Es un pronunciamiento masivo por el fin del régimen pinochetista, el cual, ya sin Pinochet, ha funcionado durante décadas con el aval de todos los partidos trasandinos, derechistas o pretendidamente “progresistas”.
Acabar con el régimen de las jubilaciones y la educación privada, y de la precarización laboral permanente, fue precisamente la bandera de la revolución que se puso en marcha hace un año atrás.
El plebiscito de ayer había sido interpuesto por los partidos del régimen para postergar y frustrar la aspiración de las masas movilizadas.
Pero el resultado abrumador deja planteada una crisis política vertebral, pues el voto masivo puso de manifiesto la férrea determinación popular por barrer con los pilares del pinochetismo, incluido el gobierno de Piñera
Esa determinación volverá a expresarse en la lucha y en las calles.
La multitudinaria movilización de anoche, en la plaza de la Dignidad, es sólo el comienzo.
Ese desarrollo revolucionario viene fogoneado por el agravamiento de la crisis social y sanitaria.
Los trabajadores de Chile son concientes de que han impuesto una derrota política al régimen por medio de una movilización decidida y la acción directa
También en Chile, con sus miles de muertos, la pandemia ha desnudado al régimen de la privatización de la salud, la negación de la vivienda y las conquistas laborales como incompatible con la vida de los explotados trasandinos.
También en Chile, la lucha para enfrentar la crisis humanitaria será fermento de la rebelión que está en marcha desde hace un año.
En la Plaza Dignidad, las banderas y consignas colocaron anoche una conclusión elemental: que se vaya el gobierno del “Rechazo”.
El vendaval chileno se reconoce en Las huelgas de Ecuador y de Colombia; Guernica y en todas las luchas obreras de Argentina se reconocen en el vendaval chileno.
Política Obrera
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