucha que están librando los trabajadores del frigorífico de Canelones. 
 El FA está en la línea de hacer una ‘política responsable’ frente al gobierno derechista, buscando que se instale un régimen de alternancia gubernamental en el poder. Se reservan, por lo tanto, para las elecciones del 2024. Mientras tanto, se plantean ir morigerando los ataques derechistas contra las condiciones de vida de las masas, negociando con su bloque mayoritario en el parlamento. Pero la crisis capitalista en pleno desarrollo no permitirá estos utópicos ‘equilibrios’ políticos en la ‘Suiza sudamericana’. El PBI lleva –según las estadísticas oficiales- una caída de casi el 4%. Pero informaciones afirman que próximamente saldrán datos que indican que esta caída está creciendo. La pobreza va en aumento y crecen los asentamientos (villas) por las dificultades para los desocupados en pagar alquileres. En el nuevo presupuesto que se ha empezado a discutir han trascendido reformas reaccionarias y antipopulares, en el camino del ajuste social contra los trabajadores. En educación, por ejemplo, se eliminarían los cursos nocturnos usados en importante medida por jóvenes y adultos que trabajan; etc.
 En la interna -ley de Lemas que usó el FA en la elección de Montevideo- el sector más conservador (Daniel Martínez, que fue candidato a presidente por el FA en octubre) de tres listas que se presentaron obtuvo el último lugar. Ganó el lema que llevaba la llamada ‘ala izquierda’ del FA que postulaba a Carolina Cosse, sostenida por el ex presidente Tabaré Vázquez y los partidos Comunista, Socialista y PVP (Partido por la Victoria del Pueblo). Indica una cierta radicalización en el voto del electorado frenteamplista, pero la candidata electa no se corresponde con ella: ya ha anunciado una política de ‘diálogo’ con el presidente Lacalle Pou. 
 Es necesario romper con la parálisis del PIT-CNT y las organizaciones de masas de los trabajadores y explotados. Las direcciones burocráticas de estas tienden a defender los intereses de las empresas y no de los trabajadores, subordinando estos a obtener ventajas para las patronales. 
 El PIT-CNT quiere que la crisis sea pagada en forma ‘equilibrada’. Los trabajadores deben rechazar esta orientación de derrota y desarrollar a fondo una política no de colaboración, sino de lucha de clases para quebrar los ataques patronales a las condiciones de vida de las masas. 
 Esto plantea la necesidad de formar agrupaciones clasistas en los sindicatos y las barriadas, que propugnen la lucha de clases y la independencia política de los partidos y frentes propatronales. Y la necesidad de construir en el Uruguay un partido de trabajadores revolucionario, militante, que intervenga (y organice) la lucha política y reivindicativa con la estrategia del combate por el gobierno obrero y de los trabajadores. 

Rafael Santos

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